La Jornada Semanal,  6 de julio  del 2003        435

Hablar de libros

Las limitaciones de espacio han afectado a nuestras secciones de libros, tanto Fichero como Hojeadas y reseñas. Esta circunstancia nos hará publicar periódicamente suplementos como el presente, para salir de nuestros rezagos y cumplir nuestras obligaciones con el movimiento editorial del país y del idioma.


ANTROPOLOGÍA

DESDE AMOXTLALPAN

LEO MENDOZA

Miguel León-Portilla,
Códices. Los antiguos libros del Nuevo Mundo,
Aguilar,
México, 2003.

¿Qué tanto es lo que sabemos de los códices mexicanos? ¿Cuál es la historia que envuelve a los diversos libros de pinturas de los antiguos mexicanos que hoy se encuentran en Europa? ¿Qué es lo que podemos aprender en ellos? ¿Cómo podemos leerlos e interpretar lo que ahí se guarda? Estas y otras muchas preguntas nos asaltan cuando observamos los antiguos libros de pinturas que dan cuenta del esplendor de las civilizaciones precolombinas, de su mitología, de sus cantos, fiestas, rituales y consejos. Ver sus imágenes –ya sea en fotografía o en facsímil– provoca asombro y desconcierto porque ignoramos lo que nos dicen, clausurando así esa conversación entre lector y libro que Quevedo celebra retirado en la paz de los desiertos.

Afortunadamente, uno de nuestros mayores sabios –no en balde fue reconocido con el Premio Menédez y Pelayo–, Miguel León-Portilla, ha compendiado sus reflexiones y estudios en torno a la situación de los códices, los avances en su desciframiento, la historia de estos maravillosos libros pintados, su investigación y la forma como sobrevivieron que, en muchas ocasiones, alcanza la altura de una novela de intrigas.

Códices. Los antiguos libros del Nuevo Mundo es un texto apasionante tanto por su materia como por la forma en que el autor ha decidido desgranar la variedad tanto de los libros mismos como la respuesta que frente a éstos tuvieron estudiosos, conquistadores y misioneros. Hay quienes, como fray Diego de Landa, reaccionaron con horror ante los códices –viéndolos como objeto demoniaco– y los condenaron a la hoguera, mientras que otros misioneros se lamentaron de la pérdida de éstos, y otros más buscaron que los viejos sabios y pintores reprodujeran, en plena Colonia, el arte de hacer libros pintados que, como se sabe, fue exclusiva de Mesoamérica, región a la que, dice León-Portilla, también se le podría conocer como Amoxtlalpan, "en tierra de libros". El investigador –quien ha explorado también la historia y las crónicas de la antigua California– nos muestra algunos ejemplos sobre las reacciones que ante el libro, así como ante la escritura, tuvieron miembros de otras culturas.

Además de ampliar las explicaciones acerca de los tipos de códices y los territorios donde florecieron –especialmente en la zona maya, nahua y mixteca–, cómo eran leídos y cuál era su función tanto en el palacio real como en la vida cotidiana, León-Portilla relata la manera en que algunos misioneros rescataron el arte de la antigua palabra, especialmente fray Bernardino de Sahagún y sus informantes del Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, sitio de donde saldrían no sólo el Códice conocido como De la Cruz-Badiano –escrito por un médico nahua y vertido al latín por un indígena trilingüe- sino también muchos de los antiguos consejos, de la historia y el Códice Florentino. Y es que algunos de los códices que hoy conocemos fueron realizados a petición expresa de algunos misioneros y otros, como quizá ocurrió con los libros del Chilam Balam y el Popol Vuh, fueron vertidos –trasvasados– al alfabeto maya (creación también colonial) a partir de la lectura de los libros de pinturas que debían ser interpretados por sus propios lectores, es decir, eran gestadores de significados. Este binomio entre oralidad y códices resulta fundamental a la ahora de descifrar los códices y de hacerlos hablar tal y como lo hicieron sus antiguos lectores.

Más allá de estas consideraciones se encuentran las diversas investigaciones que se han dado en torno a los códices. León-Portilla comienza con cuatro momentos estelares, especialmente, el estudio de los códices mixtecos realizado por Alfonso Caso, así como la extraña animosidad de Thompson contra Knorosov en sus intentos por descifrar la escritura maya y que es, sin duda, alguna, tema de novela: mientras que Thompson fue un académico de altos vuelos, Knorosov llegó al maya como autodidacto y su idea de que los glifos mayas son básicamente fonéticos fue rechazada en un principio por el mundo académico dominado por Thompson, quien, a pesar de su error, fue uno de los grandes investigadores de la cultura maya. León-Portilla habla de los muy diversos investigadores que se acercaron a los códices, desde los hijos de los vencidos como Fernando de Alva Ixtlixóchitl, pasando por Carlos de Sigüenza y Góngora y el mismo Humboldt, hasta llegar a nuestros días y, por si eso fuera poco, nos ofrece además la lectura comentada de algunas páginas de los códices que nos hacen asomarnos por un momento a la gran cantidad de información que contienen. Los códices son, sin duda alguna, libros maravillosos –tanto o más que las novelas de caballerías que los conquistadores leyeron durante su travesía atlántica– y para nuestra fortuna muchos de ellos sobrevivieron al paso del tiempo y hoy son prueba viviente de una cultura que muchas veces desconocemos. Una forma de valorar el pasado, de conocer el esplendor del mundo antiguo, es acercarnos a los códices a través de los textos de León-Portilla quien cierra su libro con un canto al ese dios dual –Tloque Nahuaque, señor del junto y del lejos– que es también, un pintor de códices, un tlahcuilo que dibuja, incansablemente, nuestro destino •


E N S A Y O

RECETAS PARA NUEVOS CUENTISTAS

SUSANA ZARAGOZA

Guillermo Samperio,
Después apareció una nave.
Recetas para nuevos cuentistas,
Alfaguara,
México, 2003.

El convencimiento de que cualquier persona, a cualquier edad, puede convertirse en creador de historias, es la motivación central que impulsó a Samperio para escribir este libro, según lo expone en la presentación. El punto de partida de dicha posibilidad está en el rescate autobiográfico del escritor potencial, pues, como él sugiere: "en su espíritu están grabadas historias de varios tipos; lo que necesita es tener a mano herramientas literarias que le permitan descubrirse escritor de esas historias –que a veces desconoce y hace falta atraparlas y convertirlas en cuentos".

Cierto es que la experiencia vital es materia para cualquier género literario, pero como el mismo libro lo demuestra, ese es apenas el punto de arranque. Se salva lo inmediato, para luego saltar al universo de lo imaginario, la vasta y contrastante realidad o incluso al incierto futuro en donde todo es posible. En este sentido, el propio autor aclara los límites de su propuesta ya que el libro es un inicio; en consecuencia el lector-escritor deberá continuar con su personal búsqueda hasta la consolidación de su estilo. Esa honestidad, en cuanto a los alcances de la presente obra, sumada al lenguaje accesible, antirretórico, y su tono conversacional, aseguran una amplia recepción del libro, pues no pone ningún tipo de traba que complique o impida la comprensión, el deleite y el reto, en momentos semiamargo en la parte práctica, a que nos invita el texto.

Samperio remarca los tres grandes aspectos que dan cuerpo al volumen: la historia del género y su evolución, los componentes teóricos bajo los cuales se escriben y analizan, y ejercicios para ensayar cuentos. La historia y evolución del cuento la plantea con un cuento. También se detiene en etapas, autores y circunstancias socioculturales cuyo peso determinaron el posterior desarrollo del género.

El capítulo "La nave de los locos" plantea la vastedad y diversidad de cuentistas y cuentos desde que el hombre intentó plasmar mundos imaginarios y reales. "En el principio era el cuento" juega con la idea de que cualquier ser humano, desde que nace necesita de historias, cuenta historias de su diario transcurrir y propone a culturas clásicas antiguas que recurrieron al mito para intentar explicar y hacer permanecer su cultura y literatura. "Después apareció una nave" recrea la aparición de varias naves, es decir, varios tipos de antecedentes del cuento, como lo fueron los cantares de gesta, fábulas o apólogos y milagros, hasta que llega la obra que rompe con esta tradición de narraciones de hechos que colindan con enseñanzas morales y éticas para superarlas y dar paso a la imaginación, los cuentos de autor, cuyo primer representante es Giovanni Boccaccio. "Y de locos se empezó a poblar" es la aparición de cuentos al margen de la justificación y "utilidad" moral en donde aparece Cervantes, así como cuentos de corte fantástico que se comienzan a escribir con mayor frecuencia. "Uno de ellos se aventó al agua" subraya la enorme aportación de Allan Poe: a él debemos el nacimiento del cuento moderno fantástico, de suspenso, en donde cada elemento tiene razón de ser. "...Y todos empezaron a nadar" retrata lo que a partir de Poe y sus herederos se inició como creación en donde el realismo o el intimismo romántico fueron los polos en que los autores se movían.

En cuanto a los ingredientes del cuento, como si se estuviera cocinando un platillo propone una guía completa tanto para crearlos como para analizarlos: anécdota o hecho narrado (hn), principio del cuento, distractores, puntos de confrontación, línea dramática definitoria, el título, línea argumental de tiempo, época, personajes (protagonista, antagonista, fuerza antagónica abstracta, principales, personajes grupo, incidentales y personajes clave), características del protagonista, tipo de narrador, tono, si el hn sucedió completo antes de ser compartido por la voz narrativa con el lector ¿qué sí y qué no?, ambiente, atmósfera, elementos de la verosimilitud, clímax, tipo de lenguaje, imagen o metáfora más atractiva, imagen más extraña, significado(s) externo(s), tipo de cuento y opinión sobre el protagonista.

Ilustración de Marcelo PifarreEn congruencia con la idea de que el libro es un mapa a escala en donde hay mucho por descubrir en adelante, realiza varias reflexiones, que son las tareas pendientes que habrá de realizar a solas el escritor: a) leer cuanto se pueda de todos los géneros para enriquecer la imaginación; b) en el Epílogo recapitula todo cuanto ha expuesto y se centra en los pasos que deberá cumplir el escritor; c) leer varios cuentos sugeridos en la sección Un tanto de bibliografía y que por razones distintas son importantes para el autor y a partir de los cuales ha fundamentado parte de las observaciones expuestas en el libro; y d) la lectura de bibliografía especializada.

El autor no sólo indica cómo se escribe un cuento, aspecto que se supone resalta un manual cualquiera que sea su materia, lo que hace adicionalmente es señalar con qué hacerlo, cómo poder criticarlo y por tanto pulirlo, y las cualidades que tendrá que cubrir para cautivar a sus posibles lectores modernos.

Después apareció una nave puede convertirse en referencia importante para todos aquellos que estén interesados en escribir cuentos y/o promover y motivar la escritura literaria. Samperio se aventura por convicción a creer que pese a los acontecimientos desastrosos que nos rodean, es la creación, el hilo más sublime, profundo, resistente e imperecedero que puede unir al hombre con otros hombres •


C U E N T O

OTRO FINAL DEL JUEGO

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

José Gabriel Ceballos,
Dueños del mañana y otras historias,
Ficticia,
México, 2002.

Julio Cortázar entendía que, al final de su corta vida, un cuento se juega –como mero número de palabras, ya que no en la generosa dimensión de sugerencias que debe suscitar–, la suerte de su sino en el ánimo del lector, toda vez que si la historia está bien rematada (dándole un giro inusitado o una implicación previsible pero no predecible), se habrá culminado redondamente la faena. No es, ni con mucho, una regla de escritura: es el último desplante de destreza del que un autor sabrá o no echar mano en tanto que el truco favorezca a las bondades que ya de suyo el cuento poseía. Su paisano José Gabriel Ceballos (Corrientes, 1955), que ha aprendido a dosificar este alarde, lo fecunda a cada tanto en las historias que conforman Dueños del mañana.

Se trata de diez cuentos de una serenidad casi pasmosa, de una socarrona lentitud que consigue desmoronarse al final, cuando viene al caso, en una sonrisa, cuando no en una carcajada descarada. En el que da título al libro, por ejemplo, una niña andrógina (si se vale la alevosía) amenaza al Santo Padre que empieza a mostrarse dócil a sus encantos, por muy Papa que sea, con una entereza descomunal; en "Corazonada en torno a un rompecorazones" se descubre que las conjeturas de un policía acerca del autor de un homicidio son tan equivocadas como apasionantes. En fin, que Ceballos sabe cuándo abrir y cerrar el grifo de la ficción y, sobre todo, logra hacerlo sin despilfarros ni artificiosos escrúpulos.

Ilustración de Marcelo PifarreSin embargo, de no tratarse de una antología de sus textos, como ocurre en una obra anterior (Made in Buenavista) –el editor nada dice al respecto–, habría que reclamarle al libro una cierta, deliberada profusión, pues da la impresión de que la diversidad de asuntos que Ceballos aborda tiene visos de emblemática. Repasar las anécdotas en que reposan las historias implica configurar una lista de patrimonios vigentes algo más que sospechosa: la facundia con que internet modela la vida actual, las tentadoras apetencias de la clonación (con su carga de emanaciones culpígenas), el fastuoso (y anoréxico) mundo del modelaje, las virtudes inesperadas de un talkshow, la báquica profusión de patologías que fermentan en la violencia urbana. Y así, casi sin que algo se le escape en el recuento, el libro puede leerse como una recopilación de temas de moda, de perplejidades al uso (eso sí, el catálogo dialoga de buena manera con el tono elegido –casi siempre entre irónico y edificante, pausado en sobresaltos de entusiasmo tornadizo) que alienta alguna desazón en el lector: pareceríamos estar frente a una obra por encargo para el fin del milenio.

No le corresponde al comentador de textos, ni siquiera al lector contingente, evaluar las anécdotas de un libro –siempre y cuando estén bien contadas. No obstante, la diversidad casi previsible de una colección de cuentos (ahora tiene que aparecer un homosexual desenfundado; aquí viene la nudista frenética; es el turno del desempleado por las injustas leyes del capital) sí se vuelve perniciosa en tanto incide como fenómeno de lecturaconjunta.

Por lo demás, es a Ceballos a quien le toca moderar la inverosimilitud de algunos de estos personajes emblemáticos, como la de la suculenta zorra que en "Incontenible fashion", a sus dieciséis recién cumplidos, muestra una madurez hipercrítica del mundo en el que se desenvuelve. Y esto porque se trata, en su caso, de un escritor que enaltece un género, el cuento, que empieza a tomar en nuestra lengua la fuerza de otros años •


SOCIOLOGÍA
INVITACIÓN AL OTRO

NORMA GARZA SALDÍVAR

Esther Cohen, Ana María Martínez
de la Escalera (coordinadoras),
Lecciones de extranjería.
Una mirada a la diferencia,
Siglo XXI/ Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM,
México, 2002.

¿Cómo es el ciudadano de la modernidad?, ¿se ha convertido la civilización en amenaza contra lo humano?, ¿es posible difuminar las fronteras entre lo teórico y lo poético, entre la filosofía y la literatura, entre la imagen y la palabra?, ¿por qué es necesario resistir al torbellino del progreso?, ¿somos capaces de desafiar los límites, de movernos más allá de los márgenes establecidos, de cuestionar la "normalidad del mundo"? ¿Comenzaremos el siglo xxi con el deseo de mirar de frente lo que nos hemos rehusado a ver o seguiremos mirando con la inercia que impone el dominio del otro? Estas son algunas preguntas que este libro colectivo sugiere, quizá no para responderlas sino, mejor, para sumergirnos en estos ensayos que tocan el borde, el límite, la frontera entre lo mismo y lo diferente, para que, desde distintas miradas, se pueda problematizar nuevamente la realidad. Ejercer formas de crítica que cuestionen la lengua y la cultura dominantes, que busquen otros contenidos a lo familiar y lo extranjero, a la civilización y la barbarie, sería acaso la común diferencia de estos autores (Reyes Mate, Juan Antonio Mayorga, Silvestra Marinello, Irving Wohlfarth, Ana María Martínez de la Escalera, Silvana Rabinovich, Benjamín Mayer, Esther Cohen, Raymundo Mier, Carlos Lenkersdorf, Tatiana Bubnova, Norma Garza, Erika Lindig y Ernesto Priego). Por ello, no se olvidan de la necesidad de una perspectiva ética y política que les permite cuestionar esa falta de pasión, de compromiso y responsabilidad con la lengua del otro, con otras maneras de ver el mundo. Se trata finalmente de cuestionarnos sobre la destrucción que ha provocado la "ignorancia radical del otro", y que nos hace padecer de esta especie de sordera y de ceguera que debería "ser curada desde la voz plural de la ética". Este libro propone el ejercicio de la memoria de lo excluido y olvidado, para ejercer la escritura como lugar de resistencia y de testimonio crítico, y nos permite acercarnos con la literatura, la filosofía y el cine, a lo "mejor de lo humano". Si bien los autores de este libro se aventuran en recorrer la otra parte: la extranjera, la excluida, la marginada y desconocida, recogen, del mismo modo, voces que se alzan para dar lugar a lo Otro "el excluido del proceso civilizatorio, pero también el que desde ahí puede ejercer la barbarie": Benjamin, Nietzsche, Rosenzweig, Kafka, Conrad, Roth, Atwood, Saramago, Humboldt y el rostro múltiple del indio. Voces que se adentran en el pensamiento por la escritura o por el cuerpo, por el padecimiento de la injusticia o por vislumbrar la fuerza del verdadero profeta: aquella que tiene la intensidad para mirar el presente. Los "hombres del extranjero", como Kafka, Benjamin, Freud (como los llamó Gershom Scholem), minorías excluidas, voces "apartadas de sus orígenes", exiliados de sí mismos, parias de la cultura dominante, nos recuerdan que la civilización puede convertirse también en amenaza contra lo humano. Si a alguien interpela Lecciones de extranjería no es al ojo y al oído más o menos pasivos del espectador que "sigue en el cine el desarrollo de una historia", sino a la mirada y a la escucha del que busca lo que no se acaba de narrar, lo que se mueve en las tramas de la memoria y del deseo. Confiemos, pues, quizá con los ojos y los oídos abiertos del lector, en que Lecciones de extranjería sea una manera de resistir al horror que pretende inscribir de nueva cuenta su nombre, a la violencia invisible del día con día, a la superficialidad e indiferencia, a la falta de pasión y curiosidad, a la negación de lo diferente; y encontremos la posibilidad de darle otras formas a la esperanza; quizá aquella que "consiste en que todo puede repetirse, pero a la vez, también rehacerse". El eterno retorno que nos llevaría a hacer de nuestro presente aquello que nos gustaría volver a vivir en un futuro, y que "ofrece la mínima esperanza de una renovación del mundo"; pero en ese retorno, la pregunta fundamental sería si el otro, el excluido, el marginado, el diferente, estará también invitado a ese regreso •