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México D.F. Jueves 29 de mayo de 2003

Buscan que renuncie a la lucha del municipio oaxaqueño para anexarse a Tlaxiaco

Lideresa de San Isidro afirma que fue torturada por autoridades de Nundaco

Exige que se castigue a los responsables y se resuelva la separación territorial

ROSA ROJAS

Zoila Reyes Hernández, secretaria municipal de San Isidro Vistahermosa, Oaxaca -quien fuera secuestrada el 13 de mayo por autoridades municipales de Santa Cruz Nundaco, junto con otros cinco miembros de su familia-, dio testimonio de cómo fue torturada con el propósito de que abandone la lucha de San Isidro por segregarse de Nundaco y anexarse a Tlaxiaco, y denunció que unas 30 de las personas que la plagiaron fueron arrestadas y casi inmediatamente liberadas por agentes de la policía ministerial y la preventiva de Tlaxiaco, el pasado día 15, luego de que la entregaran -atada de pies y manos- en la oficina del Ministerio Público de esa ciudad.

Por su parte, Antelmo Martiniano León explicó que policías ministeriales y preventivos tuvieron que enfrentarse a balazos, la noche del 15 de mayo -momentos después de que Zoila y sus familiares fueron entregados en el Ministerio Público de Tlaxiaco-, con las autoridades de Nundaco, el dirigente del Frente Nacional Indígena, Arturo Pimentel, y algunos de sus seguidores, para liberarlo a él y a otros siete ciudadanos de San Isidro a los que habían bajado a golpes de sus vehículos a la salida de Tlaxiaco y ya los llevaban secuestrados a Nundaco.

En el marco de las Jornadas latinoamericanas Movimiento indígena, resistencia y proyecto alternativo, al que asiste junto con otras personas que participaron en febrero en una marcha de Tlaxiaco a la ciudad de Oaxaca para exigir justicia en los conflictos de San Isidro, Yosotatu y Yosonotú, Reyes Hernández informó que el 13 de mayo ella y su hermano Leónides Reyes, agente suplente, fueron agredidos en San Isidro Vistahermosa por el síndico municipal de Nundaco, Benito Pérez Hernández, quien ordenó a varias personas que iban con él que se la llevaran.

"Al ver que me estaban jalando se metió mi hermano Adán y otras personas golpearon a Adán y a Leónides, que estaba filmando con una video, a mi esposo, a mi papá y mi mamá, y nos trasladaron a la cárcel de Nundaco. A las 12 de la noche me fueron a sacar junto con unas mil personas, llevaban mecates gruesos y delgados. Me amarraron las manos y así me llevaron a la cancha municipal, entre insultos y gritos de cójanla, viólenla, para que ya no ande diciendo que los terrenos comunales son pequeña propiedad."

Le exigían que reconociera al presidente municipal de Nundaco y que aceptara como agente municipal a Felipe Sánchez Victoria (el pueblo en San Isidro había designado a otra persona y desconocido a Sánchez Victoria) y le dijeron que si no cedía y firmaba una minuta en ese sentido iba a tener que cavar su tumba. Después la llevaron al cementerio municipal, entre insultos, jalones de cabello, escupitajos. "Como vieron que no cedí, me llevaron a la iglesia, me hicieron entrar de rodillas desde el atrio hasta el altar. Me dijeron que si no cedía mi mamá y mi papá iban a sufrir peor de lo que yo había sufrido. Entonces acepté.

"Me hicieron jurar ante Dios que ya no iba a meter las narices para defender a mi pueblo, me hicieron pedirle perdón de rodillas al presidente municipal de Nundaco, Alvaro Pérez Ramírez, y a Felipe Sánchez Victoria; iban muchos, siempre encabezados por Arturo Pimentel. Luego de la iglesia me fueron a botar a una casa en Nundaco, me puse mal y me llevaron a la clínica del IMSS, luego con un doctor particular... Después nos volvieron a sacar a todos, nos tuvieron en la lluvia amarrados de pies y manos haciendo discursos y decían que si hablábamos a noticias y a radio nos iban a matar.

"Amarrados nos subieron a los carros, como animales; en Tlaxiaco nos exhibieron por las calles principales gritando difamaciones como 'Zoila, la ratera que le chupa la sangre a su pueblo". Ellos eran como 500, nos llevaron al Ministerio Público gritando que querían justicia. Nos recibieron hasta como a las 10 de la noche, hasta que llegó un operativo de policía de Oaxaca y acorralaron a los de Nundaco; nos recibieron y luego luego nos pusieron en libertad."

En ese punto del relato, Antelmo Martiniano dijo que cuando la gente de Nundaco iba de salida, se toparon con él y otras siete personas de San Isidro que iban a ver qué pasaba con sus conciudadanos en Tlaxiaco, "ellos se bajaron de sus vehículos, nos rodearon, rompieron las ventanas del vehículo de Aureliano Reyes y sus dos hijos, los bajaron a golpes, nos subieron a los vehículos de ellos", algunos amarrados, cuando llegó la policía ministerial y empezó la balacera.

Martiniano recibió un rozón de bala en el cuello. Eran como las 10.30 de la noche cuando la policía los rescató. Detuvieron a unas 32 personas de Nundaco, pero el agente del Ministerio Público luego los soltó, al parecer recibió una orden "de arriba".

Martiniano y Zoila demandaron que se castigue a los agresores, secuestradores y que se resuelva finalmente la separación de San Isidro del municipio de Nundaco y su anexión a Tlaxiaco.

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