La guerra civil de las pandillas mexicanas en California Norteños: los hijos de chávez Julia Reynolds y George B. Sánchez* Mientras el movimiento chicano cobraba fuerza, en las cárceles de California los hijos de inmigrantes comenzaron a formar su brazo justiciero. Hicieron un cóctel con los ideales de César Chávez y el radicalismo de las Panteras Negras y fundaron Nuestra Familia. Muchos tatuaron en sus cuerpos el águila rojinegra de la Unión de Campesinos (UFW, por sus siglas en inglés). Pero Nuestra Familia perdió pronto sus raíces políticas radicales y se convirtió en una temible pandilla que desde prisión controla el tráfico de drogas y armas. Además del dinero, su obsesión es combatir a los sureños, pandilleros mexicanos o de origen mexicano igual que ellos
Segunda parte La Causa no necesita ser vivida dos veces. La conciencia y el orgullo que surgieron a partir de nuestro sindicato están vivos y crecen dentro de millones de jóvenes hispanos que nunca trabajarán en una granja (César Chávez). Yo simplemente creo que moriré por mi causa (Juan, pandillero norteño). El primero de abril de 2001, Armando Tizok Frías, de 19 años, fue liberado del California Youth Authority, la prisión estatal para adolescentes y adultos jóvenes. Tenía ganas de ver a su novia y al bebé de seis meses que apenas había conocido. El pequeño nació mientras él estaba en la cárcel. Llegó a Salinas, su pueblo natal,
una comunidad costera-granjera, a 160 kilómetros al sur de San Francisco,
donde la lechuga, el brócoli y la fresa son cosechados por una población
de ascendencia principalmente mexicana. Inmediatamente, Armando fue a casa
de un amigo para reportarse con sus jefes, "asociados" de Nuestra Familia
(NF), la poderosa y más sofisticada pandilla carcelaria
Tenía dudas sobre su visita. Sí, era un pandillero, un norteño para ser exacto, y, de hecho, había obtenido un sitio en Nuestra Raza, una peligrosa pandilla "industrial", que se encuentra un escalón debajo de Nuestra Familia, la madre de todas las pandillas callejeras norteñas de California. Le gustaba el estilo de vida pandilleril: balear a miembros sureños rivales, vender drogas y robar a sus border brothers(hermanos de la frontera), los inmigrantes mexicanos que guardan su dinero en los zapatos el día de paga y casi nunca denuncian los crímenes a la policía por miedo a ser deportados. Y además, estaban las fiestas y las mujeres. Armando estaba partido en dos: amaba ser pandillero, pero muchos de sus viejos amigos se habían casado, asentado y comenzado a trabajar legalmente, mientras él estaba en la cárcel. Si quería continuar con ese estilo de vida la única opción real era volverse un profesional. Mientras más se acercaba a Nuestra Familia, más serio se volvía el trabajo. Todo era negocios, y en esta organización criminal factores como reventarse y tener mujeres entorpecían los negocios. Pero este debate interno era irrelevante. Armando había sido iniciado en Nuestra Raza; había hecho un compromiso de vida con la pandilla, y punto. "No había camino de regreso", dice. Tocó y su nuevo jefe abrió la puerta. uuu La ahora tristemente célebre pandilla carcelaria echó raíces en los sesenta, en la Prisión Estatal Soledad, una fría fortaleza ubicada a 40 kilómetros al sur de Salinas, en el corazón de este fértil valle. Era un momento en el que el movimiento de orgullo chicano hacía sus pininos y, en toda la nación, los negros, latinos y la contracultura blanca le otorgaban cierto glamour rebelde a ser encarcelados. George Jackson [líder de las Panteras Negras] escribió Cartas de la cárcel desde Soledad. Attica y San Quintín, con sus sublevaciones, eran campos de batalla revolucionarios. Hasta en la izquierda no violenta ser encarcelado no era motivo de deshonor. En 1970, el líder laboral César Chávez estuvo dos semanas en la cárcel del condado de Salinas tras desafiar a los productores de lechuga que intentaron romper una huelga organizada por los jornaleros agrícolas. La viuda de Robert Kennedy, Ethel, lo visitó en aquella decrépita estructura, que hoy figura en el Registro Nacional de Lugares Históricos y quizá sea convertido en museo en honor a Chávez. En aquellos turbulentos tiempos, un movimiento carcelario dirigido por los granjeros chicanos del norte de California comenzó a tomar forma mediante una suerte de mezcla de los ideales de César Chávez y su movimiento no violento y el rudo radicalismo carcelario de las Panteras Negras. Se llamaba Nuestra Familia. En los setenta, el padre de Armando, Armando Rico Frías, fue uno de los fundadores de la más grande pandilla norteña en Salinas. En los ochenta estuvo encarcelado en Soledad y conoce bien la historia de NF. "Nosotros los norteños, detrás de las paredes de la prisión, éramos minoría", dice Frías. "Y había mucha injusticia contra nosotros porque éramos de pequeños pueblos granjeros, no de la gran ciudad. Fue en el mismo tiempo en que César Chávez realizaba su movimiento por los campesinos... él unificó a los campesinos tú sabes, la United Farm Workers. Nosotros nos unificamos como campesinos tras los muros." Ese fue el comienzo de la historia de los farm boys (chavos campesinos), ahora un legendario mito subterráneo que, con pocas variaciones, es aprendido y memorizado por casi todos los jóvenes pandilleros norteños en los polvosos y empobrecidos pueblos agrícolas del estado. "La onda era educarnos, aunque fuese tras las paredes de la prisión", dice Frías. "Obtener una educación, leer libros, especialmente si tenían que ver con la causa de César Chávez." Siguiendo la tradición del sindicato campesino, la lucha de los farm boys llegó a conocerse como La Causa.
uuu El primer recuerdo de Armando Tizok es una visita a su padre en la cárcel del condado de Monterey. Cuando era pequeño, dice su padre, a Armando no le gustaba pelear. "Cuando mi hijo lanzaba la pelota jugando beisbol, corría hacia el bateador si le pegaba con la pelota", recuerda Frías. "Se sentía mal si alguien se lastimaba." Armando era bueno para el beisbol y el basquetbol; también viajó a Fresno con un entrenador local para participar en torneos de box. Pero su padre pocas veces lo vio ganar trofeos. Cuando llegaban los sábados, Armando y su hermano menor visitaban a su padre en la cárcel. Al igual que un buen número de familias de Salinas, la de Armando estaba bien atrincherada en la cultura pandillera que permea en los pueblos granjeros. Su padre quería que supiera cómo defenderse. Armando Tizok aprendió a disparar un arma cuando tenía cinco o seis años. Su tío era un prominente miembro de Nuestra Familia. Las tías, primos y tíos estaban en pandillas. En realidad no había dudas: el niño fue criado para ser un soldado norteño. Se le enseñaba la historia de su raza: que provenía de la orgullosa línea de norteños, los farm boys, que habían sufrido en las prisiones, donde se burlaban de ellos y les llamaban farmeros o sodbusters, y se les llegó a conocer despectivamente como busters. Pero regresaban el insulto llamando a los sureños scraps [sobras, deshechos]. Luego los sureños se volvieron el enemigo. Originalmente los pandilleros de ciudades del sur de California, como Los Angeles o San Diego, los sureños, comenzaron a llegar a Salinas y a reclutar adolescentes inmigrantes mexicanos para sus pandillas. Y conforme crecía el número de sureños, también se incrementaba un conflicto basado en viejos resentimientos y odios, que se había transformado en una guerra civil en todo el estado entre los nativos chicanos norteños y los fuereños e inmigrantes. Armando creció en esa tensa atmósfera. Desde temprana edad sabía que tenía un problema de ira incontrolable. A veces se ponía nervioso, inquieto, y el sentimiento se acumulaba durante días hasta que lo sacaba con el siguiente desafortunado sureño que se topara. uuu
desde los nueve años de edad. Cuando era un hombre de Nuestra Familia, con una "N" de oro colgando de una cadena (fotografía cortesía de Armando Frías), y en la cárcel (fotografía: Janjaap Dekker © 2003). Cuando Armando Tizok fue sentenciado a prisión en la California Youth Authority, a la edad de 14 años, comenzó su entrenamiento oficial como norteño. NF ha establecido un estricto régimen "escolar" para la juventud mexicanoamericana de las prisiones y cárceles de California. Armando aprendió, como es costumbre, de un miembro mayor que estuvo en la prisión estatal. Supo que Nuestra Familia fue creada en respuesta a los terrores perpetrados dentro de las prisiones por la Mexican Mafia. "A mediados de los cincuenta", escribía de memoria, "varios tipos del este de Los Angeles estaban en la cárcel juntos. Decidieron formar una pandilla carcelaria, a la que se conoce como la Mexican Mafia o La Eme, para proteger a la raza mexicana de otros presos y del personal de la prisión. Sus razones para formar la pandilla pronto quedaron en el olvido. La Eme comenzó a abusar, faltar al respeto, violar y robar a otros presos, incluso a los de la propia raza mexicana. Sus principales blancos y víctimas se volvieron los mexicanos de pueblos pequeños, o como los llamaba La Eme, los campesinos de los pueblos agrícolas. "Estos campesinos formaron lo que se llama Nuestra Familia." La NF se volvió la pandilla carcelaria más sofisticada en Estados Unidos. Ya para mediados de los setenta, los prisioneros de Soledad habían redactado una "constitución" y creado un cuerpo gobernante llamado La Mesa, que después tuvo su base en las instalaciones de máxima seguridad del estado, la Prisión Estatal de Pelican Bay. En Pelican Bay, desde celdas cerradas 23 horas al día, los líderes de NF lograron manejar empresas criminales en el norte de California a través de mensajes miniatura de contrabando, falso correo legal y cartas cifradas, además de conversaciones en náhuatl. Poco a poco, en Youth Authority Armando fue instruido en historia y reglas de NF y eventualmente le enseñaron copias del "Format", un persuasivo manifiesto que describe la causa y la responsabilidad de cada norteño hacia NF. "Los avances demandan cambios. Es responsabilidad de cada norteño promover la unidad dentro de la raza... un creyente de nuestra lucha debe ser tratado con dignidad y respeto en todos los niveles. Una vez establecida con solidez dentro de las pintas (prisiones), nuestra lucha gradualmente se expandirá a las calles." Armando aprendía rápido. Sus destrezas analíticas se agudizaron. Escribía ensayos sobre el significado del "Format", y cuando tenía 16 años había memorizado los "14 bonds", una serie de pautas de conducta en prisión. Tenía un diccionario en su celda para buscar nuevas palabras. Aprendió a crear una cadena de comando en cualquier cárcel o prisión nueva a la que entrara, para establecer la jerarquía y permitir la comunicación con los líderes de más alto rango de NF. Sus días tras las rejas transcurrieron bajo una estricta rutina, muchas veces comenzaba con la máquina, más o menos una hora de intensos ejercicios físicos. Luego, escribía ensayos sobre la historia norteña y se daba un tiempo de quietud para meditar o escribir cartas. Conforme subía de estatus, Armando escribía reportes sobre las noticias y actividades del día que eran contrabandeados a los "canales" de NF. Finalmente, luego de unos años llegó a estar listo para el siguiente paso: se sometió a un intenso periodo de dos semanas de escuela, entrenamiento, interrogatorio y fue iniciado en Nuestra Raza. Cuando fue liberado, intentó encontrar una cubierta conveniente, como ir al colegio comunitario local, mientras ayudaba en las operaciones de drogas de la pandilla en las calles. Para todos los chicanos, la causa por la justicia de alguna manera se había deformado en un cártel de drogas manejado desde la prisión. Tras casi 40 años de ser una empresa criminal organizada, con unos 600 asesinatos en su lista, Nuestra Familia se había desviado de sus raíces políticas radicales. El padre de Armando dice que hubo "mucho negocio de drogas para apoyar a La Causa, y entró la onda del dinero. Hubo avaricia". La "onda del dinero" está basada en el negocio de las drogas, los robos y, más recientemente, estafas con tarjetas de crédito y falsificaciones. Una de las metas de la pandilla ha sido controlar el comercio ilegal de metamfetaminas y otras drogas en los pueblos agrícolas de California. Ahí, en sórdidos distritos y callejones, los jóvenes venden droga y extorsionan a otros narcotraficantes, y si es necesario llevan a cabo "golpes" contra quienes no pagan. Se supone que 20% de las ganancias es enviado a "bancos" secretos de NF para financiar el mantenimiento de familias, televisores, estéreos y otros lujos de los líderes de la pandilla en Pelican Bay. "Esa es la mentalidad de NF. No lo hagas, consigue a alguien que lo haga", dice Willie Stokes, un "asociado" de NF en Salinas, quien salió de la pandilla. "Ve por estos jóvenes mira nada más sus ganas por hacer las cosas, así que ve por ellos, enséñales... muéstrales algo de amor, algún falso sentido del amor, y lo harán." Armando era uno de esos jovencitos dispuestos a hacer cualquier cosa, siempre listo para la acción. En 2000, estaba de regreso en las calles. El 17 de junio hubo una balacera. La policía de Salinas estaba haciendo preguntas en la casa de una víctima cuando un joven descaradamente caminó hacia la residencia con una escopeta y disparó hacia dentro. La policía cree que fue Armando él lo niega. Los oficiales persiguieron al hombre hasta que entró corriendo en una casa cercana. Llamaron a una unidad SWAT para que rodeara la casa, y tras varias horas, al llegar a un tenso empate a altas horas de la noche, su jefe en Nuestra Familia, Robert Bubba Hanrahan, y dos "asociados" de NF, Sophia Rocha y Gabe Caracheo, se rindieron. Cuando llegó la mañana, Armando había perdido el conocimiento a causa del alcohol, y dice que no se dio cuenta de que sus amigos se habían entregado. Crudo, se levantó para cerrar la puerta y escuchó los megáfonos de la policía afuera. Dice que se puso los zapatos, se tomó de un jalón una cerveza más y fue el último en cruzar, con las manos alzadas, el umbral de la puerta. La escopeta fue encontrada en el patio trasero, pero la policía nunca pudo comprobar quién disparó. Armando y los otros fueron enviados de vuelta a la prisión por violaciones a la libertad condicional. uuu Cuando era más joven, Armando disfrutaba relajarse al compás del reggae: Steel Pulse, Eek-A-Mouse o Bob Marley cantando suavemente: "Good friends we have lost, along the way... (buenos amigos hemos perdido, en el camino...)." Ahora se estaba volviendo más viejo y ya había perdido a dos de sus mejores amigos. El primero cuando tenía 14. El y sus homeboys [carnales del barrio] estaban robando a unos border brothers. Hubo balazos y su mejor amigo y uno de los mexicanos fueron alcanzados por las balas. La policía y la familia de su amigo creen que Armando accidentalmente disparó la bala que lo mató, pero él lo niega y dice que le dolió mucho ver a su amigo morir. Luego, su amigo Vincent Sánchez fue asesinado a sangre fría por sus propios homeboys de Nuestra Familia, porque se rehusó a matar, para la pandilla, a un narcotraficante. Su cuerpo fue encontrado a la orilla de una carretera en la montaña. Pero la muerte de su abuelo le produjo un shock aún mayor. "Cuando murió me desbaraté", dice. "Apenas había cumplido los 18. Había hablado con él por teléfono; le había dicho que lo amaba, y él había comenzado a llorar. Muchos de nosotros estamos encarcelados. Mis tíos, mis primos, estaban encarcelados. Se sintió bien de que le dijera que lo amaba." Pero cuando Armando salió bajo libertad condicional, finalmente aprendió un secreto de familia: su abuelo, a quien había conocido y amado, en realidad no era el padre de su padre. "Me fui de la casa. Pensaba que no es algo que uno quisiera escuchar. Fue algo que contribuyó a que ya no me importara nada", dice. Después de eso, Armando dice que se volvió más duro. Más frío. Perdió su habilidad para llorar. "Ojalá pudiera, pero no puedo", dice. En los escasos momentos en que se alejaba de las zonas de batalla las prisiones y las sórdidas calles donde, entrada la noche, vendía drogas cerca de las vías del tren, Armando era una persona diferente. En casa, que muchas veces era un barato cuarto de motel en Salinas, era suave y afectuoso con su novia e hijo. Amaba a su familia, especialmente a su padre. Era amable y considerado con las personas mayores y las mujeres. Reía con facilidad y rápidamente iluminaba las conversaciones con una enorme y soleada sonrisa. Aún era un adolescente que podía alegrar las cartas a sus amigos con dibujos de bobas caricaturas. Fue un largo viaje para un suave niño al que no le gustaba pelear, hasta convertirse en un hombre que en un instante podía acuchillar la cara de un enemigo con una navaja. Al igual que un bien entrenado soldado, Armando simplemente no sentía nada cuando hería a un enemigo de La Causa. Era insensible a todo eso, y nunca le causó pesadillas. Se había vuelto un gángster de tiempo completo, musculoso y bien instruido para la pelea. Sabía construir armas de prisión, como navajas miniatura tomahawk y cuchillos a partir hojas de revistas, agua y jabón. Sabía usar todo tipo de armas de fuego, desde fusiles semiautomáticos SKS hasta 9 milímetros. Su Camaro modelo 1989 era roja el color de los norteños y ahora desde su estéreo retumbaba la dura letra de un CD de rap subterráneo que se vendía en todo el norte de California, llamado Generaciones de Norteños Unidos. Canciones como Scrap Killa ["Matón deScraps"] y Pinta Bound ["Hacia la Cárcel"] llenaban su mente. El CD fue financiado en 1998 desde la prisión de Pelican Bay por el general de Nuestra Familia de más alto rango, Gerald Cuete Rubalcaba. La idea era que el rap uniera y galvanizara a los jóvenes soldados norteños en todo el estado. Y lo hizo. Miles compraron el álbum en las principales tiendas de discos, como Sam Goodys.
El productor del CD, Robert Gratton, integrante de Nuestra Familia, dice que ganó más de 100 mil dólares con el álbum y con la segunda parte de éste, Cuete, que traía en la portada el águila roja y negra de la organización. Para la nueva generación que vive en ciudades como Salinas, esa águila de "huelga" un pájaro negro de trazo azteca con un fondo rojo ya no representa a la Unión de Campesinos (United Farm Workers), el sindicato iniciado por César Chávez y Dolores Huerta. Aquí, el águila se ha vuelto un símbolo de las pandillas norteñas. Para algunos, el tatuaje del águila significa incluso que su portador ha matado por La Causa. La nieta de César Chávez, Teresa Chávez Delgado, también tiene el tatuaje del águila de los jornaleros agrícolas. Lo porta en honor a su abuelo y a su lucha. Se pone furiosa cuando escucha sobre los jóvenes pandilleros que usan la imagen del sindicato, especialmente porque Chávez adoptó la no violencia como la única manera duradera de luchar contra la injusticia. "No saben nada sobre la historia de mi abuelo", dice. Pero, para Armando, Chávez es un héroe todavía. "Si ves la historia, quería igualdad, quería respeto. Simplemente era una situación distinta", dice. "Lo respeto como persona. No se doblegó. No dejó que nada se interpusiera en su camino." uuu Durante sus tiempos más solitarios, Armando ideó un mantra para su propia supervivencia: "Es más fácil odiar que amar." Ahora, de regreso en la cárcel, estoicamente repite la línea hasta creer en ella. Pero su historia, como la de los campesinos, es más compleja que esta cínica afirmación. Al mirar un video del tercer cumpleaños de su hijo olvida sus muñecas con grilletes y las pálidas y amarillas paredes de bloques de cemento, y sonríe casi llora cuando ve la sonriente cara de su hijo en la pantalla. De manera extraña tristemente, las palabras que Chávez dijo hace mucho tiempo en Salinas suenan ahora como advertencia para los norteños de la generación de Armando, los hijos perdidos de Chávez: "No pueden corregir las injusticias advirtió porque, de cierta manera, aún no se han dado cuenta de que el poder de la no violencia realmente no es nada más que amor." En 2001, Armando Tizok Frías llevó a cabo el más alto sacrificio por La Causa. Cometió un asesinato por Nuestra Familia, y por ese acto enfrenta una vida en prisión. Resulta que odiar, después de todo, no es tan fácil. Colaboraron en este reportaje: Nada Behziz, Justin Kane, David Montero, Michael Chandler, Marlena Telvick, Mara Reynolds, Oriana Zill de Granados y estudiantes del seminario sobre periodismo de investigación de Lowell Bergman en la UC Berkeley Graduate School of Journalism. (Traducción: Tania
Molina Ramírez)
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