La Jornada Semanal,  domingo 27 de julio  de 2003         438

DOS DE CARAS

LEO MENDOZA

Günter Grass,
Cinco decenios. Informe de taller,
Alfaguara,
España, 2003.
Casi simultáneamente, aparecieron en librerías dos volúmenes del escritor alemán Günter Grass, Premio Nobel de Literatura en 1999: Cinco decenios y A paso de cangrejo. El primero es una recapitulación de la vida del artista desde sus inicios como aprendiz de cantero –y escultor de monumentos funerarios, episodio que después aprovechó para Años de perro–, hasta la ceremonia de recepción del premio durante la sesión solemne de la Academia Sueca. Y el segundo es su muy esperada novela en torno a un hecho histórico que hasta hoy ha permanecido más o menos desconocido: el hundimiento del barco Wilhelm Gustloff ocurrido el 30 de junio de 1945 en el mar Báltico y en el que murieron miles de refugiados que huían del avance del Ejército Rojo. Fue un submarino soviético el que disparó los tres torpedos que hicieron impacto en la nave, comandada por el capitán de tercera Alexander Marinesko quien, curiosamente, fue víctima de las purgas estalinistas y su memoria sólo fue reivindicada muchos años después con una pequeña estatua en San Petersburgo, de acuerdo con una página de internet sobre la ciudad rusa en la que, de cuando en cuando, aparecen insultos contra el marino.

El hecho, aun cuando pueda considerarse como un acción bélica por algunos, fue ignorado tanto por las autoridades soviéticas, no muy convencidas del hundimiento de Gustloff –al parecer sospechaban que Marinesko, de origen centroeuropeo, era un espía–, como por las alemanas, que no quería difundir entre la población noticias que minaran la moral de los combatientes.

La historia, como casi siempre, es el telón de fondo de la novela de Grass, mientras que su vida personal, sus métodos de trabajo, sus costumbres, su constante acercamiento a las artes plásticas –no hay que olvidar que estudió escultura y que aún hoy algunos de sus grabados y dibujos ilustran algunos de sus libros de poemas– es el pretexto de Cinco decenios.

Siempre hay algo inquietante en la idea de revisar una vida a pasos agigantados –a diferencia de como lo hace Paul, el narrador de A paso de cangrejo–, pero el recorrido es placentero: la prosa de Grass en este caso se torna sencilla e ilustrativa. Fotos, grabados, poemas y planes de trabajo conforman el retrato de un escritor que, aunque suene extraño, ha conservado cientos de cintas de máquina portátil, sabedor de que están a punto de la extinción, para pasar en limpio sus manuscritos. Este hecho, que parece sin lugar a dudas un anacronismo, contrasta con la modernidad de A paso de cangrejo, donde el narrador –quizá como el mismo Grass– se muestra como un conocedor profundo de la navegación en el llamado ciberespacio, pues es precisamente ahí donde se desarrolla buena parte de la novela, cuando Paul, un viejo periodista de izquierda, encuentra una página web donde se habla del naufragio del Gustloff, bautizado así en honor de un miembro del partido nazi asesinado en Suiza de cuatro balazos a manos del judío David Frankfuter, y que despierta por supuesto las imágenes de su pasado: Paul es hijo de una de las mujeres que viajaba en el buque, destinado en sus primeros tiempos a paseos recreativos para los trabajadores organizados por la sociedad "A la fuerza por la alegría", y nació justo unos minutos después de que éste se hundiera, por lo cual, a decir de su madre, estaba destinado a contar la historia, algo a lo que él se ha negado sistemáticamente: vive de su oficio de periodista y su vida amorosa es una sucesión de fracasos y encuentros furtivos desde que se separó de la madre de su hijo. Gran parte de la novela nos habla de las discusiones entre el administrador de la página y quienes piensan de forma diferente y, a veces, igual.

Mientras que Cinco decenios es una obra totalmente biográfica, en donde podemos leer breves menciones a la vida amorosa del escritor y descubrimos, a través de la fotos, que su rostro se ha ennoblecido, A paso de cangrejo es una novela sólo aparentemente histórica: si los hechos que sucedieron en torno al barco, el asesinato de Gustloff y la vida de su asesino en prisión, son reales, sólo forman el entramado de una idea mucho más profunda: Grass no busca tanto recordar este episodio como hacer hincapié en cómo de nuevo, día con día, la historia se repite, o intenta hacerlo –quizá, como decía Marx, a veces como tragedia y a veces como comedia, o quizá como el mito de Sísifo que, a decir de Camus, nos hace ser humanos. Tal vez esto se deba a la manera en que la historia ha sido parcializada, ideologizada, con una parte presentada como si se tratara del todo, borrando y reescribiendo a partir de todo tipo de revisionismos: la historia ya no es el hecho objetivo sino sus posibles versiones. El mismo olvido, entonces, no es inocente, pero tampoco lo es el recuerdo. Terrible contradicción, pues, en la que vivimos: el caudal de información siempre tendrá a su lado un Ministerio de la Verdad orwelliano dispuesto a corregir el pasado.

Sin querer, Paul descubre que su propio hijo es el administrador de la página que recuerda la tragedia del Gustloff y que, curiosamente, tiene una tendencia a la que llamaremos de derecha. Y que esta rememoración de la tragedia ha sido instigada por la madre de Paul, Tulla, quien lo destinó a mantener vivo el recuerdo, a contar la historia desde su perspectiva. Porque si bien, como muchos otros hijos de la guerra, Paul fue un niño sin padre, también es cierto que se educó en Alemania occidental mientras Tulla –dedicada a la carpintería, admiradora de Stalin y del trágico barco donde sus padres pasaron unas espléndidas vacaciones– creció en la del Este, paradójicamente, en la ciudad natal del Gustloff, Schwerin, donde fue arrojada luego del hundimiento del barco y donde, en el apogeo nazi, se instaló un pequeño altar que recordaba su muerte. Ahí precisamente, muchos años después, Konrad, hijo de Paul y nieto de Tulla, disparará cuatro tiros –al igual que Frankfurter– contra su contrincante en red, un joven alemán que, llevado por su sentimiento de culpa, ha decidido convertirse en una especie de judío honorario y ha adoptado el nombre de David. Como si en el mundo actual sólo hubiera lugar para las víctimas y los verdugos. Ambos jóvenes no tienen otro camino.

La investigación de Grass en internet es real: muchas de las páginas neonazis y ultranacionalistas que menciona existen y se pueden leer arduas discusiones en torno a si el hundimiento del Gustloff –descrito por Grass hasta en sus más nimios detalles– fue una legítima acción militar o un acto de barbarie: una discusión que parece interminable y que quizá por ello desencadena el acto simbólico de Konrad y David.

Por cierto, en la www.kameradschaft-pokriefke.de sólo se encuentran unos dibujos de Grass, pero al probar con la palabra kameradschaft, las páginas que aparecen quizá lo sorprendan, al igual que las menciones de Gustloff, el barco que llevaba su nombre y el capitán soviético Marinesko.

A paso de cangrejo y Cinco decenios, novela y memorias, son dos libros complementarios, incluso para ciertos aspectos chocantes de la traducción de la novela, como es el hecho de que Tulla se exprese en cerrado dialecto peninsular. Grass mismo nos lo explica: desde hace algunos años trabaja en contacto con los traductores para que la forma de hablar de sus personajes corresponda a los dialectos del alemán que utiliza en su obra. Lo malo en todo caso es que la versión española muy poco o nada tiene que ver con el español que se habla en América.

De cualquier forma, con su novela nos topamos de nuevo con el escritor incómodo que no dice lo que esperamos oír, sino que sabe plantearse sus propias preguntas sobre el pasado en busca de entender al presente, lo que en ocasiones irrita al poder.

Es lo que Grass ha hecho en estos dos libros: por un lado explicarse él y por otro hablar de este tiempo tan extraño donde los límites se han borrado y lo único que queda es la confusión y quizá la maldición y la tentación de repetir el pasado. Digamos que el hundimiento del Gustloff no es ya un recuerdo sino, quizá, un presagio •