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México D.F. Viernes 12 de septiembre de 2003

El recuerdo de Allende recorrió Chile

Reabre Lagos en La Moneda la puerta Morandé 80, tapiada por Pinochet

XIMENA ORTUZAR ENVIADA

Santiago de Chile, 11 de septiembre. En un acto simbólico, el presidente chileno, Ricardo Lagos, reabrió hoy la puerta lateral del Palacio de la Moneda, conocida como Morandé 80, en el marco de la conmemoración de los 30 años del golpe militar que derrocó a Salvador Allende. Esa entrada fue por décadas un símbolo de la democracia chilena. Ubicada en la calle Morandé, a un costado de La Moneda, fue utilizada por la mayoría de los presidentes chilenos para ingresar y salir cada día de la sede del Poder Ejecutivo, dejando la entrada principal, por calle Moneda, para ocasiones especiales.

Hoy, a las 11:05 de la mañana, el presidente Lagos volvió a abrirla. Y rescató un símbolo que es caro para los demócratas chilenos. Y sagrado para los allendistas.

Fue una ceremonia distinta de todas, sobria, de profunda emotividad. El presidente chileno salió de su despacho en la planta superior de La Moneda, bajó las escaleras y atravesó la puerta principal del palacio. Caminó solo hasta la calle Morandé, donde la puerta antes tapiada y recién reconstruida por órdenes del mismo Lagos estaba cubierta por una enorme bandera de Chile y flanqueada por dos carabineras. La bandera fue alzada y el mandatario abrió esa puerta. Ingresó entonces al palacio, como hacía Allende cada mañana. Una vez dentro scl06-141438-pihinauguró el libro de saludos de este acto simbólico escribiendo: "Hemos reabierto esta puerta para que por ella ingresen las brisas de la libertad que han hecho grande a nuestra patria".

Después de atravesar, siempre solo, el patio de los Canelos, ingresó al recinto donde tendría lugar la ceremonia oficial central.

En su alocución, Lagos dijo: "Este es un día para la memoria. Para hacernos cargo, con madurez, de aquel momento de nuestra historia que tanto dolor nos ha causado. (...) Es un momento para el recogimiento, en primer lugar, ante un acto grande, muy grande: el sacrificio supremo de un presidente de la república en cumplimiento de su deber ante la legítima investidura que ostentaba; un acto de total renunciamiento personal, tal cual lo hicieron otros jefes de Estado en nuestra historia patria".

Se refirió también a las últimas palabras de Allende: "No fueron expresiones de cólera y menos de resentimiento; fueron expresiones que aludieron a un futuro de paz, de bienestar y de justicia social. Por ello permanecieron, por ello pueden hoy tener sentido tanto para sus partidarios como para sus detractores".

Tres ovaciones hubo durante la ceremonia: al ingreso al recinto de doña Hortensia Bussi viuda de Allende, a la llegada de Lagos tras abrir la puerta de Morandé 80, y cuando el libreto del acto mencionó al cardenal Raúl Silva Henríquez, símbolo perdurable de la defensa irrestricta de los derechos humanos desde el primer momento de la dictadura. Las tres ovaciones fueron de pie.

Todo un símbolo

No fue casual que Lagos reabriera hoy la puerta de Morandé 80. Por ella fue sacado el 11 de septiembre de 1973, de una Moneda humeante a causa del bombardeo y el subsecuente incendio, el cadáver del presidente Allende. Excepcionalmente esa mañana, muy temprano, Allende ingresó al palacio por la puerta principal. Tal vez para dar a su ingreso una connotación especial, advertido como estaba de un alzamiento militar, pudo querer enviar un mensaje a todo Chile: "el presidente de la república está en su puesto de trabajo". Esto se deduce de su respuesta a los conspiradores que en medio del ataque a La Moneda, y habiéndole exigido la renuncia, le pidieron ir al Ministerio de la Defensa "a negociar" su salida del gobierno. La respuesta de Allende fue definitiva: el presidente de Chile recibe en La Moneda.

O tal vez esa mañana entró por la puerta principal por estar consciente de lo que podría sobrevenir y, decidido como siempre estuvo y así lo anunció -a abandonar su puesto de presidente constitucional sólo terminado su mandato de seis años o muerto-, presentía que ésa podía ser la última vez.

La dictadura de Augusto Pinochet hizo tapiar esa puerta. Quiso abolir el símbolo, borrar también esa parte de la historia. No lo consiguió. En los años posteriores al golpe, en esos años del terror, la censura y la mordaza, hombres y mujeres anónimos pasaban por allí, como un transeúnte cualquiera y en el lugar donde estuvo la puerta dejaban caer una flor. Era el homenaje en rebeldía. La memoria vigente.

Reabierta esa puerta e instalada el día 10 en La Moneda una placa conmemorativa del presidente Allende, a escasos metros del lugar de su muerte, se cierra un ciclo de 30 años en que por adversión primero y por omisión después, la memoria de Allende no había sido cabalmente reivindicada en el lugar de su sacrificio.

Presente en la ceremonia de hoy, el doctor Arturo Girón, médico personal de Allende y quien permaneció con él hasta que el propio Allende lo conminó a salir, afirma: "Los países se construyen en una parte importante por símbolos.. Y esta puerta fue un símbolo de la República. Por ella entró muchas veces mi padre, que fue asesor del presidente Pedro Aguirre Cerda. Por ella salimos por última vez en democracia quienes estábamos junto al presidente Allende. Se ha rescatado un símbolo".

Para Isabel Margarita Morel, viuda de Orlando Letelier, esta fue una ceremonia completa: "Se abrió esa puerta, se reivindicó a Salvador Allende, se dijo todo lo que se tenía que decir".

Otros homenajes

Frente a La Moneda, en la Plaza de la Constitución, militantes del Partido Socialista (PS) que él fundó, colocaron una ofrenda floral al pie del monumento a Allende. Lo propio hizo el Partido Comunista, (PC), que formó parte de la Unidad Popular -coalición de izquierda en cuya representación gobernó Allende- y que hoy es oposición. Gladys Marín, secretaria general del PC, y Daniel Ortega, ex presidente de Nicaragua, colocaron juntos sendas ofrendas. Más tarde se reunieron allí los miembros de la guardia personal del presidente abatido en La Moneda y los familiares de las víctimas de la represión.

En el Cementerio General, dirigentes del PS rindieron homenaje a Salvador Allende en su tumba, que lucía repleta de flores, dentro del mausoleo, colocadas por la familia y en las rejas que lo protejen, puestas como cada 11 de septiembre por ciudadanos que no olvidan. Esas rejas mostraron hoy, como sucede habitualmente, mensajes que la gente deja allí, para Allende, homenajeando su consecuencia, bendiciendo su nombre e incluso contando sus cuitas y desencantos.

En barrios marginales de la periferia santiaguina hubo también diversos homenajes, y en casas de estudios, en sindicatos, en organizaciones de base.

Radioemisoras y canales de televisión transmitieron diversos programas de aquel 11 y de éste 11. Hoy, todo Chile habló del golpe, todo Chile habló de Allende y también, inevitablemente, de Augusto Pinochet.

En la otra vereda

Los antagonistas de esta historia hicieron sus propios actos y ceremonias. Comenzaron temprano, en la Escuela Militar, con una misa para conmemorar a sus muertos del 11 de septiembre, a la que asistieron no sólo el alto mando en pleno, sino también los llamados "regimientos simbólicos" integrados por oficiales en retiro. Lo propio ocurrió en todas las guarniciones militares del país.

En la ocasión el general Juan Emilio Cheyre, comandante en jefe del Ejército, declaró: "Al iniciar este año manifesté que el Ejército enfrentaría esta fecha con grandeza. Todo nuestro esfuerzo ha estado dedicado a este fin".

Pinochet, que durante 16 años fue la figura central de esta fecha, se limitó hoy, en un acto que llamó "simbólico", a hacer entrega de su banda presidencial a la Fundación Augusto Pinochet.

Como comparsa, sus defensores reiteraron hoy que Pinochet salvó a la patria del yugo marxista. Lucía Hiriart lamentó que los marxistas, arteros y mentirosos, estén "tergiversando la historia" y repudió lo que llama "la canonización de Allende".

Del exterior llegaron durante la jornada noticias de actos conmemorativos y homenajes a Allende, en todas partes del mundo. Uno de ellos fue la inauguración en París de la plaza Salvador Allende.

Que se sepa, en ningún lugar fuera de Chile hubo homenajes a Pinochet. Y ninguna calle, plaza o lugar público lleva su nombre.

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