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México D.F. Martes 30 de septiembre de 2003

Crece la presión sobre el presidente por los motivos que justificaron la invasión a Irak

Funcionarios de Bush, acusados de identificar a una agente de la CIA

La acción, presunta represalia contra su marido, quien contradijo al mandatario estadunidense

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 29 de septiembre. La Casa Blanca rechazó hoy, por un lado, alegatos de que uno de sus altos funcionarios haya revelado el nombre de una agente de la CIA a los medios en represalia contra su marido por haber refutado al presidente Bush sobre el presunto armamento iraquí y, por otro, se defendió ante crecientes acusaciones de que mintió en torno a la amenaza de Irak antes de la guerra.

Las primeras planas de los periódicos y revistas más importantes, y también de los medios electrónicos, informan que el gobierno no tuvo suficiente información ni pruebas para justificar una guerra contra Irak, que el vicepresidente miente sobre el asunto y, para colmo, que el pueblo iraquí no está feliz con su "liberación".

El Departamento de Justicia se vio obligado a anunciar este lunes que comenzará una investigación formal sobre las acusaciones de que altos funcionarios del gobierno de Bush podrían haber revelado la identidad de una agente de la CIA a los medios, lo cual constituiría un delito federal sujeto a un castigo de varios años de cárcel.

La semana pasada la cadena NBC reportó que la CIA había solicitado una amplia investigación sobre cómo se filtró el nombre de la agente Valerie Plame a varios reporteros en Washington.

Plame es la esposa de Joseph Wilson, ex embajador estadunidense contratado por la CIA para investigar las acusaciones de que Irak buscaba obtener uranio enriquecido de Níger. Después de que Wilson y la CIA concluyeron que esa acusación era falsa, el presidente Bush continuó acusando públicamente al régimen de Bagdad de buscar obtener uranio de ese país.

Furioso por esta mentira, Wilson publicó un artículo en el New York Times explicando por qué esa afirmación era falsa, y una semana después "altos funcionarios de la Casa Blanca" informaron al columnista sindicado Robert Novak y a otros periodistas selectos que la esposa de Wilson era agente secreta de la CIA. Este fin de semana otros periodistas confirmaron que funcionarios de la Casa Blanca ofrecieron revelar la identidad de Plame a por lo menos cuatro diferentes periodistas después de que Wilson publicó su artículo. Novak publicó su nombre, con lo cual no sólo anuló la carrera de Plame sino, según oficiales de la CIA, colocó en peligro la vida de otras personas que habían trabajado con ella.

La revelación de nombres de agentes de la CIA por empleados federales es un delito federal grave en este país, caracterizado por el ex presidente George Bush, padre del actual mandatario, como un acto de "los más insidiosos de los traidores".

El embajador Wilson inicialmente señaló al jefe del gabinete, Karl Rove, como la fuente de la filtración, pero hoy dijo que no sabe si Rove estaba personalmente involucrado en el asunto.

El vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan, negó explícitamente hoy que Rove hubiera filtrado la información y advirtió que cualquier funcionario que cometiera tal delito sería cesado inmediatamente. Sin embargo, McClellan también informó que la Casa Blanca no estaba considerando iniciar una investigación sobre la filtración, y que la indagatoria del Departamento de Justicia sería suficiente para determinar si se había violado alguna ley.

Pero críticos del presidente exigieron una investigación independiente, argumentando que no podría esperarse que el procurador general nombrado por Bush vaya a investigar imparcialmente a su jefe. A todo esto, casi todos los precandidatos presidenciales demócratas han pedido una investigación independiente de este asunto, el cual parece revelar el lado oscuro de la política en Washington y algunos de los juegos sucios de funcionarios para silenciar disidencias.

Más problemas

Igualmente preocupante para Bush es el creciente coro de críticas a sus justificaciones para la guerra. A finales de la semana pasada, el respetado presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el republicano Porter Goss, se unió a su contraparte demócrata al afirmar que el gobierno de Bush no contaba con información actualizada sobre la cual basar su afirmación de que Saddam Hussein contaba con armas de destrucción masiva antes de la invasión estadunidense de Irak.

En una carta enviada a la CIA, Goss dijo que después de examinar 19 volúmenes de materiales clasificados, había concluido que la CIA no tenía información que confirmara que Irak representaba una amenaza inminente para Estados Unidos. A pesar de esto, Bush, al anunciar la guerra contra Irak el 19 de marzo pasado, sostuvo que ese país representaba una "grave amenaza" para Estados Unidos porque poseía armas de destrucción masiva.

La asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, negó directamente este fin de semana que Bush hubiera carecido de información de inteligencia sobre la amenaza de Irak cuando lanzó la guerra. Pero Washington ha indicado que podría no difundir públicamente el informe completo sobre armas de destrucción masiva en Irak, que ha estado elaborando desde el fin de la guerra de invasión.

Cinco meses después de la caída de Saddam Hussein, Estados Unidos no ha encontrado armas de destrucción masiva ni pruebas de que Irak contaba con ellas. En su número de esta semana la revista Time reporta que funcionarios del régimen de Hussein señalan ahora que esas armas fueron destruidas o desmanteladas en los años 90 y jamás fueron reconstruidas.

Mientras crece el número de bajas de soldados estadunidenses en Irak, las acusaciones de que Estados Unidos lanzó la guerra sin pruebas suficientes está creando un serio problema político para Bush. Si los soldados permanecen en Irak y siguen muriendo el año próximo, mientras Bush se prepara para su relección en los comicios de noviembre de 2004, la Casa Blanca estará en apuros.

De por sí ya hay llamados para la renuncia del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y otros altos funcionarios. El vicepresidente Dick Cheney también se encuentra bajo ataque por sus afirmaciones -sin el apoyo de otras partes del gobierno- de que el gobierno de Hussein sí estaba vinculado, de alguna manera, con los atentados del 11 de septiembre.

Críticas para Cheney

Cheney también es criticado por sus vínculos financieros con una de las empresas contratistas militares más importantes, que está ganando miles de millones de la guerra en Irak. Cheney, ex presidente de la Halliburton Corporation, con sede en Texas, negó que aún tenga algún interés financiero en Halliburton. Pero una investigación de la Oficina de Contabilidad General (agencia del Congreso) confirmó que el vicepresidente sigue recibiendo más de 100 mil dólares anuales en pagos de esa empresa.

Bush también está enfrentando problemas políticos en Irak. Una reciente encuesta de Gallup encontró que sólo 29 por ciento de los residentes de Bagdad ven en forma favorable al presidente estadunidense, mientras 42 por ciento tiene una percepción favorable del mandatario francés, Jacques Chirac, opositor de la invasión. La misma encuesta registró que sólo 33 por ciento de los iraquíes cree que está en mejores condiciones que antes de la guerra, mientras que 47 por ciento dice estar en una situación peor. O sea, ni los "liberados" parecen apreciar a Bush.

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