La Jornada Semanal,   domingo 27 de julio del 2003        núm. 438
 Poema

Óscar Oliva

VOY A OTROS ASUNTOS que no me corresponden, en el caos contrario a mi sombra inconclusa, contrario a la inocencia que labro en un cauce rojo, sin río predicho,

esa audacia de quedarme junto a una hoja, no despegar ningún lamento,

ser la energía última en la cerrazón del denuedo, lágrima

tejida en la muerte cuando desaparezco boqueando débilmente/
 

Cuando no hay fulgor, cuando el vaso de las precipitaciones se agrieta

en el mismo pájaro inicial, otra vez ataviado con joyas tremendas,

otra vez percatarme de los ruidos de la ceniza bajo la memoria sin rescoldo

dándoles números a los pájaros, pájaros al sol sin párpados,

porque todo resueña en esta algarabía sin contener

cuando respiro más allá del límite que me fue señalado

bajo la nube encanecida, la más torpe, trastocada a mi

semejanza sin criatura, a las nubes de un libro ilegible/
 

Resoñando, tiritando como un cuchillo,

con presunción de lince

voy a aturdir el campo inerte de la trama,

a dejar la letra más incierta en la intimidad

aturdida del eucalipto, en el impulso sexual del día que resiste,

de las imágenes en los lienzos de la resurrección,

las que ocultan serpientes en celo, en cielo primordial,

el vacío sonoro de las imágenes recias, las más impuras,

solo con lumbre, sin naturaleza, libres de toda estatura/
 

En lo que se quema al abrirse la tierra para que puedan

dormir alas en el otro derrumbe, para que nazcan otras

que también van a ser derrotadas en el campo sin manto,

raído, que es la poesía al nacer incierta, como un pollo

sin cobijo, en todo lo que produce la guerra para encandilar

y otros miedos, otras situaciones que comienzan en el 

salto y no tendrán fin en el desvarío, donde debo picar,

piando, la cáscara de celo cuando desnudo en el universo 

visible ya no puedo comunicarme porque el júbilo mortal

me hace entrañable sin morir, cuando no hay nada/
 

¿Qué árbol escupió en la cabeza de mi hija?