La Jornada Semanal,   domingo 19 de octubre  del 2003        núm. 450
Tres poemas colombianos

Poema

Víctor Gaviria

Como es época de Navidad, he reunido
a todos los juguetes que han llegado a la casa
con esa alegría nerviosa de la pólvora
que se apaga,
y les he preguntado seriamente, como si no se tratara
de juguetes:
"¿Servirán ustedes para algo
más que estar descompuestos y tristemente
postrados, enfermos o tan simples
como algunas personas que conozco, que ni musitan
ninguna palabra nueva?"
Pero como no quiero tratarlos con arrogancia,
como se trata a todo lo elemental y a los
elementales de la vida, les pregunto
de verdad:
"¿Me ayudarán ustedes a tener a mis hijos
ocupados en algo durante
estos innumerables días del año, hipnotizados y
obsesionados con ustedes como si se tratara
de un amor?,
¿les servirán ustedes de refugio como la puerta
cuando alguien se esconde detrás de ella?,
¿les servirán, por favor, ustedes a mis hijos
para que el Tiempo ingrato
no juegue con ellos…?"
Nocturno

Fernando Herrera Gómez

Déjame en aquella olvidada cantina,
donde pasan rugiendo hacia
la costa los camiones.
Donde bajo las luces de neón
y la música de los acordeones
esperan encendidos los motores Diesel,
y el acre olor a cisco
y orina de novillo.

Déjame, que con el alba podré ver,
atravesando la carretera,
al pie de los algodonales,
los contrahechos aviones
que han dormido en el terraplén
oloroso a kerosene y fungicida.

Déjame en aquella olvidada cantina, 
porque quiero sentir toda la noche,
la presencia de estos raros elementos
que también pueblan la Tierra.

Un perro
(Goya)

Ramón Cote Baraibar

El miedo tiene
           orejas cortas,
echadas hacia atrás
pero el hocico
                extremadamente
                                   puntiagudo.

Contra su voluntad,
su temperamento o su constitución,
        detecta
en el aire en la arena en las nubes
eclipses y temblores, también cataclismos
pero para su desgracia desconoce la hora
      exacta
en la que sucederán
                         tales acontecimientos.

Por esta razón
aquellos que lo conocen
prefieren ignorar sus profecías.

Cuando ya se han cumplido
sus palabras
           el miedo
                  se asoma y husmea
                         desoladamente
entre las ruinas.

Como si a su augurio
             se le pudiera
                         llamar
                            victoria.