NAIEFYEHYA
OPERACIÓN
CAMBIO DE RÉGIMEN: EL ABISMO
ARMAS
INTELIGENTES,
ESTRATEGAS TONTOS
Por si alguien lo dudaba, el fiasco
ha quedado revelado. Bush mintió, Blair mintió, la coalición
de los voluntariosos fue chantajeada o sobornada para "participar" en una
aventura militar tan injustificada como voraz. La invasión a Irak
2003, más que liberación fue un espectáculo y un encore
de horrores vividos en esa misma nación el pasado cercano. La historia
de Irak, desde su invención por la pluma inquieta y juguetona de
Sir Percy Cox, quien trazó en un mapa las fronteras de Jordania,
Irak, Arabia Saudita y Kuwait en 1921, ha sido una sucesión de atropellos,
imposiciones, infamias y tiranos que dejan el poder bajo el fuego. Los
saqueos y destrucción de comercios, ministerios y lo poco que quedaba
en pie de la infraestructura de ese país fueron celebrados por el
secretario de la defensa, Donald Rumsfeld (cuya boca es una prodigiosa
caja de Pandora) como: "Esto es desordenado. La libertad es desordenada
y la gente libre tiene la libertad de cometer crímenes y errores
y hacer cosas malas." Un mínimo de decencia o de conciencia histórica
le hubieran dado la oportunidad al secretario de saber que cada golpe de
Estado y revuelta sangrienta en Irak (y hubo alrededor de treinta desde
la segunda guerra mundial) culminó con saqueos, linchamientos y
caos. Estos disturbios y catástrofes no son manifestaciones de libertad,
sino de la lenta tortura de un pueblo entero condenado por tener inmensos
yacimientos petroleros capaces de despertar la ambición de las potencias.
"Lo que no destruyeron las bombas inteligentes se lo acabaron los saqueadores
tontos", escribió Thomas Friedman en el
New York Times. ¿Quién
es más tonto, un pueblo desesperado tras décadas de tiranía,
doce años de las más depravadas sanciones que conoce la historia
moderna, una campaña de bombardeo en la que se rompieron todos los
récords del número de misiles lanzados en una ciudad (misiles
que, como toda tecnología, nunca son infalibles y sólo los
imbéciles pueden considerar "inteligentes") o quienes planearon
una invasión y olvidaron considerar el factor del vacío de
poder que quedaría al "remover" al dictador?
THE
KIDS
ARE ALRIGHT
La línea oficial del gobierno de
Bush dice que en realidad la situación en Irak, donde en pleno verano
sigue no habiendo luz, no está tan mal. Que los ataques que han
cobrado la vida de un soldado estadunidense por día (para sumar
alrededor de cincuenta) desde que Bush declaró el final de las operaciones
de guerra, son estrategias desesperadas de los restos del poder de Hussein.
Aunque la voz disidente ha sido Paul Wolfowitz, el subsecretario de la
defensa que contradijo a sus superiores cuando confesó que en realidad
eran ataques guerrilleros. Paradójicamente, el propio Wolfowitz
es también el principal estratega de la guerra permanente que según
él debería extenderse cuanto antes a Siria y a Irán
(o como dicen los fanáticos belicistas, Irak del Este e Irak del
Oeste). Los ataques contra los soldados estadunidenses recuerdan las acciones
de los grupos libaneses que luchaban contra las tropas de Israel, Estados
Unidos y Francia que ocuparon ese país en los años ochenta.
No debemos olvidar que fue en aquel conflicto en que aparecieron por primera
vez los atentados suicidas, los cuales eran desconocidos en la región.
SAQUEAR
LA HISTORIA
Antes de comenzar la guerra, la Oficina
de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria (Office of Reconstruction
and Humanitarian Assistance, orha) envió al Pentágono una
lista de dieciséis sitios cruciales que debían ser protegidos
por las tropas de la "coalición" : el segundo lugar lo ocupaba el
Museo de Bagdad, el último era el ministerio del petróleo.
Las tropas dejaron a la turba saquear, matar, incendiar y destruir a gusto.
No era su misión proteger al pueblo que acaban de bombardear. Hoy
es bien sabido que no sólo el museo fue saqueado, sino que también
las bóvedas donde se escondieron los más grandes tesoros
de ése y otros museos también fueron violadas en circunstancias
extremadamente sospechosas. Inicialmente se dijo que habían sido
robados 170 mil objetos; más tarde los medios repitieron a coro
que en realidad sólo faltaban treinta y tres. Ambas noticias son
falsas y parecen diseñadas para confundir, ridiculizar y desviar
la atención. 170 mil era el número de piezas del museo registradas
en un catálogo de los años setenta. Treinta y tres son las
piezas extremadamente valiosas que inmediatamente se supo que habían
sido robadas. Hoy no se sabe cuántas piezas se han perdido, ya que
no se ha podido acceder a todas la bóvedas y no se han hecho inventarios.
Se especula que faltan más de seis mil piezas del museo, pero eso
no es nada comparado con lo que diariamente es robado impunemente de las
zonas arqueológicas.
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