Jornada Semanal, domingo 7 de diciembre de 2003        núm. 457

LA PASIÓN LITERARIA EN RODRÍGUEZ JULIÁ (II de III)

Mapa de una pasión literaria es un libro variopinto editado por el benemérito Editorial de la Universidad de Puerto Rico, institución a la que tanto le debemos los latinoamericanos. Se trata de un nuevo acierto editorial demostrativo de que en la variedad está el gusto. De esta manera, todos los lectores encontrarán en sus distintas secciones afinidades o diferencias, pero siempre un pensamiento rico y original y un estilo terso y preciso que, como decía el personaje cervantino, les será de "mucho gusto y provecho".

El prólogo de Benjamín Torres Caballero da noticias del autor y de su trayectoria de novelista y cronista. Sobre este último aspecto, Torres destaca la definición de uno de los aspectos de ese formidable género que es la crónica. En ella, Rodríguez Juliá analiza el conjunto de "concreciones a través de las cuales se puede atisbar la extrañeza de la propia cultura". Se trata de dar testimonio, de resaltar aspectos fundamentales de nuestro ser cultural (pienso en Iris Chacón, en la visita del Papa a Puerto Rico y en la nómina de ilustres jugadores de pelota), pero también de intentar, sin poses académicas, una interpretación a profundidad de esas realidades culturales en las que están involucrados aspectos esenciales de la vida sociopolítica y de la historia y el presente cultural de los pueblos latinoamericanos. Otro acierto del prólogo es el análisis de la influencia de El Quijote en muchas obras de Joyce, Flaubert, Nabokov, Lowry, Graham Greene y el mismo Rodríguez Juliá. Esto se concreta en el tema de "la más famosa mid-life crisis de la literatura", la de Don Quijote. Las ensoñaciones juveniles se confrontan con la lucidez alcanzada en la edad mediana y esa lucidez, al recuperarse, destroza al personaje y le hace la vida insoportable. Por eso Cervantes es implacable al devolverle la cordura a Don Quijote de la Mancha, pues en ese momento vuelve a ser Alonso Quijano el Bueno y se entrega a la muerte, ya que los hombres no podemos soportar demasiada realidad. Por eso, al igual que Rodríguez Juliá, nos apasiona la literatura y hemos escogido vivir los momentos dorados de nuestras vidas entre las páginas de los libros de los autores que amamos y de los que dependemos para preservar esa peculiar cordura que recorre los caminos de la Mancha o que recupera una historia a través de los murmullos, las palabras precisas y los silencios de la Comala y del llano en el que "los muertos pesan más que los vivos".

Este bazarista, que ahora los abruma con sus descoyuntadas verbosidades, escribió hace tiempo sendas reseñas de dos novelas de Edgardo, Cartagena y Sol de medianoche, en las cuales intentó el análisis de los dos personajes que más le impactaron, Alejandro y el detective privado que homenajea, a su muy playero modo, a Raymond Chandler. En este mapa de pasiones, Edgardo incluye interesantes reflexiones sobre su novelística y la génesis de sus personajes.

Es significativo que el primer texto del libro sea el dedicado a Hostos y a la visión romántica de su obra, La peregrinación de Bayoán. Gracias a esa forma de mirar al mundo, pudo Hostos organizar su ideal de una utopía latinomaericana presidida por la educación pública, base y fundamento de la vida democrática. Hostos sabía que, a través de la unión, nuestros pueblos podrían crear una fuerza espiritual y material para mejorar el mundo. El aislamiento debilita. Por eso nos habla Edgardo de esas pequeñas naciones antillanas "que han sufrido la historia en vez de protaganizarla".

Palés Matos escuchó la palabra "Kalahari" y de sus resonancias extrajo toda una poética sobre la vida afroantillana. Edgardo nos recuerda a don José De Diego Padró y a su libro, pionero en el tema, sobre la poesía palesiana, no sólo la de la llamada corriente negrista sino también los cuidados primeros poemas y los que describían con fuerza lírica incontrastable, la pasión por "Filí Melé". 

(Continuará.)

HUGO GUTIÉRREZ VEGA
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