México D.F. Viernes 23 de mayo de 2003
Néstor Bravo Pérez
Sesenta años de La Esmeralda
Deberíamos saber, como miembros de la comunidad artística y como personas preocupadas por la enseñanza, cuáles son las estrategias que se están llevando a cabo para ejercer una mejor forma de aprender las artes y cómo se observa el impacto que tendrá en la sociedad esta enseñanza.
Si existe algo que es indispensable desarrollar en este país, es la educación. Se habla mucho de avances democráticos y sabemos poco de la manera en cómo se está proponiendo la educación de los mexicanos y, por supuesto, de las mexicanas.
La forma de enseñar en La Esmeralda tiene que ver con aspectos, que desde mi perspectiva, no abarcan la amplitud de posibilidades que conforman el ámbito profesional del mercado del arte en México y a escala internacional, es decir, en la ENPEG no se han constituido con claridad la diversidad de perfiles de egreso que podrían generarse en la enseñanza de las artes y se ha reducido la promoción de los alumnos a un espacio que contempla sólo la producción artística.
La noción de artista que se maneja en el perfil de egreso de La Esmeralda tiene que ver más con la búsqueda de instancias validatorias que con un proceso de aprendizaje promotor de la reflexión, involucrado con la investigación que le permita al alumno comprender la complejidad de situaciones a las que se enfrentará como un ciudadano crítico y creativo.
La exposición con la que se festejan 60 años de La Esmeralda, curada por Arturo Rodríguez Döring y Sylvia Navarrete, es una muestra de los criterios con los que se concibe la educación en esta institución.
Algunos de los exponentes fueron alumnos que tuvieron una permanencia mínima en la escuela. Las razones de su deserción obedecieron a una necesidad de encontrar instancias e instituciones propicias para su formación con soportes educativos que fueran más allá de la enseñanza de técnicas. Otros ex alumnos (egresados diría Rodríguez Döring) de La Esmeralda, que exponen en esta muestra de aniversario, se acercaron de plano a navegar por la libre enfrentándose a los hechos y en ese encuentro construyeron los recursos para su formación autodidacta como productores.
Me parece que la escuela se acerca de manera corporativa al festejo de sus 60 años. Todo relacionado con el festejo, se plantea en términos de validación mediante galerías e instituciones que distan mucho de establecer una relación estrecha con la institución educativa. Así sucede con la etapa que tiene que ver con la ruptura y la propuesta abstracta e informalista, algunos representantes de este momento de la historia del arte en México prefirieron educarse fuera de las escuelas debido a sus diferencias con la forma de enseñar en la ENAP y en la ENPEG; es el caso de Gabriel Macotela, quien se mantuvo distante de las dos principales instituciones educativas del país, aunque en algún momento transitó por ellas.
Lo mismo sucede con la parte que ilustra el trabajo desarrollado en La Esmeralda a partir de la ''Figuración" o lo que representa a la década de 1990; etapa de cambios y de crisis, signada por reformas al plan de estudios que aún no acaban de consolidarse, en donde se incluyen participantes que no egresaron de La Esmeralda, aunque no se puede negar que hayan sido ex alumnos.
Los festejos de La Esmeralda parecen ser establecidos por un simulacro, o el interés de las autoridades por la educación supone que con mostrar obras de autores instalados en la historia del arte o en el mainstream, es suficiente para explicar qué se pretende lograr con la educación en la escuela.
En esta exposición no se habla de los 60 años de La Esmeralda, se trata más bien de un recorrido por las corrientes artísticas, definidas por la historia del arte, con las que la escuela coincidió en su devenir hasta la actualidad. No se trata de hablar de la escuela en tanto institución abocada a la enseñanza de la que han egresado personajes involucrados con la difusión, la promoción, la curaduría y la dirección de instituciones educativas, tampoco se trata el tema de los modelos de enseñanza o de los principios pedagógicos que sigue la escuela; sólo se muestra un espectro de la producción plástica que se ha realizado durante los 60 años anteriores en México. Con esto el director de la escuela trata de demostrar que los 100 exponentes son lo más sobresaliente en la historia del arte en México. De esta afirmación se generan varias preguntas. ƑA partir de qué criterios se define lo sobresaliente? Nadie sabe qué investigación fundamentó este criterio, y algo mucho más conflictivo: Ƒexistió realmente alguna investigación curatorial? En la exposición no se explicita cuáles fueron los criterios para realizar la selección de los participantes en esta muestra.
En el programa de actividades de este festejo, no existen indicios que nos aclaren cuál ha sido la historia de la Escuela a nivel de enseñanza. La vida de la escuela, en términos pedagógicos, lo cual debería de ser uno de los temas de este festejo, está visualizada desde una perspectiva estética, cuando una de las principales necesidades actuales, en términos educativos, es precisamente salir de una línea o de una tendencia meramente disciplinaria (estética, técnica o cualquier otra) y promover un trabajo interdisciplinario que enriquezca la formación de los alumnos.
Se festejan 60 años de La Esmeralda y su impacto en la historia del arte nacional. Ahora deberíamos empezar a planear el festejo de los 60 años de La Esmeralda como centro de enseñanza. Creo que hace falta que nos preocupemos un poco más por la educación.
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