Luis Javier Garrido

El aliado

La resistencia popular al paquete de contrarreformas del foxismo, marcada por la megamarcha de ayer, ha contribuido a aislar más aún a Vicente Fox y a ahondar la división de su principal aliado -el Partido Revolucionario Institucional (PRI)-, aliando nuevas perspectivas para el país.

1. La crisis por la que atraviesa el gobierno derechista de Vicente Fox es consecuencia tanto del profundo desconocimiento que tienen él y sus amigos del pueblo mexicano y de su vocación nacionalista como de su ignorancia sobre la naturaleza de las principales fuerzas políticas del país, incluyendo al PRI, que el Presidente creía ingenuamente que iba a actuar como aliado suyo en todas sus propuestas económica y sociales: lo mismo en virtud de los arreglos que tuvo en 2000 tanto con Ernesto Zedillo como con Carlos Salinas, como porque no ha ocultado que "su proyecto" es el mismo que las fuerzas trasnacionales les impusieron a los tecnócratas priístas en los dos sexenios anteriores.

2. El ya largo debate prevé la pretensión de Fox de privatizar los sectores estratégicos del país y de hacer pagar a las clases populares -por la vía de nuevos impuestos-, las políticas erróneas de su administración -con el propósito de no gravar más a los grandes capitalistas y empresarios-, lo que ha hecho crisis en el otoño de 2003 por la necedad de quien no ha entendido que es el titular del Ejecutivo federal y no quiere comprender que esas medidas tienen el repudio de la mayoría de los mexicanos, en particular de un sector importante de las fuerzas del priísmo, y que está obligado a ceder ante ese rechazo a su proyecto.

3. El rasgo fundamental de un régimen democrático es precisamente ése: que quienes gobiernan son capaces de escuchar los clamores populares y actuar en consecuencia: y no ha sido ése para nada el caso de Fox, lo que evidencia que México no tiene un régimen democrático.

4. La prepotencia con la que Vicente Fox ha enfrentado los principales problemas del país sólo es comparable a su ignorancia en todos los terrenos, y a la carencia que tiene de un proyecto político. La ineficiencia gubernamental no es nada más producto del rechazo social a sus políticas, lo es también de la incompetencia política de quienes encabezan el Estado: que quieren gobernar montados sobre lo que queda del sistema priísta.

5. El propio Fox no ocultó poco después del 2 de julio que el Partido Acción Nacional no iba a gobernar, y que él pretendía hacerlo con el apoyo de los tecnócratas priístas, dejando entrever que su gobierno no iba a ser otra cosa que una prolongación de los de Salinas y de Zedillo. En una entrevista con Elena Gallegos y Juan Manuel Venegas, en La Jornada, anticipó que no formaría un gabinete con panistas e hizo saber a los priístas que no tenían de qué preocuparse (18 de julio de 2000). Y desde entonces no cesó de repetir que México requería de un PRI "fuerte" (y sobre todo neoliberal) y no dejó de cortejar a los priístas neoliberales y de denostar y amenazar a los que llamó "populistas" e incluso "criminales". Al entenderse con los principales capos del priísmo, creía que éstos serían capaces de controlar, para el éxito de su gobierno, desde los cuadros medios hasta a los simpatizantes del tricolor, y al parecer todavía no sale de su error.

6. El hecho insólito de que el titular del Ejecutivo trate de inmiscuirse de manera abierta en la vida interna del PRI es un elemento más de la forma torpe con la que se han querido imponer las contrarreformas. Fox no quiere entender que el sistema priísta se fracturó en 2000 y que las lealtades de los priístas se han dividido, que la mayoría de ellos no acepta ya los supuestos "liderazgos"
de Salinas ni de Zedillo, ni mucho menos de Francisco Labastida, y que Roberto Madrazo no podrá nunca tener la ascendencia de que disfrutaron los presidentes de la República de antaño y que por ello si bien muchos cuadros medios del PRI se han subordinado a sus gobernadores, otros empiezan a actuar con libertad.

7. La "alianza estratégica" que Fox creyó tener con el PRI, la había hecho en realidad, a través de Salinas y de Zedillo, sólo con un sector de la tecnocracia priísta, es decir, con algunos de los neoliberales que se apoderaron en 1982 del aparato partidista con el fin de terminar con el Estado surgido de la Revolución Mexicana, haciendo a un lado los principios partidistas. La derrota del PRI en 2000 hizo más evidente sin embargo la división de los priístas, y dejó a Fox como el protegido y aliado de los peores intereses del país.

8. No es azar, por tanto, que la principal operadora de Fox en la Cámara de Diputados haya sido Elba Esther Gordillo (secretaria general del PRI), quien es un instrumento de Salinas, que el gobierno foxista tenga ya decidido qué multinacionales serán las beneficiarias de las futuras privatizaciones o que la Presidencia de la República esté dilapidando millones de pesos diarios en propaganda sobre sus políticas. El paquete de contrarreformas foxistas constituye, también, el negocio del siglo.

9. La "clase política" mexicana se encuentra por lo mismo ante una disyuntiva histórica: ceder ante las presiones de Fox, en nombre de un proyecto que está fracasando en el mundo entero, y culminar el desmantelamiento del Estado mexicano, cancelando para varias generaciones la posibilidad de un país con un proyecto propio; o bien, apostar por un México dueño de sus recursos básicos y con instituciones estatales fuertes que garanticen los derechos sociales de las mayorías a la salud, a la cultura, a la educación, al trabajo, a la seguridad social, a lo que se oponen Fox y lo peor del priísmo: Salinas, Gordillo, Jackson, Zedillo y toda la corrupta tecnocracia.

10. La megamarcha del 27 de noviembre de 2003 habrá sido así un factor importante para frenar esa alianza contra el país.