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E C O N O M I A
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México D.F. Jueves 14 de agosto de 2003

Orlando Delgado Selley

Una perspectiva complicada

Cada día que pasa se acumula información sobre los resultados recientes y se conforma con mayor precisión el escenario probable de cierre de año. Al mismo tiempo, se va configurando el contexto en que funcionará la economía nacional en 2004 y en los dos años siguientes. Por supuesto se trata de expectativas que pueden validarse o, si las variables centrales presentan un desempeño imprevisto, corregirse para mejorar o bien para empeorar. A estas alturas del año, salvo Hacienda, nadie cree posible que se consiga un crecimiento de 2 por ciento, que es una tercera parte menor que el propuesto oficialmente y notoriamente insuficiente para enfrentar los retos centrales con alguna probabilidad de éxito. Lo que se espera es un resultado de 1.6 de crecimiento del PIB en 2003.

Además, sabemos ahora que las finanzas públicas tendrán un faltante de recursos el año próximo de 80 mil millones de pesos. La confesión del secretario de Hacienda a los diputados priístas de la próxima legislatura ha puesto de relieve que el gobierno federal tiene una escala de prioridades diferente a la que el país demanda. Con este enorme agujero que sumará 200 mil millones para 2006, resulta sorprendente la falta de propuestas para controlar el gasto público, la tozudez para defender los compromisos de pago asociados al Fobaproa y la incapacidad para plantear una política económica que promueva el crecimiento y defienda el nivel de vida de la población.

Esta incapacidad propositiva tiene un fundamento profundo. El planteo económico central del gobierno foxista estaba resuelto desde la campaña electoral: instrumentar las reformas neoliberales de segunda generación. Privatizar la industria eléctrica y petrolera, flexibilizar las relaciones laborales, hacer una reforma fiscal que no afecte los privilegios, han sido las únicas propuestas de este gobierno. No difieren de lo que planteó el último gobierno priísta. Son, como sus antecesores, fieles a la ortodoxia imperial, aunque algunos de sus promotores internacionales hayan expresado críticas importantes a las reformas propuestas. Son, además, esclavos de los compromisos zedillistas que cuestionaron duramente cuando eran oposición.

Así, orientados sólo por la guía de un neoliberalismo que va caducando rápidamente, amarrados a la dinámica de la economía estadunidense, todo indica que ya podemos apreciar el resultado final del primer gobierno de la alternancia. En materia de crecimiento la mejor expectativa será de un primer trienio de franco estancamiento y el segundo de crecimiento moderado. En suma, un dato acumulado de 12 puntos porcentuales que indica que el producto por habitante será prácticamente el mismo que en 2000. Esto significa un sexenio perdido. En relación con el empleo, la estrategia de los changarros será, por supuesto, un fracaso. El empleo formal, el que demanda la fuerza de trabajo, crecerá marginalmente. Los empleados con prestaciones sociales sumarán entre 16 y 17 millones, dejando a otros 30 millones en una situación laboralmente precaria.

Con estos resultados, el tema del Fobaproa adquiere relevancia mayor. Es conocido que su saldo representa 14 por ciento de lo que produce nuestra economía en un año. Es conocido también que se destinan anualmente 50 mil millones de pesos para pagar sólo el componente real de los intereses de los pagarés. Es conocido que la mayor parte de los pagarés vencerán en 2005, alrededor de 800 mil millones de pesos que deberán pagarse o intercambiarse por nuevos papeles a tasas como las que se negociaron: Cetes a 90 días más 100 puntos base.

Discutir estos compromisos, derivados de un proceso lleno de irregularidades, es central para el futuro del país. Usar 50 mil millones de pesos anuales para financiar proyectos que generen riqueza y empleo puede alterar los resultados económicos previsibles para los próximos años y con ello mejorar las condiciones de vida de millones de trabajadores. No es un asunto de conveniencia política, como sostienen muchos interesados y otros cándidos analistas como Macario Schettino (El Universal, Finanzas B6, 7/8/03), sino un tema de enorme pertinencia económica, política y social. Es, sin duda, uno de los grandes temas de los próximos años.

Resolver entre 6 y 10 por ciento del saldo del Fobaproa, como ha demandado la Auditoría Superior de la Federación, es un avance incuestionable. La nueva bancada panista debe ocuparse del tema y actuar en beneficio de la sociedad, superando los intereses de los senadores litigantes. Ello permitirá que la perspectiva se modifique positivamente.

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