ANDANZAS

Colombia Moya

Xavier Villaurrutia en la danza

QUIÉN MEJOR QUE la coreógrafa y bailarina Rossana Filomarino para corporizar la poesía de Xavier Villaurrutia en esta serie de homenajes al gran autor del célebre poema Nostalgia de la muerte, entre otros tantos que marcaron el modernismo en la poesía mexicana del siglo XX. De este modo, la presencia de la danza se suma a la serie de actos que reviven la obra y memoria de tan ilustre autor, nacido hace un centenar de años. Nostalgias se llama el espectáculo de la mencionada artista que se presentará en el teatro Orientación, del Centro Cultural del Bosque, el 7 y el 8 de este mes a las 20 horas, y a partir del 10 y hasta el 2 de noviembre, en temporada en el teatro Raúl Flores Canelo, en el Centro Nacional de las Artes.

ROSSANA, ADEMAS DE Nostalgia de la muerte, parece haber incluido algunos de los poemas menos conocidos del autor, y para ello, quién mejor que la maestra del verbo, la actriz Martha Verduzco, pues pocas como ella saben decir... hablar... interpretar la poesía. Así, el sentimiento trágico tan evidente en las obras de Filomarino, aunado a los matices dramáticos tan propios de esta notable actriz, sin duda alguna, con el desempeño de Carlos Ortega, también notable actor, así como el corporal de Amada Domínguez, Marcela Aguilar, Miguel Conde y Antonio Ayala, ofrecerán al espectador un Villaurrutia interpretado simultáneamente en el diseño corporal y el dibujo abstracto del sentido de las palabras del poeta, unidos ambos por el sentimiento trágico de la vida, algo que cada espectador se encarga de transmutar en su propio sentimiento.

EL DESARROLLO DE la obra, paralelo en dos planos, muestra el aspecto realista de la cotidianidad con la pareja de actores, Martha Verduzco y Carlos Ortega, un amanecer pleno de añoranzas y nostalgias en que prácticamente se vive en compañía de la muerte, mientras que en otro plano, los actores bailarines, dice Filomarino, sobre la misma temática, expresan la teatralidad del cuerpo de manera abstracta, en una alternancia de la palabra y el movimiento.

EL AGLUTINADOR DE ambos espacios es el componente musical, a cargo del cuarteto Siqueiros, interpretando música original para la obra, escrita por el maestro Roberto Medina, director de la Escuela de Música del INBA, así como la escenografía de Jarmilla Dostalova, artista checa titulada en la Facultad de Teatro de la Academia de Artes de Praga, y de notable experiencia en su colaboración con coreógrafos mexicanos de diversas compañías.

LA PRESENCIA DEL ausente, el dolor, la muerte, la angustia, la soledad, son socorridos temas de esta talentosa coreógrafa que ya parece haberse especializado en el sufrimiento, el dolor humano, como si la vida le doliera, abocandose quizás a cargar sobre sus frágiles hombros toda la desolación del desamor y el abandono, lo que sin duda nos remite asimismo a la época trágica de la danza mexicana, sobre todo en el ballet nacional donde la danza per terra, revolcones y arrastradas, antes de conquistar las alturas, el salto y la ligereza por medio de la escuela Graham, todo era prácticamente, bastante azotado, serio y trascendental, donde la sonrisa, cuando aparecía, quedaba congelada en insípida mueca.

SIN EMBARGO, ROSSANA ofrece en esta obra un brote de esperanza pues ahora, fuertemente impactada por Villaurrutia y motivada para montar la obra, desea transformar toda esta angustia en una constante de vida, lo cual, sin lugar a dudas, mostrará con la sabiduría que le ha propiciado su agudo conocimiento del alma humana y los más sutiles recursos del oficio coreográfico. Mientras tanto, es evidente que la maestra Filomarino continúa trabajando sin descanso, si no para el bien de su economía, si para su vida espiritual y emocional, algo de lo que, sin duda alguna, también viven los coreógrafos, y no pregunten de qué viven los ex bailarines, artistas en general y unos cuantos millones de pobres en el país. Tal vez el secreto del buen vivir consiste en saber colarse en el sistema financiero de la burocracia, la política, con sus plazas y sistema de protegidos en la cultura y sus instituciones, en el grueso río de intocables de este país.