Jornada Semanal, domingo 29 de junio del 2003        núm. 434

NAIEFYEHYA

OPERACIÓN CAMBIO DE RÉGIMEN: EL ABISMO

ARMAS INTELIGENTES,
ESTRATEGAS TONTOS

Por si alguien lo dudaba, el fiasco ha quedado revelado. Bush mintió, Blair mintió, la coalición de los voluntariosos fue chantajeada o sobornada para "participar" en una aventura militar tan injustificada como voraz. La invasión a Irak 2003, más que liberación fue un espectáculo y un encore de horrores vividos en esa misma nación el pasado cercano. La historia de Irak, desde su invención por la pluma inquieta y juguetona de Sir Percy Cox, quien trazó en un mapa las fronteras de Jordania, Irak, Arabia Saudita y Kuwait en 1921, ha sido una sucesión de atropellos, imposiciones, infamias y tiranos que dejan el poder bajo el fuego. Los saqueos y destrucción de comercios, ministerios y lo poco que quedaba en pie de la infraestructura de ese país fueron celebrados por el secretario de la defensa, Donald Rumsfeld (cuya boca es una prodigiosa caja de Pandora) como: "Esto es desordenado. La libertad es desordenada y la gente libre tiene la libertad de cometer crímenes y errores y hacer cosas malas." Un mínimo de decencia o de conciencia histórica le hubieran dado la oportunidad al secretario de saber que cada golpe de Estado y revuelta sangrienta en Irak (y hubo alrededor de treinta desde la segunda guerra mundial) culminó con saqueos, linchamientos y caos. Estos disturbios y catástrofes no son manifestaciones de libertad, sino de la lenta tortura de un pueblo entero condenado por tener inmensos yacimientos petroleros capaces de despertar la ambición de las potencias. "Lo que no destruyeron las bombas inteligentes se lo acabaron los saqueadores tontos", escribió Thomas Friedman en el New York Times. ¿Quién es más tonto, un pueblo desesperado tras décadas de tiranía, doce años de las más depravadas sanciones que conoce la historia moderna, una campaña de bombardeo en la que se rompieron todos los récords del número de misiles lanzados en una ciudad (misiles que, como toda tecnología, nunca son infalibles y sólo los imbéciles pueden considerar "inteligentes") o quienes planearon una invasión y olvidaron considerar el factor del vacío de poder que quedaría al "remover" al dictador?

THE KIDS ARE ALRIGHT

La línea oficial del gobierno de Bush dice que en realidad la situación en Irak, donde en pleno verano sigue no habiendo luz, no está tan mal. Que los ataques que han cobrado la vida de un soldado estadunidense por día (para sumar alrededor de cincuenta) desde que Bush declaró el final de las operaciones de guerra, son estrategias desesperadas de los restos del poder de Hussein. Aunque la voz disidente ha sido Paul Wolfowitz, el subsecretario de la defensa que contradijo a sus superiores cuando confesó que en realidad eran ataques guerrilleros. Paradójicamente, el propio Wolfowitz es también el principal estratega de la guerra permanente que según él debería extenderse cuanto antes a Siria y a Irán (o como dicen los fanáticos belicistas, Irak del Este e Irak del Oeste). Los ataques contra los soldados estadunidenses recuerdan las acciones de los grupos libaneses que luchaban contra las tropas de Israel, Estados Unidos y Francia que ocuparon ese país en los años ochenta. No debemos olvidar que fue en aquel conflicto en que aparecieron por primera vez los atentados suicidas, los cuales eran desconocidos en la región.

SAQUEAR LA HISTORIA

Antes de comenzar la guerra, la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria (Office of Reconstruction and Humanitarian Assistance, orha) envió al Pentágono una lista de dieciséis sitios cruciales que debían ser protegidos por las tropas de la "coalición" : el segundo lugar lo ocupaba el Museo de Bagdad, el último era el ministerio del petróleo. Las tropas dejaron a la turba saquear, matar, incendiar y destruir a gusto. No era su misión proteger al pueblo que acaban de bombardear. Hoy es bien sabido que no sólo el museo fue saqueado, sino que también las bóvedas donde se escondieron los más grandes tesoros de ése y otros museos también fueron violadas en circunstancias extremadamente sospechosas. Inicialmente se dijo que habían sido robados 170 mil objetos; más tarde los medios repitieron a coro que en realidad sólo faltaban treinta y tres. Ambas noticias son falsas y parecen diseñadas para confundir, ridiculizar y desviar la atención. 170 mil era el número de piezas del museo registradas en un catálogo de los años setenta. Treinta y tres son las piezas extremadamente valiosas que inmediatamente se supo que habían sido robadas. Hoy no se sabe cuántas piezas se han perdido, ya que no se ha podido acceder a todas la bóvedas y no se han hecho inventarios. Se especula que faltan más de seis mil piezas del museo, pero eso no es nada comparado con lo que diariamente es robado impunemente de las zonas arqueológicas.