Jornada Semanal, domingo 13 de julio del 2003        núm. 436

NAIEFYEHYA
LOS MEDIOS, IRAK Y LA PRIMERA PIEDRA

“LOS IRAQUÍES ESTÁN FRUSTRADOS”

Eso es lo que repiten los medios estadunidenses como mantra, al tiempo que se preguntan: "¿qué salió mal?" Para la prensa estadunidense la matanza de inocentes, la destrucción de bienes, propiedades e inmuebles, las mentiras respecto de los motivos de la invasión y sobre la creación de un gobierno democrático iraquí; la inseguridad absoluta, la falta de servicios básicos y las diarias humillaciones por las fuerzas de ocupación, pueden ser causas de frustración, pero de ninguna manera motivos para la insurrección. El problema del Pentágono es que a fuerza de repetir su propaganda ha terminado por creerla y no ha entendido aún que los iraquíes, tras décadas de Saddam y a pesar de su situación desesperada, se han vuelto inmunes a la propaganda.

OCUPACIÓN SIN FIN

Al término de la segunda guerra mundial, Estados Unidos estableció bases militares en los países derrotados. Cincuenta y ocho años más tarde las bases siguen ahí a pesar de que el "peligro" ha desaparecido. No hay razón para imaginar que la suerte de Irak será diferente. La ocupación y las bases militares han llegado para quedarse. Para vender su guerra, el gabinete de George Bush, el menor, aseguró que las tropas permanecerían en Irak sólo el tiempo necesario y ni un día más. Bush, en su infinita ignorancia de la complejidad de cualquier conflicto internacional, afirmaba que en unos cuantos meses instalarían un régimen democrático estilo occidental en Bagdad, el petróleo fluiría en abundancia y las tropas volverían a casa, tras una gloriosa despedida en que las masas iraquíes volverían a salir las calles a despedirlos con lágrimas en los ojos y las manos llenas de flores y dulces. Pero la ingratitud es mucha: no sólo los iraquíes han matado a veintiséis soldados estadunidenses y seis británicos entre el 1 de mayo (día en que Bush anunció el final de las operaciones militares "mayores") y el 1 de junio, sino que hasta los ideólogos del equipo Bush parecen amargados con el desempeño de esta Casa Blanca. Francis Fukuyama, miembro de la organización New American Century (estandarte de los neoconservadores en el gobierno de Bush) y el autor del controvertido elogio de la democracia liberal, El final de la historia y el último hombre, recientemente criticó (en su artículo America’s Unwilling Imperialism) la falta de una auténtica determinación imperial por parte de Bush en sus aventuras bélicas. Para Fukuyama y sus seguidores, Estados Unidos debe asumir valerse de su inmenso arsenal para imponer y proteger los valores democráticos en el mundo. Aunque esto no quiere decir que pueda dejarse en manos de salvajes la responsabilidad de elegir a sus propios dirigentes. O como lo puso el "administrador civil" de Irak, Paul Bremer iii: "no me opongo personalmente a que haya elecciones… pero las elecciones que se llevan a cabo demasiado pronto pueden ser muy destructivas". Como es bien sabido, de haber elecciones hoy, mañana podríamos hablar de la república islámica de Irak, ya que inevitablemente triunfarían los ayatolas. Ese es el principal peligro de la democracia: la voluntad popular tiene la manía de no siempre estar en sintonía con los deseos del Pentágono.

EL 11 DE SEPTIEMBRE Y SADDAM

El ex general Wesley Clark estableció su reputación como un comandante eficiente durante la primera Guerra del Golfo. Lástima que pocos recuerdan las acusaciones de que cometió crímenes de guerra, al ordenar la "destrucción de la maquinaria militar iraquí" cuando envió tanques equipados como bulldozers a sepultar en sus trincheras a miles de soldados que trataban de rendirse cuando el conflicto ya había concluido. Clark actualmente es comentarista militar de CNN y otras televisoras. El 15 de junio del 2003 fue entrevistado en la cadena NBC y dijo que poco después del 11 de septiembre recibió varias llamadas de la Casa Blanca, aunque no quiso precisar de quién, que le pedían que conectara los atentados terroristas con Saddam Hussein. Clark dijo que lo haría con gusto si le daban pruebas, pero como nunca se las dieron optó por no vincular el ataque con Bagdad, cosa que sí hizo de manera muy enfática en numerosas entrevistas la supuesta especialista en asuntos del Oriente Próximo, Laurie Mylroie. Esto viene a corroborar, como señala la organización fair (Fairness and Accuracy in Reporting, www.fair.com), un reporte del 4 de septiembre del 2002 del reportero David Martín de la cadena CBS, a quien uno de los asistentes del secretario de la Defensa Donald Rumsfeld, le dijo que apenas cinco horas después del ataque al Pentágono el secretario comenzó a ordenar a sus asistentes que fueran planeando cómo atacar a Irak. Docenas de evidencias aparecen a diario sobre la manera en que el público estadunidense fue engañado para lanzar la guerra preventiva en contra de Irak. No obstante, los medios de ese país se resisten a tratar de revelar la verdad, a "atar los cabos" del fiasco. La razón es obvia: todos los medios corporativos fueron partícipes de la conspiración y ninguno puede hoy "lanzar la primera piedra".