Cristal y Acero anima los intermedios; hoy termina temporada en el DF

Sorpresas e innovación con el circo Atayde

JAIME WHALEY

El arte callejero resulta la columna vertebral del elenco del Circo Atayde, que este domingo culmina su temporada de invierno en la Arena México.

Los primos, agrupación de siete jóvenes que saltaron de la amplia plancha de concreto del Zócalo capitalino al aserrín de la tarima circense, se llevan una buena dosis de reconocimiento del respetable, que se ha retratado en buenos ingresos en las taquillas, con sus evoluciones del break dance, o baile extremo, como ellos prefieren llamarlo, que combinan con igualmente asombrosas evoluciones de gimnasia en piso o los eléctricos desplantes del capoeira.

El grupo, ajeno a nexos familiares con el ámbito de la carpa, las luces y la lentejuela, lo que los convierte en rara avis en este medio, se formó hace 10 años por los rumbos de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, cuando a varios de ellos les dio por imitar el arte callejero de sus contemporáneos del Bronx o el Harlem neoyorquino.

Giros que se antojan impulsados por fuerzas ajenas al solo movimiento del cuerpo humano, desdoblamientos y doblamientos, que hacen ver las posibilidades tanto elásticas como plásticas que tienen por igual tronco y extremidades, llevan a que el grupo descubierto por el publicista del Atayde, Federico Serrano, sea recompensado ampliamente con el alimento del artista, el clap, clap, clap de la gradería.

"Aquí es la universidad de este arte", reconoce Arturo García al referirse a la presencia en el circo del grupo formado por primos, hermanos y uno que otro vecino con edades que van de 16 a 23 años. "Llegamos aquí a la cavernaria, se nos rompió el linóleo, pero aquí estamos", agrega en alusión a lo que solían utilizar para sus presentaciones callejeras.

La actual temporada del Atayde, que fue reducida en días en comparación con la de otros años, presenta otra innovación: la segunda parte de las funciones, que en total ofrecen 23 números, es amenizada musicalmente por los roqueros de Cristal y acero, propuesta que da otro nivel al circo llamado tradicional y lo coloca, como dice el gerente Alfredo Atayde, en una búsqueda en la que los principales beneficiarios serán los espectadores.

El espectáculo circense se complementa con alambristas y trapecistas como la cubana Elizabeth; duetos de payasos, uno mexicano y otro de EU; los Anastasini, familia que, por un lado, maneja los diávolos espléndidamente y que, en otro acto, a casi 13 metros de altura y sin red protectora, hace lucir a Irene España, aerealista mexicana, en arriesgados giros.

Valga hacer notar que la cuarta generación de la fa-milia Atayde toma parte en la función por medio de Alfredo, quien se trepa en los elefantes, y de Celeste, responsable de las coreografías.

Las funciones para este domingo, antes de que la compañía salga de gira a Orizaba, Puebla y Toluca, son a las 16 y 19 horas y los boletos van de 40 a los 300 pesos.