293 ° DOMINGO 3 DE AGOSTO  DE 2003
Rodolfo Corona, Premio Nacional de Demografía 2003
Qué haría México
sin sus migrantes

ARTURO CANO

Hace unos días recibió el máximo galardón en su ramo. Lleva 30 años en la demografía, buena parte de ellos dedicado a estudiar la dimensión real de la migración. Rodolfo Corona estima que la cifra oficial de los envíos de los migrantes a México incluye operaciones que no necesariamente son remesas familiares. Pero conviene en que en los últimos años el incremento ha sido sostenido y lanza una pregunta para todos: qué haría este país sin esos recursos

PUES SI, MANDAN MAS DINERO –entre otras cosas, porque son muchos más que antes– pero no tanto como puede colegirse de las cifras del Banco de México. Los trabajos de los expertos en demografía, basados en la información de organismos oficiales, cifran la riqueza que los migrantes envían a este país en unos 6 mil o 7 mil millones de dólares anuales.

Da luz sobre este polémico tema un breve intercambio con un investigador que lleva 30 años gozando su relación con la demografía aplicada, y muchos de ellos dedicados a consolidar las cifras sobre nuestros migrantes (¿quiénes son?, ¿a dónde van?, ¿cuántos vuelven? y decenas de preguntas más). Se llama Rodolfo Corona y hace unos días recibió el Premio Nacional de Demografía 2003, de manos del presidente Vicente Fox.

Habría que por lo menos dudar de los números que todos damos por buenos, cuando un experto como Corona habla de las cifras del Banco de México: "Puede ser dinero de cualquier cosa, de pequeños exportadores de aguacate, de pequeños comercios. El Banco registra las transferencias, pero no todas son remesas familiares".

Las cifras discrepantes son resultado del trabajo de Rodolfo Corona y otros investigadores, que han usado los datos de la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares y del censo de población, instrumentos ambos en los que se pregunta directamente en los hogares si se recibe o no dinero de Estados Unidos. De estos trabajos resulta una cifra menor.

No es la preocupación de Corona, sin embargo, debatir con el Banco de México. El investigador se queda con la convicción de que, diferencias de cálculo aparte, las remesas han aumentado en los últimos años. Y da unas cuantas cifras que explican ese crecimiento. En los setenta cruzaban la frontera un promedio de 80 mil mexicanos por año; en los ochenta lo hicieron 150 mil. En el último lustro han dejado el país 370 mil mexicanos anualmente.

¿Dejan de ser pobres los que se quedan y reciben dinero de sus familiares? Pasan, dice Corona, "de la miseria a tener un ingreso razonable... para comer".

Por esta razón, aterriza Corona en el punto que le importa destacar, "lo que deberíamos preguntarnos es qué haríamos como país si no tuviéramos ese ingreso".

Los beneficios de esos envíos, claro, no son uniformes. Se concentran en algunas regiones del país y dependen también de factores como la antigüedad de los flujos migratorios. Una familia joven, para decirlo rápido, puede depender de la mujer que se queda a la espera de que el hombre comience a mandar dinero. Una familia vieja, de ancianos, muchas veces depende totalmente de lo que envían hijos o nietos. Así, en algunas zonas del centro-occidente del país, más de un tercio de los hogares dependen de las remesas para vivir.

Llegados a este punto, el investigador de El Colegio de la Frontera Norte va a un tema que le interesa, sin pregunta de por medio. Recuerda la "alta cobertura" del padrón electoral mexicano y cruza ese dato con otro: los que se han ido en los últimos tiempos son jóvenes de entre 20 y 25 años, la mayoría con credencial de elector en mano. "La gente no vota porque de plano no quiere o porque no puede. Una proporción del alto abstencionismo, pues, se explica porque la gente simplemente no estaba aquí".

Política mata estadística
Rodolfo Corona conviene: "Sí, en la gran mayoría de los casos política mata estadística. El mejor ejemplo es que la gran producción del INEGI es utilizada apenas por encimita".

La reflexión viene a cuento porque al recibir el Premio Nacional de Demografía 2003, Corona subrayó "la irregular e insuficiente, y a veces inadecuada, utilización de la información estadística disponible y de los indicadores y resultados de las investigaciones demográficas realizadas, así como a la exigua utilización del instrumental metodológico de la demografía en la determinación de acciones concretas, en la identificación de poblaciones objetivo, y en el desarrollo de los procesos de evaluación, seguimiento y en su caso corrección de los mismos programas (gubernamentales)".

En la charla con Masiosare insiste en que "la necesidad de responder políticamente algunas cosas, los conflictos de intereses, hacen que las decisiones (de gobierno) sean tomadas sin fundamento científico real".

Esta situación, dice, es particularmente grave entre los mandos medios del gobierno, quienes no cuentan con capacitación para hacer uso de la información. "Se quedan mucho por encima, en un porcentaje general". Por ejemplo, añade, se habla todo el tiempo sólo de la cifra de empleo, pero no se habla de horas de trabajo, de salarios, de prestaciones, cosas que "permitirían valorar lo que significa que la gente tenga empleo o no".

Con todo, donde esta carencia alcanza niveles dramáticos, sostiene Corona, es en los municipios. "En muchos ayuntamientos de ciudades grandes hay una gran carencia, no se sabe hacer uso de estos instrumentales". Hay, entonces, un "doble desperdicio", porque la información no se usa y porque "generarla es muy caro". Prácticamente ninguno de los ayuntamientos de grande ciudades, por ejemplo, da como buenas las cifras de población. "Siempre dicen que tienen un millón más de habitantes", porque de ese modo pueden demandar más recursos.

El gobierno federal tampoco está exento de la "subutilización" de las herramientas de la estadística y de toda la información que generan organismos públicos. Es el caso del programa Oportunidades de Sedesol. "Hacen un buen seguimiento de qué y dónde otorgan los recursos, pero todavía fallan mucho en la evaluación del impacto real de los programas. Hay 100 niños y 100 vacunas, pero no se sabe qué impacto real tuvieron en la salud de una comunidad. ¿Qué efecto tuvieron las becas para que las niñas se mantengan en la escuela? No hay una evaluación que permita saber si se debe o no modificar un programa".

Los migrantes, esos héroes sexenales, tampoco son ajenos al uso político de las encuestas y otras herramientas. Corona habla de esa suerte de pleito entre entidades de origen sobre cuál tiene más migrantes. En declaraciones y documentos, gobernadores y políticos de esas entidades ignoran las cifras disponibles e invariablemente "inflan" sus números de migrantes. Algo parecido hacen los líderes mexicanos en Estados Unidos que dicen representar a miles o incluso millones. "Deben representar, cada uno, a dos o tres, porque hemos encontrado que en las asociaciones de mexicanos en el extranjero participa menos de 5% de los migrantes".