La Jornada Semanal,  27 de julio  del 2003        438


N O V E L A

UNA VUELTA DE TUERCA MÁS

 
GABRIELA VALENZUELA NAVARRETE

Carmen Fuentes,
Chocolate con churros
y otras relaciones peligrosas,
Ficticia,
México, 2003.
 
La novela de Henry James, Otra vuelta de tuerca, es quizá uno de los textos que más lecturas distintas puede soportar. La mezcla de la realidad y de la intervención de seres o fuerzas sobrenaturales es una de las combinaciones más atractivas para los lectores y una de las fórmulas más tentadoras para los escritores. El problema, como siempre, es lograr que el libro escrito no resulte una copia fallida, sino una versión personal de un recurso ya comprobado.

Este es el caso del trabajo de Carmen Fuentes, quien recurre a las "vueltas de tuerca" para sorprender a su lector con la solución de sus relatos. ¿Quién podría esperar que un plomero encontrara una sirena en una cañería tapada? ¿O que la madre de un torero tartamudo regresara de la muerte gracias a una merienda de churros con chocolate?

Posiblemente, después de leer dos o tres cuentos, el lector puede reconocer cuál es la estrategia de Carmen y suponga que los finales del resto seguirán la misma tónica. Totalmente cierto: la autora plantea una historia "normal" y de pronto algo inesperado o extraño (para no usar la malgastada palabra "sobrenatural") interrumpe el flujo que se esperaría normal de las acciones. ¿Cuál es entonces el mérito de la escritora?

Chocolate con churros no es el inicio de una nueva corriente literaria ni inaugura un método novedoso de creación literaria. Incluso se podría decir que se nota que este es el primer libro de esta autora; un lector exigente diría que algunas veces siente la necesidad de una madurez mayor por parte de Fuentes. No obstante, su trabajo consigue algo que muchas veces es difícil de lograr: soluciones a los conflictos planteados que ni siquiera los lectores más avezados puedan sospechar.

Estas soluciones no necesariamente tienen que ser difíciles: en más de una ocasión, esta discípula de Guillermo Samperio nos demuestra que nos hemos enajenado en la búsqueda de historias con salidas tortuosas y complicadas y hemos olvidado las más sencillas o directas, como una mujer que, después de matar a una araña, recibe el castigo más exacto a su crimen: quedar convertida ella misma en araña y ser atrapada por un niño para su clase de biología.

Transformaciones repentinas o simples equivocaciones, los cuentos de Carmen Fuentes nos recuerdan que la literatura es, antes que nada, imaginación. Sus relatos no serán recordados por tener estructuras novedosas o por un estilo que ya desde ahora sea un sello distintivo de su creadora. Sin embargo, con ellos da una nueva visión de la sátira y la parodia –tan abaratadas últimamente– como armas para abordar todo tipo de problemas sociales, desde las costumbres juveniles de hoy día hasta los ocultos mecanismos que hacen que un ser común y corriente se convierta en asesino.

Difícil también es conseguir que la parodia tenga un toque importante de humor, pero que no se vulgarice. Carmen lo consigue, pues los excesos de sus personajes no se sienten escritos a la fuerza con el único fin de lograr la risa fácil del lector. Para eso bastaría asistir a una de las tantas "obras de crítica" montadas por un supuesto comediante que inundan el teatro comercial en nuestro país, y no tendría ningún sentido asomarse a ver lo que hay entre los más nuevos creadores mexicanos. Quién sabe, se supone que las vueltas de tuerca consisten precisamente en sorprender a quien se atreve a leer •