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México D.F. Domingo 7 de septiembre de 2003

Caso Lombardo y De la Vega Domíngez coinciden: la represión fue un "gravísimo error"

En el 68, el gobierno se tardó en nombrar representantes para dialogar con estudiantes

Sus declaraciones refieren a autoridades más interesadas en la sucesión que en el conflicto

GUSTAVO CASTILLO GARCIA

En vísperas de la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, dos personajes fungieron como negociadores con los universitarios: Andrés Caso Lombardo y Jorge de la Vega Domínguez. En sus recientes declaraciones ministeriales, el primero de ellos menciona que Gustavo Díaz Ordaz "tomó una determinación terrible para hacer valer las instituciones", y que fue "un gravísimo error haber reprimido brutalmente el movimiento estudiantil"

Caso Lombardo, gerente de personal de Petróleos Mexicanos en 1968, declaró por voluntad propia el 20 de junio de este año ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) que encabeza Ignacio Carrillo Prieto; de igual modo lo hizo Jorge de la Vega Domínguez.

En sus respuestas al Ministerio Público Federal, tanto De la Vega como Caso dejan entrever su desilusión por la tardanza que tuvo el ex mandatario para designar negociadores ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH).

Sus declaraciones refieren un gobierno más interesado en la sucesión presidencial que en resolver el conflicto estudiantil, aunque la supuesta orden de Díaz Ordaz era "lograr la reconciliación con los estudiantes; reiniciar las clases suspendidas y buscar la paz pública en la ciudad de México".

También, retratan a un Díaz Ordaz incapaz de comprender a los jóvenes, y revelan que fue por recomendación del entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Javier Barros Sierra, y del general Alfonso Corona del Rosal (regente del Distrito Federal), que decidió nombrar como sus representantes a Andrés Caso (secretario de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Carlos Salinas) y a Jorge de la Vega Domínguez (quien llegó a ser dirigente nacional del PRI en 1988, gobernador de Chiapas y director de Conasupo, así como secretario de Estado).

Según las declaraciones, el entonces presidente de la República les pidió: "hablen con ellos (los jóvenes), a ver si ustedes los pueden comprender, yo ya estoy muy lejano para eso".

Andrés Caso Lombardo tenía 44 años en 1968, y afirmó que el sábado 28 de septiembre de ese año el rector de la UNAM lo llamó a él y a Jorge de la Vega para decirles que el Presidente de la República los había designado como sus representantes para tratar con los dirigentes del movimiento estudiantil. Como respuesta, ambos le dijeron a Barros Sierra que en una primera etapa actuarían simplemente como emisarios y sólo cuando existieran las "condiciones adecuadas" se acreditarían como representantes presidenciales.

A pesar de que el primer contacto con un representante del CNH ocurrió el 29 de septiembre de 1968, la negociación no inició porque Caso y De la Vega reconocieron haber rechazado la propuesta de entablar pláticas con 100 o 150 estudiantes en las instalaciones del Politécnico con el argumento de que sería "muy difícil llegar a acuerdos con un número tan importante de representantes".

Las negociaciones frustradas

El primer encuentro formal ocurrió el primero de octubre en la casa del rector Barros Sierra. Gilberto Guevara Niebla y Luis González de Alba, de las facultades de Ciencias y Filosofía y Letras de la UNAM, respectivamente, y Anselmo Muñoz, del Politécnico, exigieron tres condiciones previas al inicio del diálogo: la salida inmediata de los soldados que ocupaban el Casco de Santo Tomás, el cese de la represión y la libertad de todos los jóvenes detenidos a partir de la intervención del Ejército en la UNAM. De la Vega y Caso se negaron a aceptar esas condiciones.

Sin embargo, coincidieron en declarar ante la Femospp que todo lo platicado con los estudiantes se informaba a Díaz Ordaz. "nos había dado un número telefónico que contestaba personalmente".

Terminado el primer encuentro se convino una segunda reunión. Sería el 2 de octubre a las 18 horas en casa de Andrés Caso. Fernando Solana Morales, secretario general de la UNAM, llegaría con un grupo de estudiantes para "preparar el diálogo informal, pero los trágicos acontecimientos de ese día en la noche modificaron radicalmente la situación", declaró Caso al Ministerio Público.

Sergio Beltrán y Marcelino Perelló, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, y Florencio Sánchez Cámara se quedaron en el domicilio de Andrés Caso "toda la noche y a la mañana siguiente De la Vega los llevó en su automóvil a la casa del rector Barros Sierra, en donde se quedaron.

"Ahí platicamos con ellos haciéndoles ver lo peligroso que había sido organizar un mitin para presionar al gobierno a tomar una decisión, señalando que el CNH previamente había considerado la posibilidad de marchar hacia el Politécnico, que estaba ocupado por el Ejército. Grave error del movimiento estudiantil, y gravísimo error haber reprimido brutalmente el movimiento", declaró Caso.

Jorge de la Vega Domínguez, quien en 1968 fungía como director del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES) del PRI, dejó asentada en su declaración: "la frustración que me causó el que la representación del presidente Díaz Ordaz como mediadores en el conflicto estudiantil se nos haya conferido tardíamente, sólo cinco días antes de los trágicos acontecimientos del 2 de octubre".

En su comparecencia ante la Femospp, De la Vega Domínguez aseguró que "todos los integrantes del gabinete presidencial deseaban participar en la solución del conflicto (estudiantil), y como no tenían éxito por su condición de funcionarios de alto rango y por los tiempos políticos prelectorales, hubo de decidirse tardíamente el nombramiento de los dos representantes presidenciales".

Pasado el 2 de octubre, los integrantes del CNH que no habían sido detenidos iniciaron formalmente el diálogo con los representantes presidenciales. De los resultados de cada encuentro se informó puntualmente al director del Politécnico Wilfrido Massieu; al rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, y al presidente Díaz Ordaz.

El factor García Barragán

Según las declaraciones ministeriales, el priísta Javier García Paniagua, hijo del entonces titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Marcelino García Barragán, fue fundamental para que "un gran número" de estudiantes detenidos por militares recuperaran su libertad.

A este respecto, Andrés Caso fue más explícito. "La salida de tropas del Politécnico, fundamentalmente del Casco de Santo Tomás, se logró totalmente con la intervención de García Barragán".

Según Caso Lombardo, del entonces titular de la Sedena le impresionó "su lealtad a las instituciones y al Presidente de la República, y la celeridad con que dictó las órdenes para que los soldados desocuparan las instalaciones del Politécnico".

La negociación entre los representantes presidenciales y los estudiantes no fue fácil, a decir de Caso, ya que "en algunas ocasiones (en las reuniones) estaban presentes grupos importantes y en ocasiones sólo algunos dirigentes, la representación se modificaba sustancialmente y algunas de las reuniones se llevaban a cabo con representantes que tenían genuino interés en llegar a arreglos, en otras, los grupos fundamentalistas de extrema izquierda y de extrema derecha trataban de boicotear las pláticas".

Los encuentros entre De la Vega, Caso Lombardo y los estudiantes terminaron a mediados de diciembre de 1968. Según ellos las comunicaciones estudiantiles con Luis Echeverría, secretario de Gobernación, fueron escasas y sólo para pedirle que por su conducto fueran atendidos por el procurador de la República, Julio Sánchez Vargas, y el jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal.

Revelaron que las listas de estudiantes para los que se pidió excarcelación se elaboraron a partir de "las peticiones fundadas de maestros y estudiantes, así como de parientes que abogaron por ellos. Los representantes del Presidente (dijo Caso en tercera persona) nunca juzgaron las razones de los posibles delitos de los que se les acusaba, sino que se basaron en sus antecedentes académicos, personales, familiares y sociales que nos fueron aportados por maestros, autoridades universitarias, compañeros estudiantes y parientes".

Para Caso Lombardo el movimiento estudiantil de 1968 fue "un parteaguas en la vida social de México", y consideró que como negociador gubernamental trató "con personas extraordinariamente valiosas, entre ellas profesores de la UNAM y el Politécnico, que antepusieron siempre el interés de las dos casas de educación superior a cualquier otro que interfiriera con las metas que ellos se habían propuesto", liberar a estudiantes y maestros, retornar a la vida académica las instituciones de enseñanza superior y que los cuerpos policiacos y militares salieran de esas instalaciones.

Agregó que el rector de la UNAM, Barros Sierra, fue "ejemplo de patriotismo, excelencia académica y hombría de bien; también conocimos muchos jóvenes desinteresados, valientes, con espíritu renovador que en medio del caos supieron hacer valer sus ideas y, por último, la decisión de un jefe de Estado que tomó una determinación terrible para hacer valer las instituciones y la soberanía de la nación.

"Ojalá y México nunca vuelva a estar en esta disyuntiva", concluyó Caso.

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