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México D.F. Viernes 29 de agosto de 2003

HACIA LA CUMBRE DE CANCUN

Ese camino nunca ha erradicado la pobreza, dicen organizaciones católicas del mundo

Países ricos ''deben reconocer'' el fracaso de la liberalización comercial

Dura crítica a un mecanismo que ''aumenta las diferencias y la inseguridad alimentaria''

JOSE ANTONIO ROMAN Y ANDRES T. MORALES ENVIADO Y CORRESPONSAL

Veracruz, Ver., 28 de agosto. La pobreza y marginación han llegado a tal grado en el mundo que la Unión Europea, Estados Unidos y los bloques económicos poderosos deben ''hacer un inventario del fracaso'' que han representado las políticas comerciales de liberalización, afirman 15 organizaciones católicas internacionales de desarrollo, las cuales consideran que ''nada bueno se augura'' para la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Tras criticar la liberalización económica promovida por la OMC y las instituciones financieras internacionales, se señala que ''este modelo no proporciona, ni lo ha hecho nunca, un camino que conduzca a la erradicación de la pobreza. En la práctica la liberalización del comercio a menudo tiende a incrementar la pobreza y la inseguridad alimentaria, y aumenta las diferencias entre ricos y pobres''.

El documento El comercio global al servicio del desarrollo humano, del Cooperación Internacional para el Desarrollo y Solidaridad (Cidse), que agrupa a 15 organismos católicos y trabaja de manera coordinada con Cáritas Internacional, es entregado a los más de 200 sacerdotes, religiosos y obispos que participan en los trabajos de la séptima semana nacional de Pastoral Social, organizada por el Episcopado Mexicano.

Los organismos de Cidse han asistido a las conferencias ministeriales de la OMC en Seattle y Doha, y se centran fundamentalmente en el financiamiento de proyectos de pequeños y medianos agricultores en los países más pobres, sobre todo en América Latina.

En su opinión, el comercio internacional podría aumentar el crecimiento y el beneficio de los derechos económicos, sociales y culturales, y contribuir a los objetivos del desarrollo, siempre y cuando sus beneficios fueran compartidos con más igualdad entre los países y dentro de ellos.

Sin embargo, reconoce que hasta ahora esto es una utopía y que las reglas actuales del comercio global ''están sesgadas'' contra los países y pueblos más pobres. Lo que está en juego ahora es la imposición del comercio libre a países a costa del desarrollo nacional y del bienestar de los pueblos. De hecho, las normas comerciales no son, en muchos aspectos, lo suficientemente flexibles para permitir el desarrollo de los países pobres y la implementación de políticas comerciales compatibles con objetivos de desarrollo a corto y largo plazos.

Incluso, afirma que estas reglas están hechas para agrandar la brecha entre ricos y pobres, pues a los últimos los organismos financieros internacionales les imponen normas comerciales ''rígidas y opresivas'' que constriñen y configuran las políticas internas y que llevan a la mayoría de la población a vivir en creciente pobreza.

Por lo tanto, añade, es urgente crear un sistema de reglas de intercambio que ponga el comercio al servicio de los derechos humanos, la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible, con la flexibilidad para ser aplicado de acuerdo con los indicadores del desarrollo humano. ''Esto implica un cambio de orientación radical de la OMC, de promover la liberalización comercial a centrarse en el desarrollo y en la igualdad'', dice el documento de los organismos católicos de Europa y América del Norte, entre los que destaca Miserior, Broerderlijk Denle, Trócaire y Center of Concern, de Alemania, Bélgica, Irlanda y Estados Unidos, respectivamente.

Advierte que la OMC requiere una reforma estructural, pues la carencia de un sistema democrático en la toma de decisiones en las reuniones ministeriales, la incapacidad de dichas reuniones para abordar las preocupaciones prioritarias de los países en desarrollo, y la exclusión de los puntos de vista de todos los participantes, ''no auguran nada bueno'' para la reunión de Cancún.

En un tono sumamente crítico, las organizaciones católicas censuran a las naciones desarrolladas que impiden a los países pobres aplicar las mismas políticas que les permitieron a ellos alcanzar el desarrollo. ''Los países pobres necesitan el derecho y la capacidad de regular el comercio y la inversión en el interés del desarrollo nacional, con la protección necesaria para el fenómeno de la industria y la apertura gradual cuando se dan las condiciones adecuadas. Este fue el modelo utilizado con éxito por Europa y Estados Unidos, pero el último parece reacio a permitir a otros el uso de esas mismas políticas''.

Proponen insistir en la OMC y en otros organismos internacionales para que adopten el concepto de comercio como el motor del desarrollo, y que respalden los objetivos de desarrollo, enfocados esencialmente a la erradicación de la pobreza y la promoción de los derechos humanos, especialmente a la alimentación y la salud. De lo contrario, advierte, llegará el momento en que ni los más ricos países, sociedades y hombres podrán disfrutar de su situación económica de abundancia.

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