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México D.F. Jueves 9 de octubre de 2003

Immanuel Wallerstein

Marcos, Mandela y Gandhi

El presente texto fue escrito por el sociólogo estadunidense Immanuel Wallerstein, colaborador de La Jornada, cuando tuvo lugar la marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional rumbo a la ciudad de México, en marzo de 2001. El trabajo, hasta ahora inédito en forma de libro, es parte del volumen Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista, realizado por Carlos Antonio Aguirre Rojas para Ediciones Era, que comienza a circular esta semana y que ofrecemos a nuestros lectores como una primicia.

En los últimos 200 años, ha habido muchas clases de movimientos revolucionarios o antisistémicos. Si miramos atrás en la historia, algunos de estos movimientos estuvieron comprometidos en acciones militares en contra de las fuerzas en el poder, y en algunas ocasiones tuvieron éxito y en otras no. Pero la acción militar, aun cuando sea de naturaleza guerrillera, no siempre es posible, por muy diferentes razones.

Ha habido tres ejemplos notables en los cuales estos movimientos realizaron campañas en contra de opositores fuertes y que tuvieron éxito sin una real acción militar. Ellos sustituyeron esta acción militar, a veces por necesidad o a veces por elección, con una campaña política que movilizó lo que podríamos llamar una hegemonía moral. Las tres campañas en las cuales estoy pensando son las del Congreso Nacional Hindú (CNH) y Gandhi, la del Congreso Nacional Africano de Africa del Sur (CNA) y Mandela, y la del EZLN y su más famoso vocero, el subcomandante Marcos.

Gandhi también condujo una Marcha, la famosa Marcha de la Sal. En 1930, Gandhi inició con 78 personas una marcha de 241 millas hacia el mar, para violar la ley recogiendo sal sin pagar el impuesto. El objeto era obtener la independencia completa respecto del dominio británico. Al escribirle al virrey por anticipado contándole sus planes, le dijo: ''A pesar de que, de cualquier forma, yo sostengo que el dominio británico es una maldición, no intento lastimar a ningún inglés en particular..." Después de que Gandhi violó la ley, otros hicieron lo mismo en todo el territorio de India, y entonces las cárceles se llenaron. Y de este modo, los británicos sintieron el impacto de la desobediencia civil, el uso de la manipulación simbólica como un arma.

Unos 30 años después de la Marcha de la Sal, en Sudáfrica, el CNA consideró que el gobierno del apartheid estaba mentalmente preparado para enfrentar la desobediencia civil, y que era insensible a esa manipulación. El CNA decidió entonces volcarse hacia la guerra de guerrillas. Pero no fue tan fácil, y pronto varios líderes clave del CNA fueron arrestados, juzgados, y sentenciados a largas condenas en la prisión de Robben Island. Y allí permanecieron durante unos 20 años. Pero entonces el CNA convirtió, primero el juicio y luego la prisión de Robben Island, en sus símbolos de resistencia. A partir de estos símbolos, movilizaron a la opinión pública mundial, y a pesar de su debilidad militar, el CNA fue capaz de obligar a un régimen ferozmente enemigo, a que liberara a los líderes prisioneros, negociando con ellos y celebrando elecciones libres en las cuales el CNA llegó al poder y Nelson Mandela fue electo presidente.

Unos 30 años después del lanzamiento de la campaña de la guerrilla del CNA, en 1994, un movimiento hasta entonces desconocido de pueblos indígenas, en la remota provincia de Chiapas en México anunció una campaña de guerrilla, llamándose a sí mismo el EZLN, con el objetivo de la autonomía y los derechos para los pueblos indígenas. La violencia real fue muy pequeña y breve. Pero su fuerza potencial era muy grande. Y el gobierno mexicano fue obligado a negociar una tregua, que fue utilizada durante los siguientes seis años en el esfuerzo de abrogarla. Mientras tanto, el EZLN empleó esos seis años para movilizar a la opinión pública mundial, aunque ahora mediante ciertos instrumentos avanzados como el Internet. Y en 2000, el mismo gobierno que buscaba romper la tregua fue vencido en las elecciones nacionales, y el nuevo presidente dice que es su prioridad resolver las alternativas planteadas por el EZLN.

No cabe duda de que, vistas desde la perspectiva del sistema-mundo como un todo, estas tres campañas -la del CNH en India, el CNA en Sudáfrica y el EZLN en México- son los tres movimientos que más apoyo han obtenido de parte de la opinión pública mundial, logrando por tanto lo que podría llamarse una hegemonía moral. Hegemonía moral que además han utilizado de manera consciente como su más poderosa arma de presión frente a los poderes en contra de los que estaban luchando. Gandhi, Mandela, y ahora también Marcos, se han transformado en una suerte de hé-roes morales mundiales, un hecho que ha servido muy bien a sus respectivas causas.

Vale además la pena observar un elemento que ha sido clave en la conquista de esta hegemonía moral. Los tres movimientos, y los tres héroes, pusieron un gran énfasis en su universalismo, en el hecho de que ellos no eran los voceros de ningún estrecho interés de grupo. Gandhi y el CNH insistieron en que querían una India secular, no una India hindú, y lucharon por mantener a los musulmanes dentro de su visión de lo que sería una India libre. Gandhi fue asesinado por un fanático hindú, debido justo a esta razón. El CNA y Mandela insistieron en que peleaban por una sociedad no racista, y no por una Sudáfrica negra. El CNA tuvo, y tiene, no sólo miembros blancos en su seno, sino también en sus consejos interiores. Y el EZLN y Marcos han insistido en que ellos pelean por los derechos no sólo de los pueblos indígenas, sino de todos los mexicanos, porque ellos son indígenas mexicanos. Marcos mismo no es un indígena mexicano, por lo cual él es el subcomandante, junto a múltiples comandantes indígenas. Ya que la hegemonía moral no se compagina bien con los particularismos étnicos.

Los tres movimientos han insistido en ser portadores de visiones sociales amplias, y esta amplitud de sus contenidos se ha ido expandiendo a lo largo del tiempo. Así, hoy tenemos a la comandante Esther del EZLN, enfatizando la centralidad de las mujeres indígenas para la lucha porque, dice ella, ellas sufren de ''la triple explotación por su condición como personas indígenas, como mujeres y como pobres". El comunicado del EZLN nos dice que ésta es la "Marcha de la Dignidad Indígena, la marcha de la gente del color de la tierra". Y Marcos, en una entrevista, ha afirmado que ''el EZLN tiene armas [...] pero no practica el terrorismo, y nunca ha cometido un ataque asesino". Además, agrega que el EZLN no está buscando la conquista del poder del Estado, porque el núcleo del poder no se encuentra ya más en los Estados: ''No se logra nada conquistando el poder". Por eso, lo que el EZLN persigue es más bien una ciudadanización de la política, la que al ser conquistada hará desaparecer al propio EZLN, lo mismo que, dice él, a la propia ''figura de Marcos".

Cuando, en una reunión en algún punto del camino de la marcha, un líder local le preguntó a Marcos cuáles eran las órdenes de los organizadores de la marcha, la respuesta de este último fue muy notable. Marcos respondió: ''Vamos a la ciudad de México con usted y con muchas otras personas... y vamos para obtener el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indios. Y para que nunca más recibamos órdenes de nadie". E insistió en que ''los pueblos indígenas son los guardianes de la historia".

Gandhi y el Congreso Nacional Hindú hicieron valer los derechos de los hindúes para liberarse del dominio colonial exterior. Mandela y el CNA hicieron valer los derechos de 80 por ciento de la población no blanca para liberarse del yugo colonial interno ejercido por los colonizadores europeos. Y Marcos y el EZLN están haciendo valer los derechos de los ''pueblos indígenas" para liberarse del dominio colonial encubierto de aquellos que se han considerado a sí mismos como socialmente superiores. Cuando India conquistó su independencia en 1948, dejó establecido un modelo que impactó a lo largo del Asia y de Africa, acelerando el fin del colonialismo en todas partes. Cuando el EZLN obtenga el reconocimiento de la dignidad de los pueblos indígenas en México, esta conquista tendrá el mismo impacto a lo largo de todas las Américas e inclusive de cualquier otro lugar en el mundo.

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El subcomandante Marcos, el legendario Nelson Mandela y el célebre Mahatma Gandhi, en su momento, emprendieron campañas políticas para movilizar, dice Wallerstein ''una hegemonía moral'' FOTOS CARLOS RAMOS MAMAHUA Y ARCHIVO

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