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México D.F. Sábado 24 de mayo de 2003

Duelo por las pérdidas en comunidades de Guanajuato, el Edomex, Puebla y SLP

Llegan migrantes muertos a los lugares de donde salieron en busca del sueño americano

La madrugada de este viernes llegaron a sus lugares de origen los cuerpos de 11 migrantes mexicanos que fallecieron el 14 de mayo en un tráiler, en Victoria, Texas. La Jornada acudió a exequias efectuadas en los municipios de Juventino Rosas, Guanajuato; Tlalnepantla, estado de México; Tulcingo del Valle, Puebla, y Cárdenas, San Luis Potosí.

En la comunidad de Pozos, en el municipio de Santa Cruz de Juventino Rosas, Guanajuato, se lloró por los tres habitantes que salieron el 5 de mayo rumbo a Houston. Antes, cada uno había pagado mil 800 dólares a un coyote de Salvatierra.

''¡Papito, levántate y vamos a jugar!", gritaba María Guadalupe Ramírez Almanza, de 9 años, ante el féretro gris donde yacía Héctor Ramírez Robles, quien murió en el intento por encontrar trabajo para llevar a su casa ese dinero ''que cómo hará falta ahora que no está".

El número 1 de la privada Francisco Villa de pronto se llenó de gente para recibir los cuerpos de Héctor y de sus vecinos Serafín y Roberto Rivera Gámez. Cerca de ahí, en el número 210 de la calle Pino, otro grupo se arremolinaba en la vecindad de los Rivera Gámez.

Hasta la 1:22 del viernes se escucharon las sirenas de una patrulla de la Policía Municipal. El vehículo escoltaba la carroza que transportó los cadáveres hasta este poblado de 2 mil 500 habitantes, ubicado a 80 kilómetros de la capital de Guanajuato.

''¡Primero viene mi hermano Serafín!" gritó Julián, y varios hombres formaron un cortejo desde la calle hasta el patio de la vivienda. Debajo de un mezquite, varias mujeres rompieron en llanto. ''¡Tú no eres Serafín, tú no eres Serafín! ¡No lo quiero ver!", gritaba Carmela Rico Sánchez, que apretaba en su regazo a su pequeña Kimberly, de tres años, quien con su mano y entre lágrimas trataba de calmar a su madre.

Cuando los hombres cargaron el féretro de Roberto Rivera Gámez, su madre Adelina rompió en llanto al ver a sus vástagos en el patio de la casa, dentro de los ataúdes. ''Ya los vio, mamacita, ándele, ya vámonos", le pedía una de sus hijas que la conducía hasta un pequeño solar.

Afuera, unos 800 vecinos permanecían a la expectativa. ''¡Quiero a mi papá! ¡Que salga de ahí mi papá!", gritaba Alejandro, de 7 años, que entre sollozos le decía a su madre: "yo me voy al norte a buscar a mi papá". Cecilia se desvaneció cuando vio a su marido Roberto flanqueado por cuatro cirios. "¡Llévensela, se va a poner mala por su embarazo!", decían las mujeres sabedoras de sus tres meses de gestación.

Tanto el delegado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Benjamín Ruiz y Avila, como el alcalde Antonio Valadez, así como la directora de la oficina de Atención a Comunidades Guanajuatenses en el Extranjero, Susana Guerra, dieron sus pésames. Había que partir a la otra vivienda.

Se dirigieron a la casa de Héctor. Ya lo esperaban sus familiares. Tan pronto llegó, su madre Beatriz Robles pidió que se abriera el féretro para darle ''la última bendición''. La petición se cumplió y la familia rompió en llanto. Su hija María Guadalupe, y con ella Rosario y Silvia, pedía estar con su padre. Héctor Isaac, de 10 meses, El Vaquerito, como le decía su papá, era cargado en brazos por su madre Laura Almanza.

Por la mañana se celebraron en Pozos tres misas, una por cada uno de los muertos. Por la tarde una más de cuerpo presente en la iglesia de Nuestra Señora del Pueblito, ahí mismo, en la comunidad.

En su homilía, el párroco José Antonio Gámez Martínez exigió a las autoridades tomar cartas en el asunto para apoyar a los siete huerfanos y tres viudas que dejó la catástrofe en victoria, ''pero también que se apuren para que no haya más muertos ni en Pozos, ni en Juventino Rosas, ni en México".

Corona de la SRE en funeral de mexiquense

Acompañado por no más de 20 personas, entre familiares, amigos, esposa e hija, el cuerpo de José Antonio Villaseñor León fue sepultado a las cuatro de la tarde de este viernes en el panteón Jardines del Recuerdo, del municipio de Tlalnepantla.

Sobre la carroza que trasladó el cuerpo de Villaseñor León, quien vivía en la colonia Virgencita, del municipio de Nezahualcóyotl, fueron depositadas dos coronas de flores, una de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Salvador Villaseñor, familiar de José Antonio Villaseñor y del pequeño Marco Antonio Villaseñor Luna -quien también fue sepultado este día, pero en un cementerio del Distrito Federal- informó que además de la denuncia penal presentada contra los traficantes de indocumentados, sus familiares preparan una segunda contra el gobierno de Estados Unidos por omisión de auxilio, ya que existe información que acredita que alguno de los 100 migrantes atrapados en el tráiler pidió ayuda al sistema telefónico de auxilio 911 y no les fue proporcionada.

En Cárdenas, San Luis Potosí, desde temprano fueron velados los restos de Edgar Gabriel Hernández Zúñiga y Juan Carlos Castillo Loredo, jóvenes que fallecieron asfixiados en el tráiler de la muerte.

Alrededor de las 4:30 horas, los familiares de ambos jóvenes originarios de Cárdenas recibieron los cuerpos y de inmediato procedieron a su velación. Este sábado recibirán sepultura en el panteón municipal.

Gabriel Hernández Aguirre, padre de Edgar Gabriel, señaló que la muerte de su hijo representa una gran pérdida pues sólo tenía dos. No obstante, dice que no piensa demandar a los polleros que trasladaron a su hijo y lo encerraron en el contenedor, pues no le consta que esas personas hayan sido quienes indirectamente causaron la muerte su familiar.

Refirió que su hijo decidió abandonar el hogar porque tenía aspiraciones de ahorrar dinero para casarse; al menos así se lo hizo saber la última vez que lo vio vivo.

Cerca de allí, en Montes de Oca número 12, eran velados los restos de Juan Carlos Castillo Loredo. "Ahorita no queremos dar ninguna declaración, otro día, ahora no", dijeron sus deudos e impidieron el paso a la vivienda.

Dolor en Puebla

En el panteón de Guadalupe Tulcingo del Valle, Puebla, a un costado de la iglesia principal de la inspectoría, fue sepultado el cuerpo de Elicendo Cabañas González.

Familiares cercanos y Araceli Cortés, esposa de Elicendo, se negaron a comentar. "Discúlpenme que no los pueda atender, ya es mucha publicidad, y el sepelio lo queremos hacer en privado, con los amigos y familiares más cercanos", justificó uno de los hermanos.

El cuerpo del poblano arribó a su comunidad alrededor de las 23 horas del jueves. Horas antes fue trasladado a México por la Fuerza Aérea Mexicana, y recibido en la sede de la SRE en el Distrito Federal por el gobernador de Puebla, Melquiades Morales Flores.

Familiares y amigos velaron al difunto toda la noche en la sala de su casa. Por la tarde se realizó el entierro. Cerca del mediodía, los parientes ofrecieron una comida a las visitas que llegaron a externar sus condolencias y aquellos que ayudaron a construir el sepulcro. MARTIN DIEGO Y SILVIA CHAVEZ, CORRESPONSALES; LA JORNADA SAN LUIS Y LA JORNADA DE ORIENTE

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