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México D.F. Viernes 16 de enero de 2004

Horacio Labastida

EZLN: democracia verdadera*

Hay que hablar con claridad y precisión cuando se reflexiona sobre el movimiento zapatista en Chiapas. El alzamiento del 1Ɔ de enero de 1994 fue a la vez un egregio símbolo y un hecho histórico trascendental, porque escenificó ante la patria y el mundo entero la conjunción de la teoría y la práctica que rompe las ataduras que oprimen por igual la vida material y los ideales supremos del hombre.

Aquella rebelión del EZLN en San Cristóbal hizo renacer no sólo el espíritu crítico y redentor que en el siglo XVI representó el obispo Bartolomé de las Casas en las cortes españolas, denunciando la infamia encubierta en la doctrina de la animalidad del indio, grata a encomenderos locales y peninsulares, sino principalmente la reafirmación radical de los movimientos liberadores, desde el espartaquismo del siglo 71 aC hasta las actuales protestas multitudinarias contra el tambaleante imperialismo neonazi y globalizador de la alta burocracia washingtoniana, amparado en la falaz democracia de la verdad única y el totalitarismo de ejércitos depredadores.

Pero el EZLN no se contiene sólo en la liberación como filosofía expuesta ante los demás. Con el mismo empeño da pasos reveladores en la realidad. Casi cinco meses y medio luego de la Primera declaración de la selva Lacandona, en la Segunda declaración... (12 de junio de 1994) se anuncia una decisión crucial: la pelea en favor del Estado libre y democrático fue transformada por una acción no bélica y sí organizadora de "la expresión civil: la defensa de la expresión popular... (y la lucha)... por el respeto a la voluntad popular". El cambio fue magistral. El movimiento liberador ya no busca armas para conquistar el poder político; su esencia se halla en apuntalar el renacimiento de la sociedad en la fuerza moral de los pueblos, capaz de hacer de la decisión pública una decisión favorable al bien común y no a las minorías acaudaladas del supercapitalismo neoliberal.

La tesis emancipadora fue ampliamente discutida en el encuentro internacional Por la humanidad y contra el liberalismo, inaugurado en San Andrés, Chiapas, el 27 de julio de 1996. ƑCómo apuntalar un mundo donde todos podamos caber?, se preguntó el comandante David. Construyendo la vida y derrotando la muerte fue su respuesta, mas era necesario trazar rutas para escapar del terrible laberinto. Una es fundamental: concientizar a las masas de que la economía y la cultura deben servir para que el hombre se libere de la escasez, abra puertas a la abundancia y se perfeccione con la práctica del bien y la equidad.

La estrategia de tal concientización busca que el poder moral desate al poder político de su compromiso con las elites y lo supedite al mandar obedeciendo, o sea, a las demandas de la población. Será posible de este modo sustituir la democracia mentirosa que pregona el amenazador neofascismo de la actual Casa Blanca por una democracia verdadera, cuyo aliento vital propicie paz y alegría individual como resultante de la paz y la alegría colectiva. Los egoísmos personales y la ambición de acumular dinero se extinguirán cuando entre las libertades humanas sea actual y no ilusoria la libertad de las necesidades económicas, conclusiones fuertemente aplaudidas en aquel encuentro internacional de San Andrés.

El camino está trazado, aunque el capitalismo industrial de nuestro tiempo y las autoridades que lo sostienen forman un valladar no fácil de barrenar con el deber ser ético si éste se encuentra aislado entre distintos sectores, sin comunicación. Hay que entenderlo bien. Para que el poder moral pueda promover el cambio cualitativo de la sociedad y el Estado de hoy, así como el cambio en las infraestructuras económicas y en los modos de la existencia humana, los condicionamientos sine qua non de tal cambio implican la generalización de redes de información mutua y de convicciones comunes que den vialidad a la metamorfosis del deber ser en ser histórico, según el sabio ejemplo de los caracoles y juntas de buen gobierno constituidos por zapatistas en sus comunidades chiapanecas. En los caracoles surgen y se difunden los principios liberadores que las juntas de buen gobierno aplican en la solución de los conflictos y las diferencias, según los términos de la democracia verdadera. La lección zapatista es maravillosa. Los hombres deben y pueden recuperar pacíficamente su soberanía frente al mal gobierno. Así edificarán un mundo donde todos quepan, libre y sin exclusiones.

*Texto leído en el Museo de la Ciudad de México durante la celebración de los 20-10 años de fundación y aniversario del EZLN el pasado lunes 12 de enero de 2004

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