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México D.F. Viernes 19 de diciembre de 2003

Vilma Fuentes

ƑMás real la ficción o la realidad?

Umberto Eco escribió que, cuando vio en la televisión las imágenes de los pasos del primer hombre sobre la Luna, dejó de creer en ese viaje y en esos pasos. Por mi parte, recuerdo que mi papá me despertó con un grito: ''šCórrele, Pingo, ven a ver el primer hombre que pisa la Luna!'' Bajé corriendo las escaleras para ver durante media hora los famosos pasos, lentos y sin gravitación, de una especie de robot vestido de hombre-rana.

De repente, nos cortaron las imágenes, sin ninguna atención a nuestra sensibilidad, para decirnos que todo lo que habíamos visto era filmado en estudio y que ahora sí teníamos en la pantalla chica las primeras imágenes reales del primer hombre sobre la Luna. Eran idénticas a las otras. No parecía haber más realidad en las primeras que en las segundas.

Me quedé tan callada como mi padre. Pero el entusiasmo por la proeza quedó más que menguado. La duda se había introducido como ácido corrosivo en la realidad. La sensación era más punzante que el día que dejé de creer en Santaclós.

Sin contar con el hecho de que mi papá era periodista y comentaba para él mismo en voz alta su lectura de los diarios, las dudas sobre la realidad de las imágenes que veía en la televisión, sobre todo las que se pretendían verdaderas y no ficticias, me persiguieron durante años como un virus de culpabilidad inyectado por malos genios.

Las imágenes de los cientos de cadáveres desenterrados de Timisoara que resultaron una produccción cinematográfica y no una información verdadera confirmaron mis dudas, compartidas con las de Eco, sobre la realidad informativa. Todo puede inventarse, algo puede ser real, algo verdad, algo falso, algo mentira. šQué trabajo para la intelligentzia si quiere trabajar de veras en algo...! Y no en discutir sobre la política con los prejuicios que condujeron a tantos y tan graves errores durante el siglo pasado a las mejores inteligencias de la época... casi siempre equivocadas. (El ''casi'' es por gentileza por Sartre).

De repente, antes de que varias generaciones se dieran cuenta, comenzaron las imágenes y la información de Internet. Los considerados ''adultos'', salvo excepciones, no dieron mayor importancia a un sistema que no sabían manipular. La carrera entre los adolescentes, cada vez más jóvenes, y los adultos, cada día más viejos, comenzaba. Ahora, los mismos adolescentes han sido rebasados por los niños de siete, nueve años.

Pero, Ƒen qué hemos sido rebasados? ƑPor qué la intelligentzia no se ocupa de algo más grave que el descubrimiento de América? El descubrimiento de la irrealidad, de lo virtual, de lo falso... sin que sea mentira, ni falso, ni irreal. En suma, de una nueva realidad que nos rebasa.

Dos contraejemplos. El primero, adorable, me lo hizo vivir Pablo cuando, a los tres años y medio, estaba seguro de la existencia de los dragones y, en cambio, cuando le señalé un perro dálmata que él no alcanzó a ver y, sin siquiera darse la pena de volver la cabeza, me dijo: ''los dálmatas no existen de verdad, son cine''.

El segundo, monstruoso, el caso de un adolescente que, inspirado en una película vista decenas de veces, asesinó a una amiga tal como había visto hacerlo en el filme. Su única justificación, al ser interrogado, fue que bastaba con rembobinar la película... con la seguridad de que todo podía recomenzar. Inclusive su crimen.

Si los periodistas de occidente ponen en duda las imágenes de Bin Laden como las de las apariciones de Saddam Hussein durante la guerra en Irak, los iraquíes, y otros pueblos árabes, se preguntan ahora, cuando no están por completo convencidos, ante las imágenes de Hussein detenido, si de veras se trata de él o de uno de sus dobles.

Yo misma, bromeando a medias, me pregunté si la visita de Bush a las tropas estadunidenses en Irak, el Día de Acción Gracias, era real o se trataba de una corto filmado en Hollywood.

Sin tratar de responder por qué el ser y no la nada, me limito a asombrarme preguntándome dónde está la frontera entre realidad y ficción, si acaso existe.

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