MARCELA SÁNCHEZ MOTA MUROS Y PIERNAS Para celebrar su xx aniversario, la compañía Contradanza, dirigida por Cecilia Appleton, presentó la coreografía Muros: cuando el alma se sale del cuerpo. La propuesta contiene una reflexión sobre la vida en la ciudad, ésa que se manifiesta cada día entre asfalto y muros ante la mirada indiferente de sus habitantes. La necesidad de poner en primer plano la parte viva de las ciudades conduce a la coreógrafa a fragmentar su materia primordial: el cuerpo humano. Telas atravesadas a lo ancho del escenario consiguen fraccionar tanto el espacio como los cuerpos de los bailarines. Parece evidente la influencia de las artes visuales en el trabajo de Cecilia Appleton. Son numerosos los momentos en que esta escenificación nos remite a los universos fragmentados de numerosos artistas plásticos. El antecedente más directo fue el propuesto por el escultor Auguste Rodin, el primero en realizar obras en las que los cuerpos aparecen fracturados: Torso (1877) o Iris, la mensajera de los dioses son algunos ejemplos. Francisco de Goya plasmó su mundo fragmentado en la enigmática pintura mural El perro (1820) donde sólo percibimos la cabeza del animal y será un antecedente fundamental del arte moderno. Con Picasso, Chirico, Miró, Klee, las artes plásticas se lanzan a explorar y representar la parte por el todo. El surgimiento de la fotografía y el cine contribuyen de manera importante a esa exploración. El arte alcanza momentos memorables con las esculturas-maniquís de Hans Bellmer y con las figuras de Kurt Seligmann un banco formado por tres seductoras piernas de mujer. Las imágenes plasmadas en las fotografías de Mapplethorpe y de Man Ray influirán a muchos otros artistas plásticos. Philip Pearlstein propone en Female model el desnudo de mujer sin cabeza o la pintura Manos (87), de Robert Birmelin, donde son unas manos lo que abarca el primer plano; representan momentos culminantes. Dentro de la danza y en el campo de la teoría, el maestro François Delsarte identificaba tres zonas fundamentales en el cuerpo humano como instrumento de expresión: la cabeza es la zona mental; el torso, la zona emocional-espiritual y el abdomen y la cadera, la zona física. En la danza moderna, Merce Cunningham es el primero en proponer la fragmentación corporal como elemento esencial de exploración del movimiento. Sin embargo, pocas veces utilizó algún recurso visual concreto para crear la sensación de estar ante un fragmento del cuerpo. En Muros, Appleton emplea el recurso escenográfico para provocar una ilusión visual en el espectador, y es este punto lo que la acerca al terreno de las artes visuales. El trabajo está dividido en cinco muros. En Muro 1: pies y zapatos al desnudo, la escenografía obliga al espectador a percibir sólo las piernas de un personaje femenino. Vemos piernas, por momentos sólo una, en equilibrio; en otros momentos aparecen manos con zapatos. Las imágenes son alucinantes, pero de pronto comienza a distinguirse el resto del cuerpo de la bailarina; entonces, la magia desaparece. Este fragmento, el más arriesgado, posee momentos visuales de singular brillantez; sin embargo, la falta de radicalidad de la propuesta propicia que estos efectos desaparezcan con excesiva rapidez. En Muro 2: reflejo de hombre, las telas cubren los pies y cortan la parte superior de las cabezas de tres personajes sentados en sus respectivas sillas. Lo interesante de la propuesta surge del sarcasmo con el que se aborda la problemática del macho, enriquecido por la notable ejecución de los tres bailarines: Manuel Márquez, Yseÿe Appleton y Armando Solís. Los tres personajes muestran sus cabezas con la camiseta que llevan puesta, el torso se convierta así en el medio de expresión. En Muro 3: tres voces en vuelo, los principales elementos de la escena son tres cabezas con sus respectivos brazos y torsos femeninos. Puestos en movimiento, estos trozos independientes del cuerpo logran momentos de comicidad. No obstante, otra vez sucede que el cuerpo entero se integra demasiado pronto. En Muro 4: en el suave amanecer de tu boca, la complejidad de la relación de pareja se aborda con buen sentido del humor. Aquí la fragmentación corporal es momentánea y se produce cuando ambos intérpretes juegan con el traje de vestir del hombre. En la última parte, Muro 5: cuando el alma sale del cuerpo, la imagen que la escenografía provoca por sí misma es fantástica. Una perspectiva oscura produce la sensación de profundidad; en el fondo aparece una franja horizontal y brillante de luz. Acotada por esos márgenes espaciales se debate la figura derrotada de un boxeador, y unas piernas femeninas vendrán a rescatarlo. Una vez más, con la aparición de la luz frontal sobre la escena se dispersa por completo el efecto inicial. Cecilia Appleton ha transitado por diversas fases de experimentación. Como todo creador, ha seguido sus instintos y sus obsesiones. Es esa actitud de resistencia y obstinación lo que le da un valor singular a su trabajo. Sin embargo, sería interesante que extremara y mantuviera aún más el rompimiento con el esquema corporal para lograr una propuesta más radical. |