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México D.F. Lunes 12 de enero de 2004

Carlos Fazio

Washington, Lula y el TIAR

La Cumbre Extraordinaria de las Américas que inicia hoy en Monterrey enfrentará a las dos posiciones que se han venido delineando sobre seguridad hemisférica en los últimos meses: la de Estados Unidos y sus satélites en el área, y la de los países miembros del Mercosur, con Brasil y Argentina a la cabeza.

Ambas posiciones ubican a Colombia como epicentro de las amenazas a la seguridad continental. El eje que ha servido para articular los proyectos militares del Pentágono en el corazón de América del Sur es el Plan Colombia-Iniciativa Andina. Con la finalidad de fortalecer su hegemonía imperial y con la excusa del conflicto interno colombiano, en los últimos tres años Washington ha logrado avances estratégicos al consolidar una nueva arquitectura militar regional que involucra una red de bases para sus tropas de despliegue rápido en Colombia, Ecuador y Perú, que se suman a los Centros Operativos de Avanzada instalados en Comalapa (El Salvador), Aruba y Curazao. Esas bases operan, además, como plataformas portátiles de inteligencia y están en conexión directa con el Centro Espacial de Guerra de la Base de la Fuerza Aérea Schriever, en Colorado Springs, de donde se coordinan las tareas de contrainsurgencia para América Latina.

Por vía paralela, y utilizando ahora como peón al presidente de Colombia, Alvaro Uribe, el Pentágono no ceja en su intento de conformar una fuerza militar multinacional bajo su mando, con cobertura de la Organización de Estados Americanos (OEA). En noviembre pasado, en una sesión reservada del congreso colombiano, la canciller Carolina Barco anunció a los legisladores que el gobierno de Uribe buscaba aliados en la zona para introducir una enmienda al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que haga posible la formación de una fuerza militar regional similar a los cascos azules de la ONU. La enmienda busca modificar las actuales reglas del TIAR, que permiten intervenir de manera colectiva cuando un país de América es atacado por otro. Si se acepta la reforma que propone Colombia, el tratado podría aplicarse en conflictos internos en casos de terrorismo y narcotráfico.

La proyección del dispositivo militar estadunidense sobre la región amazónica es seguida de cerca por Brasil. Según analistas militares brasileños la principal amenaza a la seguridad hemisférica es la presencia militar de Estados Unidos en Colombia. Expertos evalúan que la intención de Washington con el Plan Colombia-Iniciativa Andina es desbordar el conflicto interno colombiano sobre los países vecinos para justificar una intervención directa en la zona.

A la manera de un globo sonda, en noviembre pasado el ministro de la Casa Civil, José Dirceu -verdadero hombre fuerte en el gabinete de Lula da Silva- defendió la idea de una "integración militar" de América del Sur como prioridad de la política exterior de Brasil. En tono de alerta, Dirceu deslizó que si la alianza no ocurre, "Estados Unidos va a ocupar Colombia. Si ocupa Colombia, no van a salir de ahí jamás. Eso quiere decir que van a ocupar el Amazonas". Al justificar su propuesta, que definió como "herejía", citó el ejemplo de China, India y Rusia, países que cuidan su poderío bélico como condición indispensable de su soberanía. La iniciativa, relativizada por el ministro de Defensa, José Viegas, incluye un Parlamento y una moneda única para América del Sur, a ejemplo de la Unión Europea. Dirceu dijo que el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), como está concebido por Estados Unidos es "inconcebible" para Brasil.

Desde hace un par de años, cuando fue notoria la presencia militar de Estados Unidos en Colombia -hoy más un millar de oficiales del Pentágono están distribuidos en zonas estratégicas de Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador-, Brasil puso en funcionamiento el Sistema de Vigilancia del Amazonas (Sivam), que mediante 25 radares fijos, aviones espías y un satélite capta en tiempo real el movimiento diario de naves en su espacio aéreo. La red es coordinada por el Centro de Vigilancia Aérea para la Protección Amazónica (Sipam), brazo civil del Sivam, cuya coordinación general está a cargo de la Casa Civil de la Presidencia de la República.

En una muestra de preocupación por su seguridad nacional, el gobierno de Lula envió en noviembre 3 mil nuevos efectivos a una de sus fronteras calientes de la región amazónica. Los soldados, especializados en combate en la selva, fueron destinados a Sao Gabriel da Cachoeira (Estado de Amazonas), limítrofe con Colombia y Venezuela. Esa zona militar cuenta con 25 mil efectivos, 15 por ciento del personal castrense total de Brasil. Según Viegas, la idea acerca de una integración de las fuerzas armadas de América del Sur es que "no necesitamos que venga una fuerza externa a resolver los problemas de la región". Su alusión al Plan Colombia y las intenciones de Washington fue obvia.

De acuerdo con una versión del diario Globo, la iniciativa de Dirceu sobre una integración militar defensiva en el sur del hemisferio cuenta con el apoyo del presidente de Argentina, Néstor Kirchner. Brasil y Argentina se oponen a una militarización de la OEA vía el TIAR, temas todos que estarán arriba de la mesa de discusiones en Monterrey.

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