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El
tren le amputó una pierna
舠Desde que me pasó el accidente perdí las ilusiones舡
dice Margarita, joven indocumentada hondureña
* Viajaba hacia Estados Unidos
Rosa Rojas
Margarita cumplirá 23 años el 16 de noviembre. Hace 16
meses salió de la casa familiar, en San Pedro Sula, Honduras, con
dos mil lempiras (unos mil 300 pesos mexicanos) en la bolsa y la intención
de llegar como indocumentada a Estados Unidos para trabajar allá.
Ahora, con un embarazo de casi 8 meses, está varada en el Distrito
Federal, con una prótesis que sustituye la pierna derecha que perdió
bajo las ruedas del tren, en Tlaxcala.
Margarita (nombre ficticio, sin apellido, como suelen ser los que, casi
como un acto reflejo, dan las indocumentadas en un primer contacto) ganaba
unos 400 pesos mexicanos a la semana trabajando en una maquiladora en
su natal San Pedro Sula. Antepenúltima de 9 hermanos 舑cuatro
hombres y cinco mujeres- ella dice que echó a andar rumbo a Estados
Unidos 舠por curiosidad, para conocer otras caras舡. 舠Quería
llegarles de sorpresa舡 a sus hermanos mayores 舑dos hombres
y una mujer- que viven en Canadá, 舠pero no se pudo舡,
cuenta con un rictus en la cara que quiere ser una sonrisa.
Ella no lo dice, pero dejó en San Pedro Sula un hijo de 4 o 5 años.
Al salir les dijo a sus padres 舑ella de 58, él de 65 años,
agricultores ambos- que se iba a Estados Unidos. Le contaron cosas, que
era peligroso, que varios se morían, 舠pero yo, mientras no
ver no creer, dije舡.
Margarita tomó un autobús hasta la ciudad de Tecum Umán,
en Guatemala, frontera con México. 舠En los caminos se encuentra
uno a gente y se hace de amistades y ahí se va舡. Ella y sus
nuevos amigos cruzaron la frontera a pie, en Chiapas buscaron las vías
del tren y se treparon en el techo. Un mes y dos días después
de haber salido de su casa, el 11 de junio de 2002, llegó en el
tren a Apizaco.
Eran como las 5 de la tarde, 舠migración nos estaba siguiendo,
estaba lloviendo y una chava se resbaló y el tren la jaló
y ella me jaló a mí, las dos nos caímos y a mí
me pasó el accidente de mi pie, fue un accidente muy horrible舡.
--¿Migración te llevó al hospital?
--No, migración se dio a la fuga, los que me rescataron fueron
unos cristianos.
--¿O sea que te dejaron ahí tirada?
--Sí, ya después llegaron por mí舰 en el hospital
le piden a uno los datos y como yo no perdí el conocimiento, pues
les dije de dónde era y cómo me había pasado el accidente.
Y los doctores llamaron a los de migración y vinieron por mí.
--¿Cuánto tiempo estuviste en el hospital?
-- Sólo un día, porque al siguiente día llegaron
a traerme.
-- Estuviste un día en el hospital, ¿y ahí te amputaron
la pierna?
-- El tren me la amputó y yo la llevaba para ver si me la pegaban
pero ya no se pudo.
--¿Y migración qué hizo después?
--Pues tenerme ahí tres meses encerrada en Iztapalapa (en la estación
migratoria).
Margarita llamó a la embajada de Honduras, que envió un
abogado que antes trabajaba con ellos, mismo que se encargó de
contactar a la Asociación Nacional de Rehabilitación Integral
(Anderi), cuyo director, Víctor Jiménez, hace 8 años
que colabora con las embajadas de Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa
Rica, en la atención de personas mutiladas en accidentes de tren
como el que sufrió Margarita. El especialista sólo cobró
3 mil pesos por esa prótesis 舑normalmente costaría
7 mil pesos- y él se hizo cargo de la rehabilitación de
Margarita.
舠Ahí la tenían y ningún hospital se quería
hacer cargo porque su infección estaba demasiado avanzada, traía
deterioro de la masa muscular, no traía epidermis, estaba con grado
avanzado de infección; les dije déjenla salir, yo la trato
(él tuvo que firmar una responsiva para hacerse cargo de ella);
logramos restaurar su piel nuevamente, con miel y polvos de penicilina,
sus lavados, medicamentos, antibióticos, ya le pusimos su prótesis,
aquí estaba bien舡, relata el doctor Jiménez. Detalla
que se llevó casi un año la rehabilitación de Margarita舰
le pusimos la prótesis, empezó a caminar y llegó
un momento en que se relacionó con un muchacho, la embarazó,
es una situación difícil舰舡.
Margarita se fue a vivir con Juan, a la casa de sus padres. La primera
vez que fuimos a buscarla para entrevistarla, hace casi dos meses, ella
había salido. Juan, su mamá y su papá se quejaron
de la conducta de Margarita. 舠Ahora sale con que quiere regresarse
a Honduras舡, lamentó Juan. Hace un par de semanas, cuando
por fin la encontramos, la chica andaba con muletas porque se resbaló
y se lastimó el muñón.
Jiménez cuenta que Margarita se quiso regresar a su país.
舠La llevamos, la presentamos, la tuvieron 17 días en la Estación
Migratoria, ya no la pudieron enviar a Honduras por el avanzado embarazo
que tiene y las autoridades (migratorias) me pidieron que me hiciera responsable
humanitariamente otra vez, porque ella amenazó con suicidarse si
no la sacaban, se la pasaba llorando舡.
Firmó pues la responsiva, pagó una fianza de 500 pesos.
舠Ahora, naciendo su hijo, ella puede permanecer en el país
y reestructurar su vida舡. Margarita se quedó una noche en
la clínica de Anderi, al día siguiente fue a rogarle a la
mamá del muchacho舰
En su cuartito, donde sólo cabe una cama individual y un buró
y por puerta tiene una cortinilla de tela, Margarita contó que
sus padres se preocuparon mucho por su accidente, pero no han podido venir
a México. Sus hermanos que viven en Canadá le ayudan en
lo que pueden, pero ninguno de sus familiares sabe que se juntó
con Juan y que está embarazada. Cuenta que su criatura va a ser
niño, que va a nacer a finales de noviembre. No admite tener problemas
con Juan, 舠lo que pasa es que a veces me sentía sola舡
explica respecto a su fallido intento de regresar a Honduras, aunque aclara
que ahora ya se adaptó con su suegra, que la trata como si fuera
su hija.
--¿Y ya no te quieres ir a EU?
--No, ya no. Desde que me pasó el accidente ya perdí las
ilusiones.
--¿Y tú que le dirías a tus compañeras de
San Pedro?
--Pues nada, si lo quieren intentar que lo intenten, yo ya sufrí
lo suficiente.
--¿Y por ejemplo tu hermana más chiquita?
-- No, ahí sí no la dejo venir.

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