![]() Germaine Gómez Haro KURT SCHWITTERS,
Hijo de una familia de la pequeña burguesía, Schwitters fue, de acuerdo con sus biógrafos, un clásico ejemplo del "tipo hannoveriano", es decir, un personaje exageradamente correcto, de carácter mesurado y poco propenso a las relaciones sociales. De ahí, quizás, su propensión al aislamiento que dio lugar a una obra profundamente personal y original. Esta magnífica muestra abarca desde su periodo de gestación en la Academia de Bellas Artes en Dresde, hasta el trabajo realizado un año antes de su muerte. En sus pinturas tempranas, realizadas entre 1912 y 1918, constatamos su periplo por los diferentes ismos de la época, como el postimpresionismo, el expresionismo, el cubismo, el futurismo y el abstraccionismo, género al que seguirá recurriendo a lo largo de su trayectoria. Entre 1918 y 1919 se gesta lo que Schwitters llamó "la gloriosa y gran revolución" que dio lugar a su creación Merz. Al igual que Dadá, Merz es una palabra inventada que surgió al azar, a partir de un fragmento de la frase Kommerz und Privatbank que el artista había recortado y adherido a su primer collage, hoy desaparecido. Al principio, el término hacía alusión básicamente a los collages, pero más adelante lo utilizó como nombre genérico para referirse a toda su obra. Más aún: con el tiempo, Merz significó todo su estilo de vida. "Yo soy Merz", decía con humor cada vez que se expresaba conjugando el verbo merzear. Su multifacética creación incluye el collage, el ensamblaje, la poesía sonora, la escritura, la arquitectura e inclusive la creación musical Ursonate, interpretada durante la inauguración de esta muestra por un grupo de ensamble de jazz de Alemania.
Vale la pena resaltar la recreación de un Merzbau (edificio Merz) Schwitters construyó tres en su vida, en Hannover, Suecia e Inglaterra, y cuya finalidad un tanto utópica era permanecer como una obra de arte incompleta, es decir, un espacio en perpetua creación que albergara como un gran relicario sus fetiches y anécdotas personales. Esta extraña instalación una especie de ambientación constructivista me transportó a los decorados del cine expresionista alemán de esa misma época, especialmente a las alucinantes escenografías laberínticas de El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1919). Tras el eco de sus lamentos silenciosos impregnados de nostalgia e imbuido en un talante marcado por la rebeldía y la utopía, Kurt Schwitters fue un espíritu solitario que, por la vía de su creación Merz y quizás sin proponérselo consiguió épater les bourgeois con un arte enteramente personal y original, síntesis de ludismo, ironía y humor expresados con un profundo refinamiento estilístico. |