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México D.F. Domingo 26 de octubre de 2003

Hay que superar rezagos de la academia tradicional, apremia su director Aguirre Rojas

Surge la revista Contrahistorias; ofrecerá nuevas interpretaciones

Los políticos en el gobierno, con inconsciencia histórica total, indica el ensayista

Difusa, la línea divisoria entre pasado y presente; se deben estudiar ambos, recomienda

CESAR GÜEMES

Los políticos que hoy gobiernan el país ''padecen de una inconsciencia histórica total'', dice el ensayista Carlos Aguirre Rojas, director de Contrahistorias, la nueva revista de historiografía cuyo primer número se encuentra ya en librerías. La idea del equipo que conforma la publicación apoya el debate teórico y el cotejo de puntos de vista diversos con la finalidad de que las nuevas interpretaciones sobre la historia nacional se recuperen del rezago a que las obliga la academia tradicional.

La independencia respecto de universidades e institutos era indispensable para llevar adelante el proyecto, dice Aguirre Rojas: ''Todos los que hacemos la revista estamos convencidos de que la historiografía mexicana actual se ha quedado muy atrasada en su desarrollo teórico. Es verdad que los aportes más avanzados se dan en Francia, Estados Unidos y Alemania, pero también es cierto que los trabajos de Brasil, Argentina e India nos dejaron muy lejos en los terrenos que menciono. Por su parte está muy atrasado el análisis empírico y la interpretación compleja de los hechos de la historia mexicana. Por eso pensamos que era fundamental generar esta instancia editorial, y como es un proyecto crítico de las formas establecidas de hacer la historia, casi de manera forzosa debíamos plantear un proyecto independiente''.

Entre los historiadores más jóvenes existe una enorme inquietud sobre las nuevas formas de abordar la historia, afirma Carlos Aguirre, ''pero ellos no encuentran expresión en las revistas institucionales como la de El Colegio de México o las que se editan en muchas universidades de varias ciudades del país, publicaciones que por lo general están dominadas por historiadores tradicionales, personas que sólo desean acudir a un archivo, encontrar un dato y reproducirlo descriptivamente. Eso explica que, por ejemplo, un proyecto como el de Historia a Debate haya tenido éxito, aunque, si nos detenemos en este último caso, veremos que sus participantes son profesores más bien marginales en sus respectivas instituciones''.

Entre los propósitos de Contrahistorias está auspiciar nuevas interpretaciones, por ejemplo, de la Revolución Mexicana, ''y abordar por otra parte temas que no se tocan, como la composición específica de los ejércitos en ese periodo según su origen social. Cuando Katz lanzó una idea similar en su magnífico libro sobre Pancho Villa, nos dio elementos de un campo que está prácticamente virgen. Friedrich Katz ya hizo el trabajo sobre el ejército villista, pero no hay investigaciones equivalentes para los ejércitos de Alvaro Obregón, Venustiano Carranza o el propio Emiliano Zapata. Este tipo de campos deben explorarse y, a partir de lo que obtengamos, ofrecer nuevas explicaciones para la historiografía mexicana".

La historiografía de vanguardia, conformada, por ejemplo, por la microhistoria italiana, la historiografía socialista británica o la escuela de los anales, marca caminos a seguir para los historiadores nacionales, dice Aguirre Rojas, quien anota un padecimiento académico del país: ''todavía hoy en nuestras universidades se dice que la historia es la ciencia que estudia el pasado, idea que fue superada por todas las corrientes importantes de la historiografía en el siglo XX, que señalan la imposibilidad de establecer una clara línea divisoria entre pasado y presente, de modo que el historiador debe estudiar tanto el pasado más remoto como el presente más actual. En la propia UNAM, cuando un estudiante de historia quiere hacer una tesis sobre el movimiento neozapatista, lo que encuentra es un rechazo absoluto porque, salvo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la historia se entiende de la Revolución Mexicana hacia atrás".

En la perspectiva que puede ofrecer la nueva historiografía nacional sobre acontecimientos recientes, el historiador Carlos Aguirre señala: ''Luego del giro de diciembre de 2000 observamos que el grupo que arribó al poder estaba conformado en buena parte por empresarios convertidos un poco al vapor en funcionarios públicos. Por su propia formación padecen de una inconsciencia histórica total, están de tal forma ocupados en el presente y en aplicar un criterio empresarial al manejo del país, que les falta densidad histórica. Esto sucede, a diferencia de lo que ocurría con el presidente Lázaro Cárdenas, que tenía muy claro el proceso mediante el cual llegó al poder y conocía las consecuencias a futuro de las medidas tomadas''.

El primer número de la revista Contrahistorias contiene textos, entre otros autores, de Carlo Ginzburg, Bolívar Echeverría, Immanuel Wallerstein, Darío G. Barriera y Fernand Braudel.

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