Sarukhán demanda mayor presupuesto para investigación y evitar dependencia

Cuestionan la moratoria sobre el cultivo de transgénicos

MATILDE PEREZ U.

La moratoria para el cultivo de maíz transgénico o de otros productos fuera de laboratorio fue una medida drástica y tal vez necesaria para un periodo corto, pero ahora existen otros parámetros para regular la experimentación de éstos en el campo; continuar con ella impedirá a México avanzar en la investigación, consideró Luis Herrera Estrella, director de la Unidad Irapuato del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. A esa advertencia se sumó José Sarukhán, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien se pronunció por la canalización de mayores recursos públicos a la investigación para evitar la privatización del conocimiento fundamental para mantener la seguridad alimentaria.

En el taller Flujo genético: qué significa para la biodiversidad y los centros de origen, que organizó la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia, ambos consideraron necesario que el Estado fomente la investigación en transgénicos, incluyendo materiales de origen como el maíz. "Me resisto a calificarlos a priori (los transgénicos), no tenemos información suficiente y no se puede caer en una actitud de cacería de brujas ni de cerrazón", apuntó Sarukhán.

Consideró que en la medida en que México no sea capaz de producir sus propios transgénicos dependerá de las grandes corporaciones que poseen esa tecnología, "sería alarmante que para alimentar a la población se dependiera de ellas y abandonáramos el derecho de producir nuestros alimentos. Esto es un asunto multifacético y así debe ser abordado".

Convencido de que la agricultura sustentable sí puede estar vinculada con los transgénicos, el también promotor de la creación de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) dijo que levantar la moratoria puede resolver parte de las necesidades de mayor producción de alimentos, particularmente de los productores tecnificados, pero no ayudará a resolver la pobreza ni la marginación social, pues dependen del diseño de otros programas.

Respecto a las investigaciones sobre la producción de medicamentos utilizando el maíz, comentó que antes deben valorarse las ventajas económicas y situación social, además hay 250 mil especies fanerógamas en el mundo "Ƒpor qué insistir en utilizar el maíz para eso?" Se pronunció por la creación de un organismo autónomo para regular la producción y posible comercialización de esos productos.

Amanda Gálvez Mariscal, Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos 1990 y 2002, expuso que el proyecto GEF en materia de seguridad para monitoreo de los productos animales y vegetales que se importan tiene un capital semilla de 1.4 millones de dólares; empezó en este año y permanecerá hasta 2005, la intención es que gente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Instituto Nacional de Ecología, el sector salud y la Secretaría de Agricultura esté entrenada para hacer el diagnóstico. Se pronunció por que México cree sus transgénicos, pues sin ello no "podemos hablar de ventajas o desventajas.

Robert Horsch, vicepresidente de Cooperación de Productos y Biotecnología de Monsanto, apuntó que la apuesta de la empresa en la producción de transgénicos está orientada a que tengan mayor valor para los productores y para los consumidores. A la fecha, dijo, Monsanto ha tenido éxito en la producción que tiene valor para los agricultores, pero los consumidores son más difíciles, para ellos se buscan rasgos de valor como sabor, textura y proteger su salud.