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México D.F. Sábado 20 de diciembre de 2003

ENTREVISTA /MARCELA MACHACA, COFUNDADORA DE LA ASOCIACION BARTOLOME ARIPAYLLA

''Los conocimientos indígenas, superiores a los universitarios''

EL MOVIMIENTO INDIO EN PERU, SILENCIOSO PERO FUERTE, INDICA

La organización en que participa la agrónoma y activista peruana se dedica a la afirmación cultural andina; promueve la diversidad, cosmovisión y experiencia agrícola de los pueblos quechuas

ARTURO JIMENEZ

En Perú no existe la efervescencia social y política que han mostrado, por ejemplo, los pueblos indígenas de Ecuador o Bolivia en los últimos años. Sin embargo, muchas cosas se mueven por debajo de las apariencias.

''En el caso de Perú el 'movimiento indígena' es mucho más invisible y silencioso. Y esta forma silenciosa de hacer las cosas se está fortaleciendo. Nosotros no tenemos los mismos contextos de Bolivia y Ecuador, que tienen formas propias de hacer sus movimientos''.

Habla en entrevista la agrónoma y activista quechua Marcela Machaca, cofundadora en 1991 de la Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA), "núcleo de afirmación cultural andina (Naca)" con sede en la comunidad de Quispillaccta, provincia de Cangallo, en el corazón de las montañas de Ayacucho, en Perú, y que se coordina con organizaciones similares en otros lugares del país.

Hace unos días Machaca participó en la ciudad de México en el encuentro América Profunda, organizado por el investigador y activista social Gustavo Esteva, director del Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales, con sede en la ciudad de Oaxaca, y el peruano Grimaldo Rengifo, director del Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (Pratec).

Un ejemplo de lo que podría llamarse el Perú profundo y que es casi desconocido, pese a sus características excepcionales, lo refiere el propio Rengifo y sucedió de mediados de los 70 a mediados de los 90.

Fue una etapa en la que las comunidades indígenas se organizaron para recuperar, poco a poco, recorriendo la posición de las cercas, un millón de hectáreas de manos de empresas privadas, en el contexto del "conflicto entre la oligarquía y Sendero Luminoso".

Comenta Rengifo: "Se generó una organización totalmente heterodoxa, algo jamás visto en la historia del país: sin movimiento campesino, sin líderes indígenas, sin todo el esquema de revuelta social que uno tiene siempre en la cabeza".

En esa línea invisible y silenciosa se inscribe el trabajo de ABA y de la Coordinadora de los Núcleos de Afirmación Cultural Andina (Conaca), a la que pertenece y que por el momento suma 17 Nacas.

Organización y cariño

Marcela Machaca ofrece la charla luego de la clausura de América Profunda, que durante cuatro días se realizó en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

''En Perú tenemos una especie de red, pero que tampoco es una red oficial. Son organizaciones independientes que estamos unidas por la noción de familia y por el cariño".

Habla de las Nacas y de la Conaca, y comenta que sus representantes se reúnen casi cada año alrededor del Pratec de Rengifo, el "núcleo mayor" que las convoca a nivel nacional, aunque también existen foros regionales.

"La forma organizativa de las Nacas va haciéndose sentir en las actuales circunstancias de Perú. Incluso los mismos proyectos oficiales de desarrollo ven nuestra experiencia como una alternativa efectiva a las intervenciones externas en las comunidades campesinas y de manera permanente nos piden que la compartamos.

"La universidad misma nos acepta ahora como una experiencia alternativa al desarrollo. Estamos en un camino en el que fortalecemos estas redes de amistad y de familia, como instituciones y como personas."

En el caso concreto de ABA, la Naca en la que participa Machaca se encuentra formada por indígenas quechuas de Quispillaccta que egresaron de la universidad, sobre todo en el área de agronomía, con el fin de fortalecer la cultura y la agricultura andinas a partir de los conocimientos ancestrales.

"Lo que hago en esta comunidad es acompañar y ser acompañada en la agricultura ritual, que iniciamos formando parte de ABA. En el inicio sólo éramos mi hermana Magdalena y yo. La organización se formó luego de una investigación para poder graduarnos en la universidad.

"Con esa investigación constatamos que lo que se aprende en la universidad no es viable o, en todo caso, ha sido probado en comunidades como la mía y no ha dado frutos, como es evidente por los muchos trabajos y obras que quedaron sin uso, abandonados.

"Vimos cómo es que, habiendo hecho estos proyectos de desarrollo, incluso con mano de obra no pagada de la comunidad y con recursos externos, muchos de ellos bastante significativos, no pueden ser sostenibles en el tiempo, porque apenas se terminan ya no hay apoyo y no funcionan.

"Los resultados escasos que se obtienen no son cuidados ni mantenidos por la comunidad. Eso nos llevó a ver las cosas de otra manera. ¿Qué es lo que tienen nuestras comunidades y nuestra cultura que no pueden hacer uso de estas obras?

"Una de las cuestiones centrales es que constatamos que estas obras, hechas con la mejor voluntad, no son compatibles con nuestra realidad y cosmovisión, con nuestra cultura. Por eso es que muchas veces esas obras no funcionan. Y el conocimiento de las universidades no se armonizaba con la realidad social existente en las comunidades.

"Básicamente esos proyectos son dirigidos desde una perspectiva occidental, desde las carencias, tratando de solucionar las carencias que encuentran, pero desde su visión de profesionales y citadinos. Casi la mayoría son agentes externos de una comunidad."

La ignorancia de Occidente

Con esas "constataciones" es que Marcela y Magdalena comenzaron a observar de otra manera a su comunidad. "Nosotras mismas también tratábamos de hacer extensivo el conocimiento que se aprende en las universidades e, igualmente, tropezamos.

"A partir de ahí nos planteamos el acompañar porque lo aprendido en la universidad no servía para enseñar. Acompañar ese proceso que hay en las comunidades, esa agricultura ritual, como le llamamos posteriormente, y que es la agricultura local, ancestral.

"Frente a los 8 mil años de sabiduría que tiene la agricultura tradicional, nuestro conocimiento adquirido en cinco años en la universidad no es prácticamente nada. Reconociendo que no somos quién para enseñar, sino más bien para aprender, nos recomunalizamos dentro de nuestra propia comunidad."

El trabajo de ABA realiza "el cruce" de dos procesos paralelos. "El proceso de desaprendizaje, en el que nos juntamos de manera permanente con otras organizaciones que tienen preocupaciones similares para conversar sobre qué más hace daño a nuestra cultura. Y también recopilamos la sabiduría de nuestro pueblo en todos los aspectos".

Los integrantes de ABA han dado a conocer varios artículos en diversas publicaciones y han editado algunos libros y videos. El tema que une a todo ese material es la diversidad, cómo es la cosmovisión de los pueblos quechuas alrededor de la agricultura y las formas propias de ésta.

Entre los libros se encuentran Kancha Chacra Sunqulla. La cultura agrocéntrica en el ayllu Quispillaccta, escrito por las hermanas Machaca y otros autores. En el libro se muestra, refiere la ficha bibliográfica, "el cariño y respeto de la comunidad humana por las plantas, los animales y todo aquello que anima la vida agropecuaria andina".

Y más adelante: "Para el quispillacctino, su chacra no es un recurso que está fuera de él y con el cual mantiene una relación de explotación para obtener productos".

Otro libro es Crianza andina de la chacra en Quispillaccta. Semillas, plagas y enfermedades, que muestra la riqueza del germoplasma vegetal y el control ancestral de plagas. Occidente, se plantea en el texto, "debería aprender de lo andino".

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