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México D.F. Domingo 11 de enero de 2004

Relata la historia de una niña que tiene que trabajar durante el fanatismo religioso

Con Osama renace el cine hecho en Afganistán, luego de la era talibán

Una activa política cultural ayudará a democratizar el país, afirma el director de la cinta

DPA

Hamburgo, 10 de enero. La película Osama es una rareza en estos tiempos, realizada en medio de las más paupérrimas condiciones, pero con inmensa riqueza interior. Se trata de la primera película rodada en Afganistán luego de la caída del régimen talibán y cuenta la triste historia de una niña en la época de los fanáticos religiosos.

Estrenada hace poco en Occidente, Osama es el nombre que se pone la niña de 12 años para hacerse pasar por varón y vagar por las calles de Kabul.

Su verdadero nombre nunca llega a conocerse, sino sólo el "de fachada" que le permite cubrir su identidad femenina.

Sin acompañamiento masculino era imposible para las mujeres salir de sus casas en Afganistán, pero todos los hombres de la vida de Osama están muertos.

Como el padre pereció en la guerra santa, la pequeña se ve obligada a salir para intentar ganar el sustento para su madre y su abuela, que de otro modo morirían de hambre, al igual que ella misma.

En opinión de su director, Siddiq Barmak, una activa política cultural es, junto con el establecimiento de la seguridad, el único medio de democratizar Afganistán.

"Todos los pasos culturales que damos pueden sustituir a las ar-mas", afirma el director del Instituto de Cine Afgano, puesto que también ocupaba antes de la era talibán.

"Las condiciones para los cineastas en Afganistán siguen siendo increíblemente difíciles. Los talibanes destruyeron todo, cámaras, lámparas, pantallas. No había nada. Y la mayoría de los creadores han huido. El clima espiritual sigue además sin ser libre. En algunas regiones continúa siendo muy peligroso rodar o mostrar películas", explica el realizador, de 41 años.

Barmak añade que dos días después de la caída de los talibanes abrió en Kabul, la capital del pais, el primer cine. Hoy hay ocho, que muestran sobre todo filmes indios.

"Pero también hacemos cine callejero con contenido educativo" para formar a tantas personas que no saben leer ni tienen televisión, señala.

"En colaboración con la ONU mostramos cortos sobre temas como la democracia, los derechos ciudadanos y la salud. Gustan mucho también las películas mudas de Buster Keaton o Charlie Chaplin. Eso libera algo en las cabezas. Los niños ríen, los viejos se quedan pensando", dice.

La protagonista del filme, Marina Golbahari, pedía limosna en la calle cuando Barmak la contrató.

"Me quedé fascinado con su rostro, pero ella ni siquiera sabía lo que era una película. Hoy aprende a leer y a escribir con el objetivo de ser actriz. Eso es para mí un avance."

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