Jornada Semanal, domingo  13 de julio de 2003           núm. 436

MICHELLE SOLANO

ÁNGELES PROBABLES

Ante algunos espectáculos es muy difícil definir la línea que separa al teatro de la poesía. No es nueva la existencia del teatro poético, asimismo a nadie sorprende que un autor dramático eche mano de recursos poéticos en su escritura.

A decir de muchos, al teatro poético le está vedada su traducción escénica, y aún más, hay quienes afirman que la poesía estorba el devenir de la historia, de la obra en términos dramáticos. Recientemente se estrenó en el foro La Gruta, una obra que bien puede situarse dentro del teatro poético y cuya puesta en escena deja de manifiesto que aunque existan los detractores, el teatro y la poesía pueden brillar de modo gemelo, sin que un lenguaje se anteponga al otro: Ángeles probables, de Zaría Abreu y Carlos Nóhpal.

La dramaturgia ya proponía un mestizaje bastante afortunado entre la historia, las imágenes y la poesía, así como un trabajo actoral que rebasara los límites de la interpretación a secas. El texto apostaba por un teatro que se sirviera de los elementos esenciales: texto, actores y escenario. El resultado es una puesta en escena que logra hacer mucho con lo que, para algunos, es poco: un gis, que suple a la escenografía (terror para los escenógrafos, quienes actualmente parecen ser los protagonistas indiscutibles de la escena) y dos actores.

El texto alude al breve encuentro de dos ángeles en una estación de trenes. Si se busca una historia, ahí está, conformada de todo aquello que se desprende de dos que esperan a que llegue su tren, pero el texto de Abreu y Nóhpal apuesta más por el venero perpetuo del lenguaje poético, por la sublimación de la imagen y la palabra a través de lo cotidiano y de la fantasía oculta que le pertenece. La dirección –a cargo de Zaría Abreu– ha logrado un universo imaginario donde es perfectamente posible que estos personajes y el espectador coexistan.

Contar historias ha sido durante mucho tiempo uno de los objetivos del teatro y para algunos es el único eje alrededor del cual gira el hecho escénico, pero ante las formas contemporáneas de la dramaturgia y la escena, que apuestan por "algo más que la historia en sí" eso a veces ha significado el sacrificio gratuito de la anécdota en pos de un conjunto de imágenes –eso sí, hermosísimas– que pretenden ser depositarias del discurso dramático. Ángeles probables está poblada de imágenes plásticas que aportan una relectura eficaz al texto, a la historia, y que lejos de estorbarle constituyen el mapa a partir del cual es posible descifrar a dos personajes y su circunstancia.

La sencillez de la puesta no le roba el encanto de la sorpresa y la fuerza con que arremete, pues esa construcción simple, a través de gises y movimientos corporales (a cargo de Fidel Monroy), se hermana con la sobriedad y el buen tino de la forma poética, que nunca rompe con la utilidad del diálogo verosímil que da vida al drama. Los personajes se han asomado al mundo de los sueños, de los presentimientos, y la nostalgia de aquello que es imposible recuperar; material que, antes de ser terreno del psicoanálisis, fue reino de poetas.

Iván Olivares y Alfonso Cárcamo entregan aquí un ejercicio actoral complejo, bastante logrado no sólo en cuanto a la resolución de su capacidad corporal y vocal, sino a dos caracteres bien estudiados, los movimientos justificados cuidadosamente, la expresión sin refinamientos vanos. Dos actuaciones que son la medida de un gran entendimiento del oficio y, a la vez, de su compenetración con los personajes.

Ángeles probables es quizá uno de los trabajos más interesantes que se pueden ver esta temporada, y sin duda es uno de los más honestos y hermosos que han poblado la cartelera teatral de la ciudad en los últimos años.

TERCERA LLAMADA

Ante la escasa publicación de libros sobre materia teatral siempre es un privilegio tener entre las manos un libro de reciente edición. Breve diccionario teatral (enfoque sistémico sobre técnica y método), de Alberto Celarié, ofrece varios puntos de análisis y reflexión sobre la práctica y la teoría teatrales, el trabajo del actor, del director y la metodología del hecho escénico.

La investigación y los estudios que Celarié realizó para conformar este volumen constituyen un material valiosísimo no sólo para quienes comienzan una carrera teatral, sino para aquellos que buscan una relectura acuciosa, entre otros temas, del sistema de Stanislavski, la teoría meyerholdiana y la preceptiva brechtiana. Enhorabuena a Alberto Celarié, cuyo trabajo refleja su interés y compromiso con el teatro de nuestro país.