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México D.F. Lunes 11 de agosto de 2003

Carlos Fazio

El hombre de Washington

Bogotá. El primer año de gestión del presidente Alvaro Uribe ha dejado plenamente satisfechos a sus patrocinadores. El jefe del Comando Sur, general James Hill, quien ha estado 15 veces en Colombia en los últimos 12 meses, dijo que apoyar a Uribe "ha sido una buena inversión para la política y los recursos de Estados Unidos". Phil Reeker, portavoz del Departamento de Estado, describió el trabajo de Uribe como "sensacional". Menos diplomático, el vicepresidente de Diálogo Interamericano, Michael Shifter, lo definió como "el único presidente de guerra" de América Latina.

Los datos no desmienten a Shifter: tras la asunción de Uribe hubo un escalamiento de la guerra civil. El Estado colombiano conserva el récord como mayor violador de derechos humanos del hemisferio occidental. Se calcula que existen 3 millones de desplazados internos y otros 6 millones han salido del país. Ocho mil personas fueron asesinadas por motivos políticos, y la ONU estima que el Estado y sus aliados paramilitares son responsables de 80 por ciento de esos crímenes. A esas cifras se suman 20 desapariciones diarias en 2003.

Señalado como "padre intelectual e ideológico" de grupos paramilitares, Uribe suscribió un acuerdo con las Autodefensas Unidas de Colombia, mediante el cual unos 12 mil paramilitares se reconvertirán en "soldados campesinos" adscritos a las labores de contrainsurgencia y de claque, bajo el mando del ejército. El nuevo paramilitarismo disfrazado integrará una red de un millón de "informantes", cuya tarea de espionaje abarca a las comunidades de colombianos en México y Venezuela.

Las "inversiones" de Washington son cuantiosas, en particular las militares: Colombia se ha convertido en el segundo país en recibir ayuda militar de Estados Unidos, detrás de Israel. En los tres años de operación del Plan Colombia, Washington ha entregado alrededor de 2 mil 500 millones de dólares y en julio el Congreso estadunidense aprobó otros 700 millones para 2004.

La embajadora (saliente) de Estados Unidos en Bogotá, Anne Patterson, aseguró que en Colombia existen 300 puntos de infraestructura considerados estratégicos por Washington. Fundamentalmente, infraestructura petrolera. Después de Venezuela y México, Colombia es el país petrolero más importante de la región. Según Stratfor, una agencia especializada de inteligencia, el petróleo, por encima del combate a las drogas y a las guerrillas, es el principal objetivo de Estados Unidos en Colombia. La región del Casanare, rica en hidrocarburos, está siendo repartida entre tres grandes empresas trasnacionales: la estadunidense Occidental, la British Petroleum y la española Repsol.

La mayor parte de una partida de 532 millones de dólares de ayuda militar aprobada en febrero por el Congreso estadunidense fue destinada a la Brigada XVIII, con sede en Arauca, en la frontera con Venezuela y cuya función primordial es proteger el oleoducto Caño Limón-Coveñas de los ataques de la guerrilla. El ducto transporta crudo que extrae de la zona la Occidental Petroleum. Los soldados colombianos son "capacitados" sobre el terreno por casi un centenar de boinas verdes. La brigada recibirá armas, soporte logístico y 10 helicópteros UH-1 Huey. Otra porción del dinero se destinó a la creación de una segunda brigada del ejército, a labores de inteligencia militar y policial, y a la compra de cuatro aviones Hércules C-130 para transportar tropas, y dos AC-47 (aviones fantasmas) artillados, para operaciones de asalto (ofensivas) contra las FARC y el ELN.

En marzo pasado, el Pentágono tenía en Colombia 411 efectivos (expertos en inteligencia electrónica, planeación táctica, apoyo logístico y reconocimiento aéreo), 11 por encima del tope que le fijó el Congreso hace dos años. Entre ellos hay 49 "expertos", incluidos nueve miembros de las fuerzas especiales que participan en una misión de rescate de tres espías estadunidenses capturados por las FARC. Pero la cifra es engañosa. Igual que el número de civiles estadunidenses que desempeñan actividades militares y de seguridad en territorio colombiano. Oficialmente son 324. No obstante, fuentes locales estiman que el contingente de "contratistas militares privados" puede superar 3 mil. Los mercenarios trabajan para compañías como DynCorp, Northrop Grumman y MPRI, subcontratadas por la Defensa estadunidense, y realizan labor de espionaje, entrenamiento militar y formación de escuadrones de la muerte (paramilitares). "Veteranos" de Bosnia y Croacia, en tiempos de paz actúan como ejército secreto fuera del escrutinio público. En tiempos de guerra no son soldados y no están obligados a seguir códigos militares de conducta; son idóneos para la guerra sucia.

Algunos reportes indican que la inteligencia estratégica del ejército colombiano "ha sido remplazada por un grupo de elite de asesores estadunidenses que se han posesionado de las bases militares" y desde ahí orientan la guerra contra la insurgencia. El Pentágono lleva años trabajando en la "profesionalización" del ejército colombiano y ha desplegado una base tecnológica de radares, aviones y telefonía para detectar y dar seguimiento a los grupos guerrilleros. Según Robinson Salazar, el despliegue de personal y equipo estadunidense en territorio colombiano, incluye: radar de asiento en la isla de San Andrés; radar de asiento en Riohacha; radar y base terrestre en Marandúa, Vichada; Brigada Oriental del Ejército en Puerto Carreño y Vichada; radar y base terrestre de San José del Guaviare y Escuela de Entrenamiento en Barrancón; Brigada del Ejército en Caquetá; Base Militar Tres Esquinas, en Putumayo; Brigada de patrullaje fluvial en Puerto Leguizamo, Putumayo; radar con base terrestre en Leticia, Amazonas; Base militar de Tolemaida, en Tolima, con 18 helicópteros HV-1N.

En febrero Estados Unidos aprobó recursos para el uso ofensivo de aviones contra las FARC, bajo la cuenta Financiamiento Militar Extranjero. Este mes se reanudará el programa conjunto de interdicción aérea, con apoyo técnico de la CIA. Uribe viene abogando a nivel regional por un viejo anhelo del Pentágono: la formación de una fuerza militar multinacional. Con el involucramiento directo de Washington, algunos expertos vaticinan una "vietnamización" del conflicto colombiano; otros opinan que el Pentágono se inclinará por una estrategia quirúrgica; es decir, una salida "a la filipina".

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