295 ° DOMINGO 17 DE AGOSTO  DE 2003
Cancún ante la reunión de la OMC
Velando armas
en el Caribe

ARTURO CANO

Los hoteleros de Cancún piden “mano dura” contra los que llaman globalifóbicos. El alcalde aprovecha el viaje para demandar más dinero al gobierno federal y se deslinda de una posible represión. El gobierno federal y los organismos internacionales van tomando posiciones en la ciudad. Los globalicríticos locales caben en un vocho. Cancún se prepara para presenciar el descarrilamiento de la OMC o su continuidad en apariencia, y para presenciar también la resistencia

CANCUN, QUINTANA ROO.– Los globalicríticos pueden tomar un respiro. Chacho no tiene la mano dura, aunque tenga el brazo largo. Chacho es Juan Ignacio García Zalvidea, alcalde de Cancún, verde por el partido que lo trajo al poder, antes panista de ocasión, católico ferviente siempre, gobernante populista hoy, pero, sobre todo, prominente hotelero del principal destino turístico nacional. Y uno de los principales responsables, para efectos de esta nota, de que el tren de la Organización Mundial de Comercio (OMC) no resulte abollado en las calles del Caribe mexicano como sucedió en las de Seattle (que no se descarrile en el bunker de los gobiernos y las corporaciones es ya un asunto que no le corresponde).

Chacho, a diferencia de su antecesora Magaly Achach, responsable de la golpiza a los jóvenes globalifóbicos hace dos años, lamenta lo que considera excesos declarativos del gremio hotelero –su gremio– y jura: "Por parte nuestra no habrá represión. Esto no es candidez, es una convicción". Todos –o los que puedan llegar, dadas las restricciones de visas– serán, pues, bienvenidos del 10 al 14 de septiembre, cuando en el Centro de Convenciones y en los hoteles cercanos Europa y Estados Unidos traten de barnizar la declaración final de Cancún para que parezca que sí hubo acuerdos. Pero los colegas hoteleros siguen pidiendo "mano dura", es decir, quieren que el gobierno compre más escudos y macanas, y han enviado comunicaciones a sus agremiados para que ellos y sus empleados se conviertan en espías, que denuncien a personas con "actitudes sospechosas" y hasta a parejitas extrañas en los parques. Todo, en aras de cuidar lo más preciado de este lugar: "la imagen del destino (turístico)".

Son "voces aisladas", dice Chacho, aunque la mano dura la han pedido algunos de los más prominentes hoteleros. El alcalde dice que todo viene de cómo se ha manejado la información de las protestas en otros lugares y del comportamiento de los medios locales.

En todo caso, Chacho tradujo las preocupaciones de los hoteleros en una petición de 257 millones extras al gobierno federal, algo así como dos tercios de los 35 millones de dólares que se calcula dejará la "derrama" del evento de la OMC. Hasta el cierre de esta nota, decía Chacho, el gobierno foxista no le había dado ni un clavo. Ni para los sanitarios de los globalicríticos, vaya. O sea, para conseguir más lana –y no que el municipio no la necesite– los globalifílicos usan de pretexto el miedo a los globalifóbicos. Gracias a la reunión de la OMC, el mes de septiembre no será septihambre, como le suelen llamar los cancunenses. Eso sí son beneficios de la globalización, ¿no?

Zafín zafado es perdonado
Al visitante le queda claro desde el principio. Si deja atrás el aeropuerto, se topa con dos grandes letreros, uno que apunta a la derecha y otro a la izquierda. Uno dice Cancún y el otro Zona hotelera. Dos mundos aparte. Ya en el centro de la ciudad, a unos pasos del Palacio Municipal está la frontera. El Boulevard Kukulcán indica el principio de la zona hotelera. Será la zona infranqueable para los globalicríticos. O la zona de los choques, si los hay. O la línea muy visible que traspasarán los manifestantes, ¿con los zapatistas a la cabeza? Ríen y convienen en Cancún con la frase de que no es lo mismo darle un macanazo a un joven greñudo del F-26 que al comandante Brus Li.

Por eso el alcalde Chacho ya hizo, a la manera del juego infantil, su zafín zafado es perdonado y dice que la seguridad "de la ciudad" estará a cargo de mil 500 elementos de las fuerzas de seguridad locales –todos, en realidad. La policía municipal, dice, "no va a estar en barricadas, básicamente va a estar haciendo sus labores normales de vigilancia".

En tanto, lo que suceda en los alrededores del Centro de Convenciones y en el codiciado Boulevard Kukulcán, única entrada y única salida de la zona, será responsabilidad de las fuerzas federales –Policía Federal Preventiva bajo control del Estado Mayor Presidencial. Y de unos cuantos policías del gobernador Joaquín Hendricks, si en un descuido deja que le endosen alguna responsabilidad.

Aquí, donde comienza la gran boca de Cancún, la zona que alimenta a los habitantes de esta muy joven ciudad, se entienden las razones de la elección de la Organización Mundial de Comercio. Una entrada, una salida, cuatro carriles. De un lado los hoteles, de otro, una laguna con cocodrilos (si es que quedan). Es decir, una ratonera. Mucha imaginación y unos miles de Speedy González serían precisos para acercarse al bunker en que será convertido el Centro de Convenciones. De la línea fronteriza a la sede de la reunión ministerial, que se remodela a marchas forzadas en estos días, hay nueve kilómetros y medio. "En una marcha hasta allá nos freímos", dice uno de los globalicríticos cancunenses.

Más adelante, si se sigue la ruta hacia la zona de los grandes hoteles, están los puntos donde en febrero de 2001 pusieron como Santo Cristo a unos cientos de globalifóbicos –todavía les llamábamos así. Los muchachos se retiraban cuando "alguien" apretó el botón y desató la persecución y la macaniza. Las culpas nunca fueron aclaradas. Francisco Arellano Noblecía, jefe de la Policía Federal Preventiva, se lavó las manos. Magaly Achach, la entonces alcaldesa priísta de Cancún, se desgarró las vestiduras y ordenó una investigación, es decir, pagó a unos investigadores para que la exoneraran. Tiempo después, muy a tono con ese inmaculado espíritu, hizo su vocero a Uriel Jarquín, el ex funcionario chiapaneco acusado de haber movido los cuerpos de las víctimas de la matanza de Acteal. Y un poco después, en la pasada elección nacional, las corrientes del PRD de Quintana Roo, incluida una que ahora enarbola el estandarte de la justicia global, quisieron hacerla candidata a diputada federal. No se pudo porque ella quería el primer lugar en la lista plurinominal y no se lo quisieron garantizar. Entonces se fue a la Convergencia de Dante Delgado y, si los últimos ajustes de números la favorecen, llegará de nuevo a San Lázaro, donde ya estuvo una vez, como diputada Pronasol. En el expediente de la posible flamante diputada se guardan, entre muchas medallas relacionadas con la urbanización corporativa del tercer Cancún, los desplegados de prensa que los dirigentes de los hoteleros publicaron en los días posteriores a la represión: Bien, Magaly, así se gobierna, decían.

Han de extrañar a Magaly estos hoteleros.

La Placa Nostra
Unos meses después de la golpiza a los jóvenes globalifóbicos, el sindicato de taxistas "Andrés Quintana Roo" –la Placa Nostra, le llaman por estas tierras– bloqueó la misma vía que habían taponeado los globalifóbicos o, para ser más exactos, la policía, porque fueron las fuerzas del orden las que bloquearon los carriles que los manifestantes habían dejado disponibles y luego ellas mismas los liberaron a golpes. Los taxistas no fueron tan tibios y bloquearon todo. Su demanda: que ya entrada la noche se prohibiera circular a los autobuses urbanos en la zona hotelera, para que los empleados que salen tarde tomen taxis. No consiguieron su cometido, pero tampoco los golpearon. Y, que se sepa, la condena social tampoco fue muy dura. Víctor Viveros, dirigente del sindicato de taxistas "Andrés Quintana Roo" ganó la elección interna y fue candidato del PRI a la alcaldía. Perdió frente al Chacho, pero actualmente es regidor de Desarrollo Urbano. Viveros pasó, como muchos de los sindicalistas del "Andrés Quintana Roo", de la iniciativa privada –era gerente de la concesionaria VW local– a líder gremial. En estricto sentido, el sindicato de taxistas es una unión de permisionarios, pues los choferes no pueden ser miembros. Aquí se les conoce como martillos y pagan una cuota de siete pesos diarios, más aportaciones extra en casos como el fallecimiento de un socio.

Las placas son controladas directamente por el gobernador del estado y han sido utilizadas siempre como prebendas para políticos, líderes de colonos, periodistas o familiares de funcionarios. Hace poco –cuenta Latife Muza, regidora perredista y ella misma concesionaria de una placa– el gobierno estatal pretendió solucionar un conflicto con ejidatarios de Chetumal –a 360 kilómetros de aquí– ofreciendo algún dinero y un juego de placas en Cancún. Protagonista del único movimiento de concesionarios, "pues los demás han sido de martillos", Latife fue expulsada del sindicato cuando demandó que la directiva entregara cuentas sobre el manejo de hoteles, gasolineras y otras propiedades del gremio, así como de un fondo de gastos funerarios. No es lo único en juego: unas placas de taxi cuestan aquí 50 mil dólares.

La existencia del "sindicato patronal" de taxistas, dice el alcalde García Zalvidea, es una "deformación del ejercicio inadecuado del poder… Los diferentes gobiernos, muchos ex funcionarios que se han autopremiado con placas".

No han sido, claro, los taxistas, los únicos que han realizado acciones que dañan la "imagen del destino". La propia Magaly Achach, cuentan aquí, bloqueó dos veces la codiciada vía Kukulcán, en su papel de lideresa de colonos, y en ambos casos ganó nuevos terrenos para repartir.

“Los sueños se desvanecen”
Fotografía: Naomi AdelsonHierve el Palacio Municipal de Benito Juárez (Cancún). De calor y de mujeres y niños. Dicen que Chacho atiende a todo mundo y por ello el desfile de mujeres nunca se acaba. Aquí la señora Julia reclama a un empleado: "A mí no me tocó bicicleta, quiero una ayuda, gano una miseria, soy padre y madre…". Llora. Más allá, la señora Martha habla por su hermana, quien no dice una palabra: "Está muy necesitada, venimos de Leona, tenemos acá tres días, a ver si nos ayuda para los libros de la secundaria de su niña". Los empleados de la alcaldía son insuficientes para atender la avalancha de solicitudes.

A diferencia de la mayor parte de las mujeres que esperan pacientemente en los pasillos de la alcaldía, Claudia Isela Peñaloza no quiere una ayuda, sino un trabajo. Vivía en Naucalpan, estado de México, con sus cuatro hijos y su esposo, un panadero de 70 años. Ella tiene 27. El panadero se cayó un día, en la calle, con todo y canasta. No se levantó más. Ella se vino porque aquí están sus padres desde hace cinco años, porque su mamá es yucateca y porque les dijeron unos parientes que aquí sobra trabajo. El padre, que fue policía en Huixquilucan, ahora maneja un autobús urbano. Viven "amontonaditos" en una palapa que les prestan unos parientes. Claudia Isela lleva aquí un mes y no halla trabajo. En ningún lado la quieren porque no tiene papeles –los perdió en un incendio y muestra el acta de los bomberos– y no sabe inglés ni nada de hotelería.

Aquí a la alcaldía viene a enseñar los dientes –o, más bien, las manos vacías– el Cancún de las regiones, de la Franja Ejidal, es decir, de las colonias populares, el tercer Cancún que sigue crece y crece aunque ya la migración maya jale también hacia el norte.

"Siguen llegando, pero cada vez es más difícil para ellos encontrar trabajo", conviene Yolanda Ramírez, ex comunista, de jovencita estudiante de la Patricio Lumumba en la URSS, quien luego de varios brincos terminó en el PRI de Luis Donaldo Colosio. Ahora, en su oficina de la Unión de Colonos Independientes, le prende veladoras a Mario Villanueva, el ex gobernador preso por narcotráfico en Almoloya.

"Lo que se fue se fue", dice Yolanda Ramírez, mirando una foto en la pared de su oficina, donde aparecen juntos Villanueva y Colosio. "Pero Mario va a regresar", suspira.

Yolanda Ramírez ya no recuerda a cuántas familias ayudó a asentarse en Cancún desde que comenzó, allá por 1988, a organizar solicitantes de vivienda, a los recién llegados a Cancún.

Sólo en la Región 101, donde está su oficina –un galerón que levantó con el apoyo de Mario Villanueva– viven unas 2 mil 400 familias.

La señora Ramírez tiene miles de historias de la pobreza de Cancún. Una: mucho antes de los globalifóbicos, Yolanda Ramírez fue víctima de los golpeadores de Magaly Achach. Se toca la cabeza y dice: "Todavía tengo unas bolas de la primera golpiza, que fue en 88". Siguieron muchas otras. En una ocasión, los golpeadores de Magaly la encerraron, con otras seis mujeres, en una casita que les servía de oficina. "Amenazaban con prenderle fuego y cuando salimos nos golpearon con cadenas".

Yolanda Ramírez dice que ni siquiera con su ingreso al PRI –en 1989, un enviado de Colosio vino a tomar la protesta de 500 nuevos afiliados encabezados por ella– logró que se detuvieran las agresiones de Achach.

Sólo El Chueco Villanueva pudo aplacar a Magaly.

Ya no hubo golpes, pero las batallas por el control territorial continuaron. La fórmula es conocida: un nuevo predio, un pedazo arrebatado a cualquiera de los ejidos que rodean Cancún, daba paso a un negocio político y económico que involucraba al gobernador, al alcalde en turno, a las constructoras, al Instituto Estatal de Vivienda. Desde antes del salinato, Magaly Achach era ya la principal dirigente de colonos. Pero en esa etapa alcanzó una diputación federal, por obra y gracia de Carlos Rojas. Si Magaly se movilizó y logró que crearan la Región 100, Yolanda hizo lo suyo y logró la creación de la Región 101. Así se hizo Cancún. El tercer Cancún. De unas cuantas familias de pescadores a la ciudad de hoy, de poco menos de medio millón de habitantes, según el INEGI; de 750 mil, según las autoridades locales.

Las historias de Magaly y Yolanda no son, en todo caso, sólo sus historias, sino las del tercer Cancún, un Cancún cada vez más difícil para los nuevos, especialmente para los nuevos que vienen del México rural.

"Antes, dice Ramírez, era fácil, ellos mismos te pagaban la capacitación. Era la época en que les quitaban la cuchara de albañil y los mandaban a meserear".

De eso, sigue, ahora nada. Ahora tienen que saber inglés, computación, y pagarse su propia capacitación. "La gente llega aquí pensando que arribó a un buen lugar, pero muy pronto el sueño se le desvanece".

Con una tasa de crecimiento anual de 4% –la explosión se ha ido al sur, a la Riviera Maya– en Cancún se siguen creando nuevas colonias todos los días. Nadie sabe dónde vivirán los hijos y los hijos de los hijos de los recién llegados, pero se pìensa poco en ello mientras haya mano de obra disponible.

Con el actual presupuesto municipal, dicen en el ayuntamiento, se tardarían 10 años en dotar de servicios básicos a la mancha urbana, y eso sólo si la ciudad dejara de crecer.

Es, dice el alcalde García Zalvidea, un "rezago histórico y una deuda social con las colonias populares", de las cuales 20% carecen de drenaje y 10% de agua entubada. Porcentajes, con todo, mejores que los de Acapulco, para poner el ejemplo de otro destino turístico (25 y 20%, respectivamente).

Una dificultad más para el recién llegado: los terrenos son cada vez más difíciles de conseguir y cuestan ya 60 mil pesos, dice Ramírez. Es decir, hasta el tercer Cancún excluye a los nuevos.

Pero el caso es que mientras haya necesidad, Magaly, Yolanda y los líderes de las otras 23 organizaciones de colonos seguirán teniendo chamba también.

Las sacudidas políticas en un estado donde el PRI se llevaba carro completo hasta hace muy pocos años han sacudido también a los líderes de colonos. Hace un año, Yolanda Ramírez dejó el PRI y ahora anda muy bien con Chacho, aunque no se ha afiliado a ningún partido. Y aunque no vuelve a su pasado comunista, sí dice que se enojó con la represión a los globalifóbicos. "A quienes hay que tenerles miedo es a los hoteleros, que cuando declaran sobre la violencia, casi la están pronosticando".

Apáticos y apanicados
Los globalicríticos de estas tierras no tienen demasiadas esperanzas en su capacidad de convocatoria. Algunos de fuera piensan que las masas de desposeídos cancunenses, hartas de que les escamoteen las propinas, se lanzarán a apoyar la revuelta antiOMC. Pero, ¿cómo anda realmente la población de Cancún? "Apática y apanicada", resume Héctor Rodríguez, de Jóvenes Organizados Venceremos el Neoliberalismo, un muchacho que vende cocinas integrales, reparte volantes y pone un televisor en un parque local para que los paseantes observen un video antiglobalizador.

Hasta media semana, el Comité de Bienvenida –formado por algunos oenegeneros y perredistas– no había sido informado oficialmente sobre cuáles son los sitios autorizados para los eventos alternos. Una de las razones es, quizá, que el gobierno municipal no cree en la plena representatividad de los comitentes. Y el ayuntamiento, al cuarto para las doce, ha comenzado el "acondicionamiento" de los espacios que se usarán para las reuniones y los campamentos del Foro de los Pueblos y anexas. Se trata de parques y otros espacios públicos –sólo un par de ellos cerrados– y de la supermanzana 21, donde hay estadios y campos de futbol. Al recorrer esos sitios, en realidad no se ve ningún movimiento.

El contraste es que todo Cancún es una ciudad en eterna construcción. Por estos días, en una de las más codiciadas porciones de la zona hotelera se terminan a marchas forzadas los edificios de un hotel de la cadena española Riu, cuya construcción originó una fuerte polémica. Los ambientalistas locales pusieron el grito en el cielo porque dicha obra rebasaba con más de 100 el número de habitaciones permitidas y violaba otras regulaciones. Juntaron unas cuantas decenas de personas en sus protestas. El alcalde hizo el contrapunto: encabezó marchas de miles de trabajadores al grito de "queremos los 5 mil empleos de Riu" e hizo gestiones ante las autoridades federales. Al final, la Semarnat cedió.

Tiempo después, cuando ya se diluía la polémica, se supo que el hermano del alcalde, Fernando García Zaldivea, se asoció con esa cadena y podría venderle su hotel, el Gran Caribe Real.

(Fernando García Zalvidea fue uno de los indiciados por el célebre Caso Cancún, por presunto lavado de dinero. Salió por falta de pruebas. Hoy controla alrededor del 15% del turismo all inclusive y, en sociedad con Riu y otros, podría llegar a tener la mitad del pastel. Es además, promotor de la Ciudad de la Alegría, un centro de ayuda a enfermos y madres solteras, en alianza con la diócesis local, donde hay fuerte presencia de los Legionarios de Cristo. El jueves pasado, por cierto, la Ciudad de la Alegría recibió a un visitante ilustre: el secretario del Trabajo, Carlos Abascal).

En todas y cada una de las batallas de los ambientalistas –para evitar la destrucción de arrecifes, la sobreexplotación de ciertas zonas– son justamente los sindicatos, afiliados a la CTM y la CROC, los que combaten al lado de los empresarios.

Taxistas, cetemistas y croquistas, asociaciones de colonos, son el muro para el "contagio" de posibles protestas. Pero, como contrapunto, el voto mayoritario cancunense ha sido sucesivamente perredista, panista y verde.

Lo mismo que a AA
"Con pura saliva", según dice el jefe de prensa del ayuntamiento, Jorge Acevedo, Cancún está consiguiendo las cosas requeridas para recibir a los participantes en el Foro de los Pueblos y las múltiples reuniones y protestas.

Como generalmente los grandes eventos son en los hoteles, donde se cuenta con todo lo necesario, la ciudad no está preparada y tiene que traer equipos de sonido (seis), carpas, sanitarios y regaderas portátiles (cientos), desde la capital del país. Incluso están por contratar cuatro plantas potabilizadoras. En eso se emplearían parte de los 257 millones que el alcalde pide a la Federación. Otros 60 millones serían, dice el ayuntamiento, para patrullas, cascos, escudos, gases, "la seguridad". Pero la petición incluye el clásico "que nos dejen algo", pues Chacho quiere repavimentar la avenida Colosio, que lleva al aeropuerto.

El Comité de Bienvenida pide trato igual. Juan Carlos Núñez, del comité, refiere la reciente convención nacional de Alcohólicos Anónimos, que reunió a más de 40 mil personas. Los gobiernos estatal y local le entraron con su cuerno porque al acto acudiría Marta Sahagún, esposa del presidente de la República. Para la ocasión, a costa del erario público, se habilitaron los espacios que ahora ocuparán los globalicríticos.

"Que nos den las mismas condiciones que le dieron a Marta Sahagún para el evento de Alcohólicos Anónimos", dice Núñez.

Desdoblamientos
Es curioso. Pero aún para los cancunenses del Comité de Bienvenida, hay unos más bienvenidos que otros. "Que ya anda por aquí el Mosh", dice un tanto preocupado Alejandro Ramos, simultáneamente presidente estatal del PRD, miembro del comité de recepción y prominente miembro del clan Ramos que, según las otras tribus aztecas de estas caribeñas latitudes, tiene secuestrado al partido para beneficio y gozo del gobernador Joaquín Hendricks. Ramos tiene más bien el perfil de un líder sindical caribeño –lo es en algún sentido–, pero se maneja al dedillo los términos oenegeneros del movimiento de movimientos.

¿Desde cuándo son globalicríticos estos líderes perredistas que venían del PRI croquista? "Desde que hay lana de organismos internacionales", responde de botepronto Héctor Ortega, diputado local perredista y enemigo del clan Ramos. Y hasta da la cifra: 30 mil dólares.

Para perredistas como Ortega y oenegeneros cancunenses, no hay duda de que el Comité de Bienvenida es sólo una suerte de desdoblamiento de un sector del PRD, el clan Ramos (Salvador Ramos fue un líder sindical de la CROC perseguido por Mario Villanueva y es consejero nacional del PRD; su hijo Alejandro es presidente del Comité Estatal; y su yerno Rafael Quintanar es presidente del comité municipal). Según algunos de sus coordinadores, en el Comité de Bienvenida participan grupos de jóvenes, ambientalistas, una asociación de colonos de Punta Sam, trabajadores del Seguro Social, de El Barzón, el Instituto de Amistad Quintana Roo-Cuba y Diversa. Pero la verdad es que, además de Arturo Mosso, un biólogo sin partido, ahí mandan Alejandro Ramos y Juan Carlos Núñez, también ex croquista.


No es lo mismo darle un macanazo a un joven greñudo del F-26 que al comandante Brus Li
Fotografía: La Jornada/Marco Peláez

El Comité se coordina con el Espacio Mexicano –Héctor de la Cueva, de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (Remalc) es su contacto– y con la red internacional Nuestro Mundo No Está En Venta. Está trabajando desde noviembre, informa Núñez, pero que apenas en mayo consiguieron que la Remalc les diera 52 mil pesos para comprar una computadora y rentar un local. Ramos, por separado, dice que ha habido más apoyos, pero que él los desconoce porque se ha desligado para que no se diga que el PRD recibe recursos del extranjero. Entonces quién sabe.

Salvador Ramos fue muchos años el líder estatal de la muy poderosa –aquí– CROC, hasta que no lo hicieron senador y se enemistó con el gobernador Mario Villanueva y el líder nacional croquista Alberto Juárez Blancas. La sede de la CROC en Cancún le fue arrebatada a balazos y siguieron años de persecución, hasta que lo metieron a la cárcel. Durante un tiempo, Ramos mantuvo un pie en el PRI y otro en el PRD, hasta que ingresó al sol azteca, desde el DF porque aquí no lo aceptaban. Ahora forma parte de la corriente de Los Chuchos.

Jefes perredistas de otras tribus consideran sospechoso el hecho de que en coincidencia con la propuesta de reforma judicial del gobernador, y el apoyo de los Ramos a ésta, Salvador recibió la toma de nota de tres sindicatos, lo que le permitiría volver a la batalla por los contratos y retomar su carrera sindical truncada por Villanueva. Tal vez es coincidencia, pero es imposible ignorar que desde hace muchos años un sindicato independiente de taxistas busca el registro y nunca se lo han concedido.

Trayectorias aparte, lo cierto es que la amplia gama de oenegeneros cancunenses, de por sí no muy numerosa, ve con recelo al Comité de Bienvenida. Así, entre los que se dedican de tiempo completo, los que ayudan de cuando en cuando y "los que están con nosotros aunque no vienen", el Comité de Bienvenida cancunense está formado por 25 personas.

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Hace unos días, un sábado, Chacho repartió 600 mil pesos en mochilas para los niños de Cancún. De hecho, cada fin de semana se forman largas filas en la alcaldía porque García Zalvidea reparte ya despensas, ya dinero en efectivo que él mismo entrega. Quiere ser gobernador. Los comités de Amigos de Chacho ya andan por todo el estado. Y aún en el paraíso sin desempleo y donde todo se compra y vende en dólares sobran los miserables. Pero todo mundo cuida "la imagen del destino".

Por eso escogieron Cancún. Por sus 26 mil 700 cuartos de hotel y porque es "una ciudad segura, tranquila, una especie de Doha del Caribe, pero sin gobierno monárquico", dice Tulio Arroyo, ambientalista del grupo Ombligo Verde. ¿Doha o Seattle? Al tiempo.