Jornada Semanal, domingo 7  de septiembre de 2003         núm. 444
Placeres permitidos
EVODIO ESCALANTE

BAJTIN CON HEGEL

La malicia hermenéutica aconseja no dar demasiado crédito a las definiciones que de sí mismos dan los autores. Al reconsiderar su camino dentro del pensamiento filosófico, Bajtin se definía como discípulo de la escuela de Marburgo, la meca del pensamiento neokantiano. "Yo era un seguidor de la escuela de Marburgo; con esto todo está dicho." El propio Bajtin, que enseñaba que había que distinguir al menos tres instancias dentro de todo discurso: el "yo-para-mí", el "yo-para-otro" y el "otro-para-mí", estaría obligado a reconocer que su declaración es de modo obligado unilateral. Según la norma del "yo-para-mí", Bajtín está en su derecho de considerarse afiliado a la escuela de Marburgo; la posición desde afuera, la del "yo-para-otro", que es la posición desde la que redacto esta rápida nota, Bajtin se revela más bien como un pensador ecléctico, lo mismo impregnado de la espiritualidad religiosa del grupo "Resurrección" del que formaba parte durante la segunda década del siglo (y por lo que fue arrestado en 1928), que del impulso romántico que lo hizo escribir un libro (desafortunadamente perdido) sobre Goethe, que lo llevó a sesudas investigaciones acerca de la "novela de formación" (Bildungsroman), y que lo convirtió en un asiduo lector de la Fenomenología de Hegel. 

Tatiana Bubnova, filóloga de primera y gran conocedora de Bajtin, varios de cuyos libros ha traducido al español, ha insistido entre nosotros que debemos considerarlo antes que nada como un filósofo interesado en deslindar el campo del acto ético. Sin duda tiene razón. Pero esto no excluye que se consideren otros aspectos de su pensamiento, siempre inconcluso y siempre provocador. Durante mucho tiempo los estudiosos de Bajtin han excluido toda vinculación con Hegel, en parte por la inevitable contaminación que se solía establecer entre Marx y la dialéctica hegeliana. Opino que habría que "destrabar", por principio, el binomio Marx-Hegel. El filósofo de la lucha de las conciencias en pos de esa cosa intangible que es el reconocimiento, el del conflicto a muerte entre el amo y el siervo, convertido en motor de la historia, no tiene por qué confundirse con el autor de El capital. El otro motivo que justificaba esta exclusión, era una sarcástica declaración con la que Bajtin hacía mofa del esquema dialéctico hegeliano. 

Llama la atención, empero, una anécdota que cuenta el mismo Bajtin a propósito de su arresto por la policía soviética de la época staliniana: "Vinieron a arrestarme dos personas. Uno antipático; otro, un judío, muy agradable. El segundo vio los libros de Hegel en alemán, preguntó respetuosamente: ‘¿Es usted filósofo?’ Luego la cámara de detención preventiva. Las condiciones no eran muy malas. Me permitieron escribir." Subrayo esta tempranera referencia a Hegel, que de algún modo desplaza y deja en la sombra a los autores que se supone por entonces leía, es decir a Natorp, a Scheler, a Ernest Cassirer. Tengo la sospecha de que uno de los conceptos claves de la teoría literaria bajtiniana, el de carnavalización, está tomado de Hegel. En su estudio acerca de Rabelais y la cultura popular de la Edad Media y el Renacimiento, Bajtin sostiene que el carnaval pone todas las cosas de cabeza: es, como quien dice, el "mundo invertido". El criado aparece como rey, el feo como campeón de belleza, etcétera. Aunque por supuesto esta noción tiene su propia historia dentro de la tradición cultural de la Edad Media, me parece significativo que también aparezca como una de las nociones capitales de la filosofía hegeliana. Hegel había declarado: "La filosofía es de acuerdo con su propia naturaleza algo esotérico, por sí misma ni está hecha para el pueblo ni es susceptible de ser adobada para él. Es filosofía únicamente porque se contrapone al entendimiento y, todavía más, al sentido común del hombre, que no es sino la visión limitada temporal y localmente de una generación de seres humanos; en relación con ésta, el mundo de la filosofía es en sí y por sí mismo el mundo invertido."

La noción de "mundo invertido" vuelve a aparecer en el capítulo titulado "Fuerza y entendimiento" de la Fenomenología del espíritu. Si la tarea de la filosofía es invertir lo que está invertido, para ponerlo sobre sus pies, el carnaval parece cumplir una función semejante. Bajtin habría adoptado y adaptado esta noción hegeliana y la habría puesto a trabajar a favor de sus intereses. Si el ateo de Marx podía repugnar a la profunda religiosidad de Bajtin, no tenía por qué suceder lo mismo con Hegel, el filósofo del espíritu que había establecido "Dios y solamente Dios es la verdad absoluta".

Otra de las nociones claves dentro del pensamiento bajtiniano es la del "exceso de conciencia", o "extraposición" como prefiere traducir Bubnova. No consiste sino en lo siguiente: el yo no puede verse a sí mismo en toda su completud, en cambio el otro tiene sobre este yo, por el sólo hecho de encontrarse fuera, una plusvalía de conciencia. Afirma Bajtin: "El hombre no puede ver cabalmente, ni comprender en su totalidad tan siquiera su propia apariencia externa, y ningún espejo o las fotografías pueden ayudarlo; su verdadera apariencia sólo la pueden aprehender y comprender otras personas, gracias a su posición exotópica en el espacio y por el mero hecho de ser otros."

Lo que yo me pregunto es lo siguiente: ¿No se trata, en este asunto medular de la "exotopía" o "extraposición", del papel decisivo del otro en la lucha por el reconocimiento en la que se enfrascan las conciencias según la genial anticipación de Hegel en la Fenomenología del espíritu? A mí me parece que sí. El aire de familia es impresionante y tendría que obligar, más allá de las declaraciones críticas de Bajtin, que hay que tomar con reservas, a una reconsideración de las relaciones de su pensamiento con su antecesor alemán.