Jornada Semanal, domingo 16 de noviembre de 2003         núm. 454
Placeres permitidos
EVODIO ESCALANTE
 
LIBROS MUTILADOS

¿Qué pensaría usted si compra una muñeca para regalar a su hija en un almacén y al llegar a casa advierte que a ésta le falta una pierna? ¿Y cuál sería su reacción si al volver al almacén para reclamar el desperfecto el empleado le indica que a todas las muñecas de ese modelo les falta esa misma pierna? Devolvería la mentada muñeca, por supuesto, y exigiría la restitución de su dinero. Por desgracia, esto no se puede hacer tratándose de libros, a pesar de que hay ocasiones en que éstos presentan alguna grosera –aunque a menudo inadvertida– mutilación. Tal cual, por razones que no tiene caso desglosar, algunas editoriales llegan a poner en circulación ejemplares que no están completos, pero que lo parecen. No me refiero por supuesto a las versiones "resumidas" de El Quijote o de Los viajes de Gulliver. Estoy pensando en el caso de libros que han sido publicados en otra lengua y que al verterse al español perdieron en el camino los dedos de una pierna o un pedazo de brazo. Como el más "decente" de estos casos de mutilación libresca, podría mencionar la edición española de Lenguaje y silencio, de George Steiner. Al menos esta vez los editores tuvieron la gentileza de insertar en las primeras páginas el anuncio siguiente: "La presente es una selección de la edición original. Para no abultar innecesariamente la edición española hemos decidido eliminar aquellos ensayos que, por su temática y contenido, poco interés hubieran concitado entre los lectores de habla hispana." A continuación, una lista de los ensayos que los editores pensaron (¿y cómo lo averiguaron?) que no eran de nuestro interés, entre ellos, lo menciono por los amigos melómanos, que nunca faltan, el texto de Steiner acerca de la única ópera de Arnold Schoenberg, Moisés y Aarón. 

Otros ejemplos no son tan benignos. Diría más bien que son indignantes. La gentil advertencia de los editores (nunca justificable, por supuesto) brilla por su ausencia, y uno se entera al paso de los años que su edición es y no es, que se sostiene y no, en fin: que da gato por liebre. Viene a mi memoria el caso de los eminentes Problemas de lingüística general de Benveniste que publicó en México en dos volúmenes la editorial Siglo xxi. Son los libros de que disponemos desde los años setenta, y de los que se nutre, supongo, una parte de nuestra academia universitaria. ¿Qué diría usted si señalo que en el primer tomo de esta obra inexplicablemente se omiten ni más ni menos que ocho textos de la edición francesa de Gallimard? Menciono, para su credulidad, algunos de los títulos que se omiten: "La frase nominal", "Ser y tener dentro de su función lingüística", "Problemas de semántica y de reconstrucción", "Eufemismos antiguos y modernos", "Don e intercambio dentro del vocabulario indoeuropeo". Ha atinado usted: faltan algunos de los ensayos que han levantado más polvo entre los especialistas de las llamadas ciencias humanas. Tratándose como es la situación de Benveniste, de un auténtico clásico de la lingüística moderna, no creo que haya forma de justificar esta mutilación a todas luces escandalosa.

No le va mejor a Theodor W. Adorno, cuyo centenario se supone que se festeja este año. La editorial Ariel publicó hace varios lustros un escuálido tomito de no más de setenta páginas titulado modestamente Notas de literatura, hoy inencontrable por cierto. Cuál sería mi sorpresa cuando me topé con la traducción francesa de Flammarion y constaté que el libro en cuestión cuenta con poco más de.. ¡cuatrocientas treinta páginas! Como el citado sello editorial es titular de los derechos de traducción a nuestra lengua, ninguna otra casa puede deshacer el entuerto. Estamos obligados, pues, a conformarnos con una versión muy disminuida de uno de los libros más importantes del gran filósofo de la escuela de Frankfurt. Se eludieron, entre otros tantos, el artículo acerca de la parataxis, que resume a mi modo de ver el concepto más audaz de Adorno en tanto ensayista filosófico. Sólo me gustaría recordar que su última, monumental obra, la Teoría estética, está estructurada teniendo en mente esta concepción revolucionaria y antilineal de la escritura ensayística. No menciono los restantes artículos suprimidos para no conmover al lector.

También el gran estudioso Roman Jakobson ha sido objeto de esta invisible trapacería contra la que nadie protesta. A mediados de los años setenta, el Fondo de Cultura Económica publicó en México dentro de su colección Lengua y estudios literarios lo que se supone que es la traducción de una obra fundamental para los estudiosos de literatura, las Questions de poétique, rebautizadas en español como Ensayos de poética. Se trata de otro robo en despoblado, en este caso a cargo de una editorial oficial. Imagino que el magro volumen mexicano no contiene ni siquiera la mitad del material que aparece en la edición original de la obra publicada por las Editions du Seuil. Quien tenga necesidad de empaparse en el pensamiento de Jakobson está obligado a prescindir de las falsificaciones y a fatigar la edición francesa... o en dado caso, recurrir a las traducciones. Cualquier otra tiene que ser la buena, con tal de que esté disponible. Concluyo diciendo que quienes "aligeran" los libros de esta manera irresponsable, muy pobre servicio le prestan a la inteligencia mexicana, siempre necesitada de mejores estímulos. 

P. S. No menciono el caso de La tarjeta postal, de Jacques Derrida, que publicó "tijereteado" alguna vez Siglo xxi, porque la nueva edición actualmente en circulación enmendó la falta.