Jornada Semanal, domingo  21 de diciembre de 2003           núm. 459

MICHELLE SOLANO

PERCOSSI OBBLIGATI

Teatro Sunil está celebrando veinte años de actividades y como parte de esta celebración repone dos espectáculos que han sido parte fundamental de su desarrollo: Ícaro, que en definitiva ha probado ser uno de los consentidos del público mexicano, y Percossi obbligati o Tratado sobre la vida conyugal.

No es novedad que el trabajo de Teatro Sunil y de Daniele Finzi Pasca tiene una de sus bases en el desarrollo de la técnica del clown y que en nuestro país ha influido de manera sustancial en el modo no sólo de percibir el trabajo del clown, sino también en la forma de trabajarlo.

Hay quienes dicen que al teatro carente de texto o parlamentos por parte de los actores hay que llamarlo "espectáculo", ya que para ser teatro requiere necesariamente (y casi como una condición ineludible) una dramaturgia que sustente la acción dramática, cuente una historia, dé carácter a los personajes, establezca el conflicto y...

La dramaturgia no es (o no debiera ser) únicamente, aquel material que llegará al espectador a través de lo que los actores dicen, sino todo aquello que significa contar una historia a través de otros elementos que también constituyen el hecho escénico, a pesar de que no exista un solo texto en boca de los actuantes.

Percossi obbligati es un claro ejemplo de ello: dos intérpretes –un percusionista y una bailarina– elaboran una atmósfera, una historia (en donde hasta el más formal y académico de los puristas puede detectar antecedentes, conflicto, nudo y desenlace) a través del lenguaje corporal y la música. El ritmo –noción casi en desuso para muchos dramaturgos y directores– es un ingrediente básico del hecho escénico y aquí va más allá, pues es la médula, la materia prima a través de la cual se revela una historia que es de todos conocida pero cuyo encanto estriba en la forma en que es contada.

A través de los diferentes tempos de la música, de la danza, de movimientos y ejercicios de clown, Maria Bonzanigo y Nicola Marinoni establecen las diferentes etapas de la vida conyugal: el enamoramiento, el encanto, los pequeños detalles de la cotidianidad, los problemas, las reconciliaciones, la desilusión y todo aquello que habita en el universo de dos seres que deciden compartir su vida.

Una de las características más notables de Bonzanigo y Marinoni es que, a la par que el espectáculo, plantean una reflexión sobre el trabajo del actor-músico-clown. No hay fronteras visibles, no podría decirse que son músicos tratando de danzar, o actores tratando de hacer música. Coexisten en ellos todas estas disciplinas en un equilibrio más que armónico. El espectador tiene frente a sí todo cuanto requiere para conocer y entender la historia de manera más que elocuente, así, sin palabras, o con muy pocas, y tan dislocadas o inconclusas que ni siquiera llegan a conformar un núcleo de suma importancia. Las palabras que se dicen pudieran no estar y el efecto sería el mismo; lo cual no quiere decir –bajo ningún motivo– que esas poquísimas palabras le sobren o le resulten innecesarias, pues es a través de otro discurso que se ha tejido la complejidad de esta anécdota.

Dirige esta puesta Daniele Finzi, quien también fundó el Teatro Sunil. Pocas compañías son tan fieles a sus objetivos y obsesiones. Fuera del resultado de sus puestas –pues no todas comparten la misma altura– cada una de ellas significa algo más de la búsqueda tanto temática como técnica que han emprendido a lo largo de su trayectoria. En Percossi obbligati (cuyo debut ocurrió varios años atrás) puede leerse o entenderse la línea que ha llevado Teatro Sunil que, tras esta puesta e Ícaro, se ha aventurado en espectáculos más complejos, de formato mayor como Visitatio, por ejemplo, en donde participaban muchos más actores y elementos en la escena.

Percossi obbligati encarna un juego entrañable, los actores se adueñan del público desde el principio, le proveen de carcajadas, de momentos sumamente frágiles y otros que de tan íntimos provocan la complicidad entre el escenario y las butacas. Eso lo intentan muchos, pero a muy pocos les sale bien.
 

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