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México D.F. Viernes 29 de agosto de 2003

Gilberto López y Rivas

Resistencia popular a la dominación neocolonial

Consumada la conquista militar de Irak, las potencias ocupantes, Estados Unidos e Inglaterra, consideraron erróneamente que el pueblo de ese país había quedado sometido a la dominación extranjera. Sin embargo, la resistencia popular dio muestras de profundo descontento casi de manera inmediata al cese formal de la guerra y el derrumbe del régimen de Saddam Hussein.

A medida que las autoridades de ocupación establecían su administración provisional y nombraban un consejo gobernante de iraquíes espurio, sin representación real, numerosas manifestaciones pacíficas y ataques guerrilleros dan cuenta que la reconstrucción de Irak no va a realizarse bajo la égida de los poderes neocoloniales.Bush y Blair subestimaron las capacidades organizativas y los sentimientos patrióticos del pueblo iraquí. Supusieron equivocadamente que la oposición al dictador, otrora colaboracionista de los yanquis, era más fuerte que la identidad nacional y religiosa de los ciudadanos y los grupos étnico-culturales que conforman a Irak como nación. Los sofisticados aparatos de inteligencia imperialistas nunca previeron una resistencia tan inmediata y contundente a la supuesta "liberación". No pasa un día sin que se lleve a cabo un ataque, un acto de sabotaje o de abierta protesta contra las fuerzas invasoras, ocasionándoles hasta la fecha más de un centenar de bajas entre muertos y heridos.

El ataque a la sede de Naciones Unidas, repudiable como todo acto terrorista, tiene lugar en un contexto marcado por el vergonzoso papel que ha jugado el máximo organismo mundial al no condenar explícitamente la guerra contra Irak ni la conquista de países independientes y soberanos, en abierta violación a la Carta Constitutiva de la propia organización y a las normas elementales del derecho internacional. La ONU se torna vulnerable por la complicidad de sus máximas autoridades con Estados Unidos; por permitir que el gobierno estadunidense imponga su voluntad por la fuerza de su poderío militar. Desde su fundación, no había llegado a tal nivel de degradación que la desviara del papel de garante del respeto al estado de derecho en las relaciones internacionales. Los responsables de la muerte de destacados funcionarios de Naciones Unidas en Irak, entre ellos el brasileño Sergio Vieira de Mello, no son sólo quienes planearon y ejecutaron el condenable acto de terror: también lo son, por complicidad y omisión, las altas autoridades gobernantes de Estados Unidos, Inglaterra y España.

Todo hace prever que la resistencia del pueblo iraquí se incrementará hasta hacer imposible la presencia de los invasores. Las ventajas tecnológicas de los imperialistas no son determinantes en condiciones de guerra de guerrillas con amplio apoyo popular, con ejércitos estáticos desplegados a la defensiva y en misiones de seguridad. Los soldados ocupantes no cuentan con una moral de combate en esas condiciones; son presa fácil del pánico, que se desborda constantemente, ocasionando masacres de civiles no combatientes, brutalidades sin fin, contrainsurgencia demencial; con sus acciones represivas indiscriminadas incrementan exponencialmente el odio a los ejércitos enemigos y el consecuente reclutamiento de voluntarios para suplir a las bajas guerrilleras e intensificar la resistencia. Las autoridades de ocupación no han podido restablecer los servicios básicos en las ciudades, como recolección de basura, salud, electricidad, transporte, ni ofrecen seguridad a sus habitantes respecto de los grupos delincuenciales, violando también las leyes internacionales que regulan las obligaciones de potencias ocupantes y demostrando una vez más que a los imperialistas no les preocupa en lo más mínimo el bienestar del pueblo de Irak, y que además son pésimos administradores públicos. Los atentados contra los oleoductos, que se intensificaron en las últimas semanas, harán más difícil el saqueo petrolero de la nación en beneficio esencial de las trasnacionales, las cuales tampoco podrán participar normalmente en el prometido negocio de la reconstrucción. ƑQué empresarios y administradores civiles se aventurarán a invertir o a operar en Irak de intensificarse la resistencia popular?

El incremento de las bajas británicas y estadunidenses repercutirá en la oposición de sus respectivos pueblos a las estrategias belicistas de los grupos gobernantes actuales. Tanto Bush como Blair han sufrido golpes importantes en sus posiciones políticas al comprobarse sus mentiras y manipulaciones para iniciar la guerra de conquista con el pretexto de las fantasmagóricas armas de destrucción masiva de Hussein. La llegada de los cadáveres de los soldados caídos en tierras extranjeras, más allá de los manejos y efectos patrioteros, hará resurgir el síndrome de Vietnam, de manera multiplicada por las consecuencias del capitalismo depredador en todas las esferas en la sociedad estadunidense. Las lecciones de la guerra en el sureste asiático parecen no haberlas aprendido a cabalidad, cegados por la soberbia de su autoproclamación como poder supremo del mundo.

Los pueblos luchan por su independencia y soberanía aun en las condiciones más extremas y a costa de los mayores sufrimientos. Irak, con la solidaridad internacional, decidirá por sí mismo los caminos de su liberación nacional.

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