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México D.F. Sábado 24 de mayo de 2003

Para el cineasta español, los grandes sabios son los que saben hacer reir

Alex de la Iglesia: la diversión, el único camino a la reflexión

Todo me da miedo y mi único escape es el cine, dice el director Lamenta que sus dos recientes cintas, La comunidad y 800 balas, no hayan sido exhibidas en México

JUAN JOSE OLIVARES

Ni La comunidad, ni 800 balas, dos de las recientes cintas del director vasco Alex de la Iglesia, encontraron nicho en México, ya que ninguna distribuidora, desde el pasado mercado iberoamericano, se interesó en estos proyectos de nivel internacional. Si acaso La comunidad, producción que en 2000 fue postulada a 15 premios Goya y que dio el galardón en el Festival de San Sebastián a Carmen Maura, su protagonista, como mejor actriz, es exhibida en nuestro país por televisión de paga.

Desde la pasada muestra de Guadalajara, De la Iglesia "vagó por los pasillos de su hotel semidesnudo en busca de distribución, pero no la encontró", y lo que hizo fue, "darse a la bebida por las noches. Es una pena", dice el realizador, que tiene en su filmografía títulos como Mirindas asesinas (cortometraje), Acción mutante, El día de la bestia, Perdita Durango y Muertos de risa.

Y sí que la es, porque ambas cintas continúan con ese humor negro tan bien manejado por el bilbaíno. La comunidad es una cinta de "terror vecinal que combina el suspenso claustrofóbico con la acción doméstica. Contiene altas dosis de tragedia humana y mucho humor retorcido". Narra la aventura de una curiosa mujer que vende departamentos. Luego de encontrar en uno de los pisos 300 millones de pesetas, se enfrenta a la ira de los miembros de una comunidad vecinal, quienes intentan despojarla del dinero a toda costa.

En tanto, 800 balas (2002), que inauguró en el teatro Degollado la muestra de Guadalajara, es una sátira de las llamadas enchiladas western gabachas. Su historia es sobre Texas Hollywood, un abandonado pueblo donde se rodaban en España algunas producciones estadunidenses sobre el oeste. En el poblado viven un veterano del cine, un pistolero fracasado, un doble de cine y algunos gitanos disfrazados de indios; todos se ganan la vida recreando escenas de acción para los pocos turistas que van a la zona. La historia cambia cuando aparece un niño quien dice ser nieto del veterano, pero la madre y abuela de éste intentan recuperarlo y enfrentan agresivamente a esos fantasmas que deambulan por la vieja locación. En ambas, el humor es esencial.

Culto a la risa

"La comedia es el lenguaje de los dioses, el drama me resulta atractivo, igual el terror, incluso me gustan las cintas que no tienen género, pero no hay nada mejor que la comedia. Si alguien se dice realmente bueno, algún día debe filmar una comedia; es a lo que tengo más respeto en mi vida. Para mí los grandes sabios son la gente que sabe hacer reír. Yo establecería una secta religiosa que guarde el culto a la risa", comentó Alex de la Iglesia en una charla informal.

Acepta que sus filmes son la ironía de la autocrítica. "Recuerdo a un amigo que hablaba de los humoristas estadunidenses y decía que había dos tipos de humor: los que se ríen de sí mismos y los que lo hacen de los demás. A mí me resulta más cómodo, quizá por cobardía, hacerlo de mí mismo. Me resulta más amable y me da pie a hacerlo de los demás. Esta es un profesión en la que rápido puedes perder el norte. Debes saber tus límites y luego intentar contar las cosas con la mayor de las tranquilidades y sinceridad".

-No considera penoso que la comedia se maneje mal en el cine.

-Es una desgracia, pero por otro lado es una ventaja, porque si fuera reconocida se le daría un peso y un rigor que la harían decaer. Desde el momento en que los idiotas se dieran cuenta de que la comedia es algo importante, la estropearían. Es perfecto que esté en un lugar absurdo, en el cual es valorada por un individuo de la calle o por un intelectual. Es el gran lenguaje, es la clave de la vida.

-¿Cómo mantener ese nivel de humor oscuro, agresivo, pero que lo hace a uno morirse de la risa?

-Para algunos lo consigo, para otros no. Es relativo. Lo que quiero es divertirme, porque estoy convencido de que si lo hago, lo harán los demás. Si consigo contar una historia y la hago atractiva para mí, es suficiente (y no hablo de la diversión frívola, sino la diversión como una especie de rigor); lo que tengo que hacer es un producto que funcione y que tenga esa matemática perfecta en la que las cosas se compensan las unas con las otras. Sólo entiendo la diversión como la unica vía a la reflexión. Soy nihilista radical, no creo en nada ni en nadie, y pienso que la única manera de encontrarse con ese pánico que supone la vida, es reírse, aunque un día reciba una bofetada que me quiten las ganas.

-El pánico es un elemento habitual de sus filmes.

-Es un estado humano de desviación. Yo tengo miedo a todo, a mi profesión, a mi vida, a la amistad, a perderla... todo me da miedo. Una manera de enfrentarme a éste es la huida del cine y, sobre todo, la comedia, intentar reírme. La risa tiene siempre un punto histérico. A mí me apetece reírme en un funeral, por ejemplo. En esos momentos ultradramáticos en los que te dicen: ''tu madre ha muerto'', algo surge y dices por qué me quiero reír.

La violencia, elemento energético de la ficción

Quizá las distribuidoras no promovieron las cintas de De la Iglesia por temor a su clasificación, por el contenido de algunas de sus escenas, a veces violentas. "Pero, ¿qué es violencia -dice el realizador-. A mí me da miedo que me la enseñen de manera brutal y vea cómo un hombre se desangra en la calle, pero es realidad y es jugar con esto (se refiere a las noticias diarias). Cuando en tu cabeza funciona al mismo nivel una cinta de Chuck Norris que el reciente noticiario que hayas visto, eso es lo peligroso y tendencioso. Sin embargo, en el mundo de la ficción, la violencia funciona como un elemento energético, como un motor que hace que las cosas funcionen; esa es una idea de Shakespeare, entonces Titus Andrónicus tendría problemas de exhibición".

Alex de la Iglesia dibujaba historietas desde los 10 años; se recibió como licenciado en filosofía. Trabajó como director artístico en programas de televisión, así como en la cinta Todo por la pasta, de Enrique Urbizu.

-¿Cuáles son sus fuentes? ¿Es de esos bohemios que igual toman un trago con un guarro que con un intelectual?

-Creo que el truco de esta profesión, y de esta vida en general, es que todo te resulte atractivo, interesante. Recuerdo la frase de un artista que me entristeció, la cual decía: ''Nada me emociona''. Para mí la emoción resulta esencial. Te lo digo porque he tenido conversaciones con yonquis hasta con ingenieros, porque todo el mundo me resulta atractivo.

México me vuelve loco

Habla del cine iberoamericano: ''El cine en habla española no tiene repercusión desgraciadamente para nosotros, porque creo que es muy bueno, pero el problema es que no tenemos esa repercusión que tiene la gran industria de Hollywood. Cuando haces una cinta te desnudas, dices quién eres, qué es lo que te gusta, hasta dónde llegas para plantear un problema, tu nivel anímico, si eres un pesado o un idiota".

No obstante, México es especial, "me vuelve loco, siempre que voy me dan ganas de quedarme, porque la vida se vive intensamente; por desgracia, ahora España se ha creído Europa. Recuerdo que hubo momentos en el que nos parecíamos mucho a ustedes y eso se ha perdido. Europa se ha globalizado, pero a la baja, encuentras las mismas putas tiendas en todos los países. Leen los mismo putos libros, ven las mismas putas películas. Es el Big Brother, el acabose. Tengo que reconocer que las mejores películas que he visto, y no es chovinismo, son Amores perros (México), Nueve reinas y El hijo de la novia (Argentina)".

-¿Qué podemos hacer para contrarrestar la intelectualización del cine en Europa y la "basura perfecta'' de Hollywood?

-Salir a las calles a golpearnos, o asumirlo e intentar llevarlo de la mejor manera posible. Creo que la diferencia es que los estadunidenses saben entretener; hay cosas que tenemos que aprovechar de su industria como el lenguaje cinematográfico que manejan; saben conectar con la gente, lo único que tienen que cambiar es el texto.

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