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México D.F. Miércoles 19 de noviembre de 2003

Arnoldo Kraus

Fox y la cultura

Junto con Antonio Cabral, queridísimo amigo y colega, escribí, en 1999, un pequeño libro intitulado La bioética, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). El "librito" -por tamaño y por cariño- formaba parte de la bella colección Tercer Milenio. Este texto pretende invitar al lector a adentrarse en algunos temas contemporáneos e ingentes por su naturaleza. Se habla "un poco" -el libro es un "librito"- de la vejez, del aborto, del sufrimiento, del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, de la clonación, del genoma humano y de otros tópicos afines. El escrito tiene 63 páginas y su precio era de entre 30 y 40 pesos. La única propaganda incluida en este párrafo es que Cabral es mi gran amigo: no pretendo hablar ni del "librito" ni de mi obsesión por la bioética. En las líneas que siguen se entenderán los motivos obligados de la autorreferencia.

Hace un mes, Cabral y quien esto escribe recibimos, con júbilo, la noticia de que el "librito" había sido seleccionado por un comité ad hoc de Educal, entidad paraestatal del gobierno federal y perteneciente al Conaculta. El texto será reproducido y destinado a las bibliotecas de las escuelas de educación básica de la Secretaría de Educación Pública. Cuando se nos comunicó la noticia, nos informaron que había una parte buena y una regular. La buena era que se imprimirían 51 mil copias, y la mala era que los emolumentos estaban muy castigados. La paga sería exigua: aproximadamente 4 mil 500 pesos.

Tanto Cabral como yo consideramos que la magnitud de la edición y su destino eran suficiente motivo de alegría. Nos explicaron que cada libro se vendería en cuatro o cinco pesos, y que, salvo la calidad de la pasta y el papel, la reproducción sería similar al original, con ilustraciones y colores. Calculadora en mano, cada quien ganará, por texto, cinco pesos con 50 centavos. Una verdadera fortuna si consideramos que el "librito" se distribuirá en muchas escuelas públicas y que, con suerte, algunos jóvenes estudiantes lo podrán adquirir y leer.

Educal es una paraestatal encargada de distribuir libros en toda la República. Es también una de las paraestatales vinculadas con la cultura que el presidente Fox y sus colegas desean "descentralizar". El Instituto Mexicano de Cinematografía, los Estudios Churubusco y el Fondo Nacional de Fomento a las Artesanías son otras de las instituciones dedicadas a promover la cultura que nuestro gobierno pretende "desaparecer", "fusionar" o, al menos, aplicarle cualquier otra de las palabrejas utilizadas en la jerga política (no la de trapear, porque no saben hacerlo, sino la del lenguaje, que tampoco saben usar).

Aunado a lo anterior, como se sabe, se pretende gravar con el impuesto al valor agregado (IVA) los libros y revistas. Si bien los eslóganes gubernamentales buscan lectores, el fracaso ha sido estrepitoso. México es un país de no lectores, donde el grueso de la población, cada vez más depauperada, tiene que pensar primero en comer y luego en leer. Aplicar el IVA a los libros y el sapuku -no basta el hara kiri- a las instituciones culturales es continuar los errores históricos de nuestro país, donde cultura y educación han quedado relegadas ad infinitum. No por error, sino más bien como parte de una estrategia política bien pensada que impide ofrecer instrumentos -libros, arte, cine- a los ciudadanos. Cavilar y luego cuestionar por medio de los libros es demasiado para un gabinete ajeno a la cultura.

El gobierno debería hacer exactamente lo contrario de lo que piensa. Quizás así mejorarían las cosas. Quizás así marcharían las cosas menos mal. Deberían abaratar los libros, publicarlos en papeles poco costosos, construir espacios donde se fomenten talleres y círculos de lectura, sembrar "Educales" por todo el país -la mayor distribuidora de libros en el interior del territorio nacional-, promover la producción de "cine cultural" y enjuiciar a quien creó el programa Hacia un País de Lectores por permitir que se mienta tanto. La nueva asonada del gobierno contra la educación y la cultura sugiere que su lema debería ser "cultura cero", en vez del antes aludido.

Regreso a mi "librito". La propuesta de Educal, vender La bioética a cuatro o cinco pesos, es muy afortunada. Quizás así algunos jóvenes puedan acceder a él. Quizás así algunos puedan preguntarse por qué el gobierno opina lo que opina cuando comenta acerca del aborto, del derecho a la salud o de temas afines. El presidente Fox debería compenetrarse más con los miembros de su gabinetazo, sean los encargados de cultura o de finanzas, pues, no hay duda: quieren desfigurar aún más su imagen.

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