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México D.F. Jueves 18 de diciembre de 2003

Angel Guerra Cabrera

El obstáculo cubano

La semana pasada escribí que la amenaza de una intervención militar en Cuba se había alejado a partir del desmontaje en abril del plan subversivo de Washington y de la exitosa contraofensiva política lanzada por la isla. Creo que era acertada la argumentación de por qué el peligro de un ataque de Estados Unidos continúa presente. Pero no la afirmación de que se ha alejado.

Pude comprobarlo cuando horas después de entregar el artículo leí el discurso de Fidel Castro en la Escuela Marcelo Salado, de Cárdenas. De allí esta rectificación ineludible, por tratarse de un asunto en el que, además de la vida de millones de cubanos, está en juego la esperanza que significa Cuba para los pobres de la Tierra. También, por el respeto que debe a sí mismo y a los lectores quien dispone de un espacio periodístico.

El mencionado discurso es de indispensable consulta para todo el que aspire a poner fin a la pesadilla neoliberal y es iluminador sobre la motivación principal de los planes anticubanos de Estados Unidos: a éste le resulta intolerable hoy una Cuba negada a plegársele, cuya obra social y cultural pone en peligro por sí sola su proyecto de hegemonía mundial. Fidel desnuda a una potencia imperial soberbia como nunca, pero también más insegura y temerosa que nunca ante pueblos que desbordan de ira. Pone de ejemplo a los presidentes defenestrados en Argentina y Bolivia "sin disparar un tiro", y señala: "ya son tan débiles los gobiernos y están en situaciones tan críticas que con un soplido caen".

En contraste con las privatizaciones, el abandono del Estado de sus deberes sociales, el robo al erario y el empobrecimiento inicuo que sufren la casi totalidad de los pueblos latinoamericanos, cita algunos logros del sistema social de Cuba en las difíciles circunstancias de los últimos años. Entre ellos el pleno empleo, la escolarización de la gran mayoría de niños y jóvenes, la universalización de la educación superior, las tasas de mortalidad infantil inferiores a las de Estados Unidos. Con más maestros y médicos que ningún otro país, comparados con su población, Cuba exhibe la menor incidencia de sida en el mundo. La cooperación que brinda a otros estados pobres de Africa, América Latina y el Caribe en el terreno de la salud es superior a la de cualquiera de los países desarrollados. Muchos vuelven sus ojos hacia la isla donde ven en construcción el otro mundo solidario, alternativo al egoista impuesto por el capitalismo a la mayoría del género humano.

Fidel seguramente posee otros argumentos que no mencionó por elemental discreción. Quienes conocen bien los asuntos cubanos saben la cantidad de tiempo que dedica diariamente a mantenerse informado, de las noticias confidenciales que le hacen llegar numerosos amigos de Cuba en el mundo, incluso desde Estados Unidos. Saben de su cerebro político privilegiado, dotado de sólida cultura general, cultivado esmeradamente con años de infatigable dedicación al estudio de los conflictos que amenazan a nuestra especie y a imaginar cómo solucionarlos. Una opinión hecha pública por el líder cubano en una cuestión estratégica, como son los planes de agresión de Estados Unidos, lleva ese respaldo, sumado a su proverbial manera de "apreciar los peligros y los principios" de que hablara Che Guevara. Y cuenta con el excepcional aval de haber derrotado los innumerables intentos de destruir la revolución por parte de ocho inquilinos de la Casa Blanca.

Fidel pronunció este discurso recién concluida la primera reunión de la llamada Comisión Presidencial para la Asistencia a una Cuba Libre, cuyo objetivo definió así Bush el pasado 10 de octubre al anunciar su creación: "Cuba no cambiará por sí misma, pero Cuba tiene que cambiar". Si esto no fuera suficiente he aquí con qué ínfulas sale de la cita dos meses después el secretario de Estado para América Latina. Refiriéndose a lo que se propone la comisión, afirma el veterano de la guerra sucia contra Nicaragua y allegado a la contrarrevolución de Miami: "asegurar que no habrá sucesión al régimen de Castro, sino (...) un profundo cambio político y económico".

Debieran hacerse a la idea de que en Cuba no habrá rendiciones vergonzosas ni capturas espectaculares de nadie. Lo advirtió Antonio Maceo. Quien intente apoderarse de ella "sólo recogerá el polvo de sus cenizas anegado en sangre, si no perece en la lucha".

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