Jornada Semanal, domingo 21 de diciembre  del 2003                núm. 459

LUIS TOVAR

MI NOVIA YA NO ES VIRGINIA

Se supone que la película se llama Ladies night porque toma el nombre de un bar striper, chippendale o sólo para mujeres, al que Alicia (Ana Claudia Talancón) y Ana (Ana de la Reguera) van para encontrar a Roco (Luis Roberto Guzmán), desnudista contratado por Ana para la despedida de soltera de Alicia, próxima a casarse con Fabián (Fabián Corres). Alicia lo busca porque se enamoró de él a primera vista, y Ana le ayuda porque Roco robó, entre otras cosas, una cámara de video donde está grabado el coito entre ella y Fabián, y no quiere que Alicia lo vea.

De haber sido advertida, la primera y grave incongruencia de este argumento mínimo haría imposible el desarrollo de la historia tal como se ve: ¿por qué Ana, que quiere ocultar la existencia del video incriminador, da a Alicia la pista para encontrar al desnudista? Y si ya es imposible que Alicia vea el video, ¿para qué recuperarlo? Como ni siquiera simpatizan, queda descartado el expediente de que Ana se solidarice con el enamoramiento de Alicia y por eso la acompañe a buscar al striper. De hecho, Ana no fue invitada a la despedida de soltera, fue por su cuenta y contrató al desnudista para fastidiar a la niña fresa de Alicia. Y más allá: dado que a su vez Ana está enamorada de Fabián, ¿no le convendría, en todo caso, recuperar el video no para ocultarlo sino para mostrárselo a Alicia, estropear así la inminente boda y quedarse con el novio? Créalo usted o no, buena parte de lo anterior es lo que a fin de cuentas sucede en Ladies night. Alicia se va con el desnudista, ella y Ana se hacen amigas, y esta última, muy probablemente, se quede con Fabián.

LA ZORRA EM-PUTADA

La sorpresa no es un factor al que haya recurrido Gabriela Tagliavini, directora de este largometraje producido por Argos, pues bastan los primeros minutos de la cinta para saber en qué va a parar todo. De suyo inconsistente, la trama parece estar concebida sólo con el propósito de armar una situación que propicie el encuentro de dos mujeres jóvenes provenientes de medios socioeconómicos opuestos: Alicia es fresa, soñadora, pulcra, elegante, decente, económicamente acomodada, de su boca no sale ni un "pendejo" y está incapacitada para pensar, desear o imaginar cualquier cosa que caiga fuera del marco de costumbres dictado por su entorno. Ana es reventada, fodonga, lépera, se tira pedos, no para de hablar de vergas y cogidas, y está incapacitada para aceptar que los demás no están pendejos por no pensar o ser como ella.

Aunque la película consiste sobre todo en exponer el tránsito de una y otra desde su postura idiosincrásica hasta la de su deuteragonista, un trazo de personajes tan basto acaba inevitablemente por confundir la congruencia con el cliché. Los mejores ejemplos de tal maniqueísmo están en el lenguaje: la identificación mutua cristaliza cuando Alicia es capaz de decirle "puta" a Ana, y a su vez ésta le dice "zorra" a Alicia.

LA MEMBRANA DE LA VAGINA

Amén de consistir en un catálogo de lugares comunes acerca de cómo son las chicas fresas y cómo las reventadas, Ladies night es, de seguro contra sus intenciones, una vía muy ancha que desemboca en misoginia, entendida ésta como menosprecio y minimización hacia las mujeres. ¿O no es minimizar la reducción de los personajes a meros –y supuestos– modelos? ¿No es minimizar ponerlas a la búsqueda denodada del príncipe azul y, por consiguiente, hacer que felicidad y plenitud femeninas dependan de encontrar al hombre de su vida? ¿No será minimizar, la reiterada y francamente retrógrada alusión a la virginidad y, para peor, rematar con ese tema al final, con una supuesta vuelta de tuerca, cuando la puta de Ana confiesa que su primera vez fue ésa que quedó grabada, y a su vez Alicia la decente le cuenta que ya no era virgen pero deja que todo mundo crea que sí lo es? Según Ladies night, entonces, como en cualquier revista tipo Sexacional de colegialas, el universo femenino sigue dividiéndose en putas y santas, y lo más que puede suceder es que la puta sea santa y la santa, puta.

Con una edición de videoclip, animación tributaria del cómic y muchas secuencias de stripers haciendo lo suyo, Ladies night se suma a ese cine que en aras de dar con lo entretenido pierde por completo la posibilidad de toparse con lo inteligente, como si fueran dos puntos inconciliables.