Jornada Semanal,  10 de agosto de 2003       núm. 440

JUAN DOMINGO ARGÜELLES
LA DIVINA COMEDIA
EN VERSO CASTELLANO

La mayor parte de la gente ha leído la Divina comedia, la inmortal obra de Dante Alighieri, en prosa. En buena parte es por ello que abundan los que creen que se trata de una novela. Como tal la han leído, con sus infaltables y explicativos grabados de Gustavo Doré. No hay reproche en ello, pero el centenar de cantos (34 del Infierno; 33 del Purgatorio y otros 33 del Paraíso) de esta obra poética compuesta en tercetos suma una totalidad de 14, 233 versos endecasílabos que pocos se han atrevido a traducir, ya sea de manera literal o interpretativa, conservando la métrica original y tratando de imitar la rima.

En su momento, fue importante la traducción que llevó a cabo el poeta español Ángel Crespo (1926) y que comenzó a publicarse hace exactamente treinta años, en 1973 (el Infierno), y que concluyó en 1977 (el Paraíso) bajo el sello de Seix Barral. (El Purgatorio vio la luz en 1976.) Fue famosa en muchos sentidos, pero sobre todo por dos aspectos. Primero, porque se le consideró una hazaña el hecho de que se atreviera no sólo al trasvase métrico sino también a la exigencia de la rima, y segundo porque esta necesidad o más bien esta exigencia de la rima llevó a don Ángel Crespo a excesos y extravagancias. Más de un lector mostró su asombro ante ciertas rimas forzadas que hicieron del florentino no sólo un Dante castellano sino un Dante lleno de rebuscamientos. Hay quienes han encontrado incluso en esta versión expresiones fuera de época por decir lo menos.

Años más tarde, en su colección Letras Universales, Ediciones Cátedra, de Madrid, no quiso seguir el ejemplo de Crespo y Seix Barral, y al verter la Divina comedia al verso español, Giorgio Petrocchi y Luis Martínez de Merlo respetaron la métrica pero no la rima, y justificaron su decisión en tres criterios básicos: la literalidad, la inteligibilidad y, finalmente, la fidelidad al espíritu y al estilo del texto dantesco. Es decir, en el trasvase de esta Divina comedia, también en verso (Madrid, Cátedra, séptima edición, 2001), se buscó una expresión lo más literal posible antes que cualquier cosa.

El mayor pecado de Ángel Crespo fue haber llevado su fervor dantesco al extremo donde la rima exige una consonante aunque descuide el sentido. (El poeta español, además, terminó por ser un reflejo del Dante castellano que él mismo inventó. No es fortuito que al organizar y publicar su obra poética propia le haya puesto por título el inicio del primer verso de la Divina comedia: En medio del camino, y que en uno de sus poemas confiese: "Mi otra patria es Italia". Crespo veía a Dante a cada momento y, con él, iba y venía en el infierno: "La tarde inevitable y el poeta/ casi extranjero –una edición/ en biblia, las paredes/ llenas de sus palabras–, y no había/ quien le abriese las puertas/ de la ciudad (y ni/ siquiera era de aquí: le tengo visto/ tras las ventanas de mi pueblo)/ para que se enterrase/ entre el sol y la sombra/ y no me lo topara ahora yo/ saliendo del Infierno". Dante es, literalmente, el Virgilio de Crespo. Y no es que pretendamos hacer paralelismos caprichosos.)

En el primer canto del Infierno, cuando Dante se dirige a Virgilio, Crespo lo traduce así: "Eres tú mi maestro, tú mi autor:/ eres tú solo aquel del que he tomado/ el bello estilo que me diera honor". Por su parte, Luis Martínez de Merlo traduce del siguiente modo ese mismo terceto: "Eres tú mi modelo y mi maestro;/ el único eres tú de quien tomé/ el bello estilo que me ha dado honra". Comparen los lectores dichas versiones con los versos originales: "Tu se’ lo mio maestro e ‘l mio autore;/ tu se’ solo colui cu’ io tolsi/ lo bello stilo che m’ha fatto onore".

Si traducir es un problema, traducir poesía es doble problema. Por ello afirma Octavio Paz que en la traducción "el texto original jamás reaparece (sería imposible) en la otra lengua; no obstante, está presente siempre porque la traducción, sin decirlo, lo menciona constantemente o lo convierte en un objeto verbal que, aunque distinto, lo reproduce: metonimia o metáfora. Las dos, a diferencia de las traducciones explicativas o de la paráfrasis, son formas rigurosas y que no están reñidas con la exactitud: la primera es una descripción indirecta y la segunda una ecuación verbal".

Si Paz tiene razón, y es bastante probable que la tenga, ni Crespo ni Martínez de Merlo se equivocan al traducir cada quien con su objetivo el verso dantesco, aunque cada versión transforme y omita. Así, el primer terceto del canto xxvi del Infierno ("Godi, Fiorenza, pi che se’ sí grande,/ che per mare e per terra batti l’ ali,/ e per lo ‘nferno tuo nome si spande!) adquiere dos lecturas que conservan la esencia del original pero que modifican sus elementos.

Crespo el rimador lo traduce así: "¡Alégrate, Florencia, de ser grande,/ pues tanto vuela ya tu nombre honroso/ que por mar, tierra y báratro se expande!" Por su parte, Martínez de Merlo el literal, hace que lo leamos así: "¡Goza, Florencia, ya que eres tan grande,/ que por mar y por tierra bate alas,/ y en el infierno se expande tu nombre!"

Y algo similar sucede con el terceto inmediato ("Tra li ladron trovai cinque cotali/ tuoi cittadini onde mi ven vergogna,/ e tu in grande orranza non ne sali"), cuya lectura en español nos propone Crespo del siguiente modo: "Avergonzado descubrí en el foso/ cinco hijos tuyos, nobles y ladrones;/ y tu honor no salía ganancioso".

La rima le exigió a Crespo sinuosidades que Martínez de Merlo no se impuso, porque su traducción literal persigue la exactitud: "Cinco nobles hallé entre los ladrones/ de tus vecinos, de donde me vino/ vergüenza, y para ti no mucha honra".

Pero no debemos olvidar que ni la peor traducción puede destruir a la obra clásica inmortal. Al referirse a Dante y a sus traductores en verso Augusto Monterroso así lo cree: "Si determinado texto es incapaz de resistir erratas o errores de traducción, ese texto no vale gran cosa. Los ripios con que el argentino Bartolomé Mitre se ayudó no enriquecen la Divina comedia, pero tampoco la echan a perder. No se puede".