.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Viernes 18 de julio de 2003

Gustavo Iruegas *

Decir que no

"Toda nación, en toda región, tiene una decisión que tomar: o están con nosotros o están con los terroristas." Así planteó el presidente George W. Bush el 20 de septiembre de 2001 la actitud que esperaba del mundo y la que el mundo podía esperar de Estados Unidos. Ahora el primer ministro británico, Tony Blair, aconseja a los gobernantes que, con toda imprecisión se definen como progresistas y que él engloba en la expresión la izquierda, que "no cometan el terrible error de definirse como antiestadunidense". La oración subsiguiente, aunque no haya sido pronunciada, está implícita: "...so pena de ser incluidos en la lista de estados perversos de la que se ocupa el profesor [Noam] Chomsky." La amenaza es seria, pero, otra vez, imprecisa.

¿Cuándo se está con los terroristas? Aunque no existe ninguna definición del término terrorismo adoptada internacionalmente, en alguna de sus descripciones Estados Unidos ha dicho que es terrorista el que usa la violencia con propósitos políticos; derribar un gobierno para construir otro, por ejemplo. Se antoja citar los casos de Granada, Panamá, Afganistán e Irak, aunque en realidad el concepto está destinado a los enemigos de Estados Unidos, quien quiera que éstos sean.

¿Cuándo se es antiestadunidense? Hay dos maneras de caer en esa condición: cuando el propio sujeto se define así, o cuando es percibido de esa manera. La primera implica una clara toma de posición prácticamente suicida. La segunda es ajena al interesado. Lo decide alguien -un ciudadano, un funcionario, una institución, un periódico, una sociedad- que exige de los extranjeros una fidelidad perruna que no podría pedir a sus propios conciudadanos que gozan de libertad hasta para usar la bandera en los calzones.

Lo mismo da decir que Estados Unidos tiene motivaciones políticas en su política exterior que votar en algún organismo internacional de manera diferente a Estados Unidos. En un caso será señalado, por la mano del gato, como irrespetuoso porque "no se pueden decir cosas así. Tenemos que respetar a Estados Unidos. Este es un buen consejo para nosotros"; en otro quedará incluido en la lista de los países que votan contra Estados Unidos en el registro del patrón de voto que lleva el Congreso estadunidense. Estar en esas listas tiene implicaciones acordes al tamaño del sapo: para Francia significa que las papas fritas ya no se identifiquen como french; para un país latinoamericano (que no haya merecido el calificativo de perverso) puede acarrear desde censuras públicas, costosas políticamente, hasta dificultades con los organismos financieros, maniobras de desestabilización y cualquier otra cosa para la que dé la imaginación, golpes de Estado incluidos.

Alguien podría pensar que afortunadamente México, que no asiste a esta reunión de progresistas, no tiene que pronunciarse al respecto. Pero la verdad es que ya ha tenido que hacerlo. Se trata de un asunto que atañe al mundo entero en el cual ineludiblemente hay que tomar posición. Quien haya escuchado la frase "operación cicatriz" que se usa en el gobierno de México para describir los esfuerzos encaminados a atenuar el disgusto que causó al gobierno de Estados Unidos el que México no se hubiera plegado a sus deseos en el ominoso caso de Irak, sabe que así es. No es la primera vez que nos vemos en tesitura semejante. Un ejemplo.

Don Antonio Carrillo Flores, un mexicano de estatura nacional, era canciller cuando México recibía insistentemente gestiones y presiones para que cambiara su actitud frente a la Organización de Estados Americanos (OEA) en la cuestión de Cuba. Don Antonio era insospechable de ser antiestadunidense. Sus críticos, que los tenía, lo acusaban de ser too much amigo de Estados Unidos. De hecho era amigo personal del presidente Lyndon B. Johnson, amistad que se generó cuando uno era embajador en Washington y el otro vicepresidente.

En alguna ocasión en que don Antonio fue invitado a pasar un fin de semana en el rancho texano del presidente, éste le hizo el planteamiento que trataré de reproducir tal como él mismo nos lo relató:

-Querido Antonio, después de tantas conversaciones y gestiones infructuosas sobre la cuestión cubana, hemos comprendido que tu país tiene razones que no le permiten aceptar las sanciones que la comunidad interamericana ha impuesto a Cuba. No insistiremos más... Sin embargo, hay otro asunto que para nosotros es quizá más importante: se trata de Vietnam. Mi gobierno necesita un gesto de apoyo de parte de México en esta guerra. No tiene que ser nada que comprometa tropas mexicanas y ni siquiera esperamos un pronunciamiento en favor de nuestra presencia en ese país. Basta con un acto de carácter humanitario. Podría ser un barco que llevase un cargamento de medicinas para las víctimas de la guerra. No necesito decir que nosotros pondríamos el barco y las medicinas. Y la tripulación si fuera necesario. Lo que cuenta es la bandera mexicana.

-Señor presidente -respondió don Antonio-, México ya está haciendo su mejor esfuerzo en favor de la política estadunidense en Vietnam. Lo más que podemos hacer es no decir nada.

Quizá por el hecho de que nuestro país ha hecho de la defensa del derecho internacional uno de sus instrumentos de política exterior más eficaces; quizá porque la historia nos ha enseñado que mantener la independencia de criterio, a la larga rinde más que la mezquina sumisión que a veces se nos recomienda; quizá porque ya ha tenido que hacerlo en tantas ocasiones, México tiene que seguir ejercitándose en la más fina de sus capacidades diplomáticas: saber decir que no.

* Ex subsecretario de la SRE y ex embajador.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email