La Jornada Semanal,   domingo 19 de octubre  del 2003        núm. 450
El teatro en Colombia

Carlos José Reyes

La actividad teatral en Colombia ha tenido un notable desarrollo en los últimos años, tanto en la consolidación de grupos, festivales y eventos, como en la elaboración de nuevas propuestas dramáticas. 

Aunque habían existido autores e intentos aislados en distintas épocas de la historia colombiana, desde los días coloniales, la actividad estable, efectuada en forma profesional y el nacimiento de un nuevo teatro de carácter experimental e innovador sólo tiene sus comienzos a finales de los años cincuenta del siglo xx. En este periodo se crean escuelas de teatro en Bogotá y Cali, que forman a algunos de los actores y directores que más tarde van a desarrollar el movimiento.

Los primeros festivales tuvieron lugar en el Teatro Colón de Bogotá, y más tarde, en Manizales, donde se crea en 1968 el Festival Latinoamericano de Teatro Universitario, en el cual participan como jurados personajes notables como Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Jack Lang, Alfonso Sastre, Mario Vargas Llosa, Atahualpa del Cioppo y otras destacadas figuras de las letras y del teatro de Iberoamérica y el mundo. Más tarde, el Festival de Teatro de Manizales eliminó el carácter competitivo e invitó a grupos representativos del teatro latinoamericano y español, así como a algunas compañías destacadas de otras regiones del mundo. Pese a un periodo de estancamiento, el Festival reanudó sus sesiones y aún existe en la actualidad, celebrándose anualmente.

En Bogotá, además de festivales y muestras de diverso estilo, desde 1988 ha venido celebrándose el Festival Iberoamericano de Teatro, organizado por una corporación creada para este efecto, con la dirección de Fanny Mikey y el Teatro Nacional. Se trata de un gran evento en el cual participan grupos destacados de los cinco continentes, y sus sesiones, de casi tres semanas de duración, se realizan cada dos años durante el mes de abril, aprovechando las vacaciones de Semana Santa. Este festival ha cobrado una gran importancia no sólo en Iberoamérica, sino en el mundo entero, por la calidad y variedad de los trabajos presentados. Entre otros grupos, se han hecho presentes en los distintos años elencos como el Berliner Ensemble, creado por Bertolt Brecht, el Teatro de Arte de Moscú, el teatro Taganka, dirigido por Yuri Liubimov, el Piccolo Teatro de Milán, los grupos españoles La Cuadra, Comediants, el Teatro de la Abadía, y muchos otros, así como algunos de los grupos más destacados de Asia, Australia, Africa y América Latina. 

El intercambio de experiencias, el conocimiento de otras estéticas, recursos técnicos y métodos de actuación y montaje, han contribuido al desarrollo tanto del movimiento teatral nacional y latinoamericano, como a la formación de un público más capacitado y exigente.

En este contexto, desde finales de los años cincuenta se comenzaron a organizar grupos independientes, muchos de los cuales lograron abrir sus propias sedes y mantener elencos estables durante largos periodos, lo que permitió desarrollar metodologías, estilos y un tipo de dramaturgia nacional propio de cada uno de ellos. Estos grupos han consolidado su actividad con un esfuerzo propio, en una tarea abnegada que sólo ha contado con esporádicas y no muy abundantes ayudas del Estado. En la actualidad, muchas de estas ayudas parecen amenazadas debido a la delicada situación financiera del país, así como a los regímenes de impuestos que se tratan de establecer, y que pueden afectar a la mayor parte de los teatros existentes.

Los grupos de mayor trayectoria y calidad se concentran principalmente en Bogotá, Cali y Medellín, las ciudades más pobladas de Colombia, que cuentan además con escuelas y departamentos de teatro en sus respectivas universidades.

En Bogotá, además de los festivales, el movimiento tiene una significativa fecha de inicio en el año de 1956, con la presencia durante algunos meses del profesor japonés Seki Sano, alumno del Teatro de Arte de Moscú y maestro de la llamada Escuela de Vivencia de Stanislavski. Algunos de los actores y directores que participaron en esta experiencia fundaron los grupos que dieron inicio al moderno teatro colombiano. Entre ellos cabe citar a Fausto Cabrera, director de la Escuela de Teatro del Distrito, quien al retirarse de la institución oficial fundó en 1958 la primera sala independiente de Bogotá: el Teatro El Búho, que se convirtió en el semillero de otros grupos que iniciarían sus actividades un poco más tarde. Seki Sano regresó a México, donde desarrolló una importante labor educativa hasta su muerte.

En 1966 se fundó la Casa de la Cultura, por iniciativa de varios hombres de teatro, música y otros campos de las artes, bajo la dirección general de Santiago García. Tres años más tarde, a finales de 1969, el grupo adquirió su propia sede y tomó el nombre de Teatro La Candelaria, ya que la sala se encuentra ubicada en el barrio del mismo nombre y que corresponde a la zona donde se encontraba la Bogotá colonial. Cabe destacar de la obra de Santiago García y su grupo, con más de cuarenta años de trayectoria, la continuidad de su tarea escénica, que viene en una misma línea constante de trabajo desde el Taller de Seki Sano y el Teatro El Búho, del cual hizo parte.

Este grupo se constituye entonces en el decano de los elencos de la capital, con una trayectoria que se inició con obras de vanguardia del teatro universal y más tarde emprendió un importante proceso de búsqueda de un método propio de creación colectiva, con una rigurosa dirección de Santiago García y otros miembros del grupo. La Candelaria ha realizado además importantes experiencias de dramaturgia del actor y de escritura de obras propias por parte de algunos de sus miembros, entre ellos el director.

Entre las obras de creación colectiva de La Candelaria se destacan títulos como Guadalupe años sin cuenta, que trata sobre las guerrillas del llano en los años cincuenta, La ciudad dorada, Golpe de Suerte, El Paso y En la raya.

En cuanto a las obras de autor, realizadas por miembros del mismo grupo, hay que mencionar las piezas de Santiago García: Maravilla Estar, La Trifulca y Manda patibularia, así como su versión de El Quijote, realizada en los últimos años. También se han presentado obras de Fernando Peñuela, como Las trasescena y Tráfico pesado, o de Patricia Ariza: El viento y la ceniza y Luna menguante.

Otros grupos con sede propia comenzaron a trabajar un poco más tarde. El Teatro La Mama, fundado en 1968 por Kepa Amuchastegui, en asocio con el Teatro La Mama de Nueva York, inició sus actividades en un galpón arrendado pero alrededor de 1975 adquirió su propia sede en el barrio de Chapinero, un poco más al norte de la ciudad. Entre sus obras más destacadas se encuentran Lo que dejó la tempestad, del venezolano César Rengifo, dirigida por Eddy Armando, Tom Payne, de Paul Foster, dirigida por Kepa Amuchastegui y Los tiempos del ruido, dirigida por Eddy Armando.

En 1970 se creó el Teatro El Local, bajo la dirección de Miguel Torres, que cuenta con su propia sede en forma reciente, en el histórico barrio de La Candelaria. Entre sus montajes más destacados se encuentra la versión realizada por Miguel Torres de La cándida Eréndira y su abuela desalmada, de Gabriel García Márquez, así como la pieza dramática titulada La Siempreviva, original de Miguel Torres, inspirada en la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo insurgente M-19, acaecida a finales del gobierno de Belisario Betancur, en el año de 1985.

El Teatro Popular de Bogotá, tpb, fue creado en 1968 por Jorge Alí Triana, Jaime Santos y Rosario Montaña, egresados de la Academia de Teatro de Praga, en la entonces Checoslovaquia. Tras realizar varias temporadas y giras con obras clásicas y modernas, como Julio César, de Shakespeare, Tartufo, de Molière, La posadera, de Goldoni o La mandrágora, de Maquiavelo, el grupo obtuvo su propia sede primero en arriendo y luego comprando el teatro, ubicado en la Avenida Jiménez con carrera 5ª, donde desarrolló sus actividades hasta comienzos de los años noventa. 

Entre los montajes de obras contemporáneas realizadas por el tpb se encuentran La muerte de un agente viajero, de Arthur Miller, Delito, condena y ejecución de una gallina, del guatemalteco Manuel José Arce y en especial la creación colectiva, con dramaturgia de Luis Alberto García I took Panamá, dirigida por Jorge Alí Triana y que trata de la separación de Panamá de Colombia, acaecida en 1903, durante el gobierno de Teodoro Roosevelt, quien pronunció la famosa frase como un raponazo imperialista para imponer sus condiciones en la zona del canal, inaugurado por Estados Unidos en 1914.

Otra labor que merece destacarse es la llevada a cabo por el Teatro Nacional, creado por Fanny Mikey en el año de 1981, y que hoy cuenta con tres sedes: en la calle 71 con carrera 9ª, el Teatro Nacional La Castellana, en el barrio del mismo nombre y La Casa del Teatro, en el barrio La Soledad, que ha servido como sede a muchos grupos y experiencias creativas que no cuentan con su propio espacio.

El Teatro Nacional ha realizado numerosas producciones propias, formando un amplio público para el teatro, y ha invitado a destacados grupos nacionales y extranjeros a realizar funciones en sus sedes, así como a dictar cursos tanto para la formación de actores, directores o dramaturgos como de nuevos públicos. La actividad del Teatro Nacional es permanente a lo largo del año, aunque cabe destacar como un hecho sin precedentes la realización, hasta el presente, de ocho ediciones del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, y en la actualidad prepara la novena versión.

Otros grupos han desarrollado una labor importante en la capital, entre los cuales se destacan el Teatro Petra, dirigido por Fabio Rubiano Orjuela, uno de los dramaturgos más importantes de los últimos años, autor de piezas como Desencuentros, Amores simultáneos, Gracias por haber venido y Cada vez que ladran los perros. La obra más reciente de Rubiano se titula Mosca, una versión libre y mordaz de la tragedia Tito Andrónico, de William Shakespeare.

Otro grupo de amplia trayectoria e importancia es el Teatro Libre de Bogotá, creado por Ricardo Camacho a partir de la experiencia del Teatro de la Universidad de Los Andes. El Teatro Libre cuenta con dos sedes propias, y ha fundado además una Escuela para Actores, que comienza a dar sus frutos, por cuanto los primeros egresados han comenzado a realizar sus propios trabajos o integrar nuevos elencos.

Entre los trabajos más destacados del Teatro Libre se cuentan las obras Los inquilinos de la ira y El sol subterráneo, de Jairo Aníbal Niño, La agonía del difunto, de Esteban Navajas, así como piezas clásicas de Esquilo, Shakespeare, Tirso de Molina o Milán Kundera, o de autores colombianos como Jorge Plata, Eduardo Camacho y Piedad Bonnet.

Mapa Teatro, dirigido por los hermanos Rolf y Heidi Abderhalden, quienes realizaron estudios teatrales en varias escuelas y con figuras destacadas del teatro europeo contemporáneo. Este grupo de vanguardia ha realizado una notable actividad en el montaje de varias propuestas creativas, a partir del primer montaje, una versión silenciosa del cuento de Julio Cortázar Casa tomada. Posteriormente llevaron a cabo montajes novedosos, como De Mortibus, un homenaje a Samuel Beckett, poco después de su muerte, Medea material, de Heiner Müller, Oresteia, inspirada en la trilogía de Esquilo y en forma más reciente, una versión de Ricardo iii, de Shakespeare, dirigida por Heidi Abderhalden y Muelle Oeste, de Bernard-Marie Koltès, dirigida por Rolf Abderhalden. El último trabajo de Mapa Teatro es una novedosa propuesta de montaje de vanguardia de la ópera de Mozart La flauta mágica, en el marco de las temporadas de ópera organizadas desde hace varios años por Gloria Zea, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

El Teatro L’Explose, dirigido por Tino Fernández y con dramaturgia de Juliana Reyes, ha realizado notables espectáculos integrando la danza y el teatro, en obras como La huella del camaleón, Sé que volverás, ¿Por quién lloran mis amores? y La mirada del avestruz, dirigidas por Tino Fernández, y Al salir de la crisálida, escrita y dirigida por Juliana Reyes. Este grupo ha tenido un notable éxito en eventos internacionales como el Festival de Danza de Lyon del 2002, en Francia, a donde ha sido invitado nuevamente para inaugurar la muestra del año 2004, y en los últimos meses de 2003 tendrá varias funciones en el Festival Cervantino de Guanajuato y en otras ciudades de México.

Otra experiencia importante en el caso de la danza-teatro es la realizada por Álvaro Restrepo, primero con el grupo Athanor Danza y la obra Rebis, un homenaje a Federico García Lorca, y luego con varias propuestas de una factura original y un alto nivel de calidad. Se destaca su trabajo de los últimos años con El Colegio del Cuerpo, desarrollado en Cartagena de Indias, en compañía de la coreógrafa francesa Marie France Delieuvin, con quien ha trabajado importantes experiencias creativas y pedagógicas como la titulada El alma de las cosas, de reciente elaboración.

También cabe destacar el trabajo como autores, dramaturgos y directores de otros artistas como Carolina Vives, Juan Monsalve, así como Jorge Vargas y Mario Matallana, del Teatro Taller de Colombia, grupo que ha realizado numerosas y llamativas versiones para teatro de calle.

En Cali se destaca ante todo la labor de Enrique Buenaventura y el tec, Teatro de Cali, que se inició como escuela a fines de los años cincuenta y por lo tanto se acerca a los cincuenta años de actividad. Desde mediados de los años sesenta el tec cuenta con su propia sede en Cali, donde ha estrenado la mayor parte de las obras de Enrique Buenaventura, autor, director y teórico, sin duda, una de las figuras más destacadas de la dramaturgia latinoamericana del siglo xx. Buenaventura es, a la vez, uno de los autores más prolíficos del teatro colombiano y la sola mención de su obra rebasaría los límites de una nota como la presente. Sin embargo, mencionamos algunos de estos títulos, como las piezas más representadas no sólo en Colombia sino en América Latina en las últimas décadas: A la diestra de Dios padre, basada en un cuento homónimo de Tomás Carrasquilla, Los papeles del infierno, colección de piezas en un acto sobre la violencia en Colombia, entre las que se destacan La maestra y La orgía, La denuncia, La trampa, Ópera bufa, Crónica, la tragedia del Rey Christophe, Réquiem por el padre Las Casas, El Menú y muchas otras. Buenaventura ha escrito, además, importantes trabajos teóricos en distintas publicaciones latinoamericanas, sobre la dramaturgia del actor, la creación colectiva y otros temas.

En Medellín también ha tenido lugar un movimiento constante desde hace más de treinta años, durante los cuales se han abierto salas tanto de los propios grupos como de instituciones culturales y universidades de la ciudad. La Universidad de Antioquia, en Medellín, cuenta con su propia Escuela de Teatro y además ha desarrollado una importante labor editorial publicando obras de diversos autores nacionales. En la actualidad prepara una colección en varios volúmenes de la obra dramática y teórica de Enrique Buenaventura, coordinada por la investigadora María Mercedes Jaramillo.

Entre los dramaturgos más destacados de Medellín se encuentra Gilberto Martínez Arango, pionero y fundador de muchos grupos y actual director de La Casa del Teatro de Medellín. Como autor dramático ha escrito numerosas piezas, como Los Mofetudos, El Grito de los ahorcados, Justicia, señor Gobernador, la Guandoca y muchas otras. Otro aporte significativo de Gilberto Martínez a la actividad escénica ha sido la Revista Teatro, en la cual ha incluido obras propias y de diversos autores, así como ensayos teóricos y crónicas de experiencias.

En el movimiento teatral de Medellín han surgido otros grupos, como La ExFanfarria (derivado del grupo de títeres La Fanfarria), grupo fundado por el dramaturgo José Manuel Freidel, quien fuera asesinado en Medellín una oscura noche de septiembre del año de 1990. Freidel es autor de un buen número de obras donde se combinan hechos crudos y violentos con un lenguaje de hondo lirismo. Entre sus títulos más destacados podemos mencionar: Los infortunios de la bella Otero y otras desdichas, Amantina o la historia de un desamor, Avatares, Las burguesas de la Calle Menor y muchas otras.

Otro autor destacado del movimiento teatral antioqueño, quien ha trabajado además como profesor en escuelas de Medellín y Bogotá, es Víctor Viviescas, quien ha escrito un teatro de carácter expresionista, en un estilo muy personal, que de un modo poético trata temas de la violencia urbana, aunque muy lejos de cualquier intención sociologizante o testimonial. Se trata de un teatro sugerente, de gran fuerza dramática, en piezas como Crisanta Sola Soledad Crisanta, Veneno, Ruleta rusa, Lo obsceno, Prométeme que no gritaré, entre otras.

También Henry Díaz Vargas se ha destacado como autor en diversos concursos nacionales de dramaturgia. Entre sus obras más importantes podemos mencionar: El cumpleaños de Alicia, Maduras tinieblas, Las puertas, la encerrona del miedo y La sangre más transparente.

Pintor, escritor y músico, Samuel Vázquez ha realizado varios trabajos de gran interés en el teatro de Medellín, como su pieza experimental El bar de la calle luna, y otras obras montadas en su propio grupo, El Taller de las Artes. En el campo del teatro para niños obtuvo un premio por su obra El sol negro.

Y finalmente, en Medellín se ha consolidado la tarea de uno de los grupos más importantes de los últimos años: el Teatro Matacandelas, dirigido por Cristóbal Peláez, quien ha desarrollado un proyecto escénico de gran belleza visual y un hondo sentido poético, en el montaje de obras como O Marinheiro, del gran poeta portugués Fernando Pessoa, o Los ciegos, de Mauricio Maeterlinck.

En la actualidad, la actividad escénica colombiana incluye diversos estilos, formas de expresión y géneros, incluidas las diversas formas de teatro de muñecos, mimo, teatro callejero y narración oral. El despertar de este importante movimiento ha generado un gran interés en otras ciudades así como en los barrios populares, casas de la cultura y salas comunales, que buscan en las artes escénicas una forma de expresión viva y crítica, frente a los graves problemas que enfrenta el país en los últimos tiempos. La cultura permite vislumbrar nuevas perspectivas, para ayudar a superar la violencia y confrontación armada que hoy agobia a amplios sectores de la población colombiana.