Dirigentes insisten en que sean retiradas órdenes
de aprehensión contra agricultores
Ya nadie tendrá pretexto para quebrantar la
ley, advierte el gobierno a campesinos
ANGELICA ENCISO Y JUAN MANUEL VENEGAS
Sentados al lado de secretarios de Estado y gobernadores,
los dirigentes de las organizaciones campesinas que firmaron ayer el Acuerdo
Nacional para el Campo se encontraron con la advertencia del presidente
Vicente Fox y del secretario de Gobernación, Santiago Creel de que
a partir de este momento para hacerse escuchar "nadie tendrá justificación
para quebrantar la ley".
En el patio central de Palacio Nacional, donde entre los
"invitados especiales" sólo había unos cuantos campesinos
del Congreso Agrario Permanente (CAP), El Barzón, la Confederación
Nacional Campesina (CNC) y el movimiento El campo no aguanta más,
y una gran mayoría de funcionarios de distintas dependencias, los
representantes de las organizaciones agrarias escucharon desde el principio
del acto -varias veces aplazado- que con el acuerdo también habrá
nuevas reglas, no escritas, para manifestarse.
En el momento culminante de cuatro meses de negociación,
el escenario preparado lucía medio vacío minutos antes del
acto; apareció una deslucida protesta campesina en la plaza del
Zócalo; ningún discurso sacudió a los asistentes,
más que el de Javier Usabiaga, secretario de Agricultura, que fue
recibido, como casi siempre ocurre, con abucheos y rechiflas.
Ahí, el Presidente dijo a los grupos campesinos
que "esta nueva forma implica un compromiso de todos para no violentar
el estado de derecho; implica un compromiso para mantener -dentro de los
cauces del diálogo- los reclamos de solución a los posibles
problemas que se puedan presentar en el futuro".
Los líderes agrarios que negociaron el acuerdo
y lo aceptaron con todas sus "limitaciones" se dieron cuenta, en la esperada
ceremonia donde se establecería la nueva relación con el
Estado, de cuáles serán los cambios de esta nueva "forma
de trabajar".
Creel les precisó que "nadie tendrá el pretexto
para actuar fuera del marco de las instituciones, y nadie tendrá
razón para tomar el camino de la violencia con afanes justicieros".
Y esta fue, quizá, también la última
respuesta a la demanda de los dirigentes para que se diera solución
a los 300 procesos penales que pesan sobre campesinos, precisamente por
haber protestado contra la política gubernamental hacia el campo.
La mayor parte de esos casos se refiere a manifestaciones frente a instituciones
crediticias, bloqueos de carreteras, tomas de vías generales de
comunicación y cierres de puentes fronterizos.
Una persona que representaba esos casos estaba ahí.
Sentado en el presídium a sólo cuatro sillas del Presidente,
Alfonso Ramírez Cuéllar, de El Barzón, tiene un proceso
penal por su presunta participación con el grupo que el año
pasado entró por la fuerza a la Cámara de Diputados, lo cual
presumiblemente habría tenido el objetivo de hacerse escuchar por
legisladores.
Sin respuesta
Aunque
los dirigentes mantuvieron todo el tiempo su demanda de cancelación
de las órdenes de aprehensión y el sobreseimiento de los
procesos penales de los campesinos, no consiguieron ninguna respuesta,
pero por fin estaban todos ahí sentados, algunos inconformes con
los resultados del acuerdo, pero listos para firmarlo.
En el pronunciamiento del movimiento El campo no aguanta
más quedó olvidada referencia alguna a las cuatro de sus
agrupaciones que no suscribieron el acuerdo.
Sólo Ramírez Cuéllar las mencionó
someramente, al indicar que "los organismos sociales aquí presentes
y muchos otros que no asisten fuimos los promotores de este acuerdo y vamos
a honrar nuestra palabra".
La Unión Nacional de Organizaciones Regionales
Campesinas Autónomas, el Frente Democrático Campesino de
Chihuahua, la Unión Nacional de Organizaciones de Forestería
Comunal y el Frente Nacional en Defensa del Campo Mexicano fueron cuatro
de las 12 agrupaciones del movimiento que rechazaron firmar el acuerdo,
por considerar que no fueron consideradas sus demandas fundamentales de
renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte y la revisión del artículo
27 constitucional.
Los discursos de los campesinos transcurrieron uno a uno
sin despertar los ánimos de los "invitados especiales", hasta que
se anunció el turno del secretario de Agricultura, lo cual hizo
que de inmediato se escucharan los gritos y rechiflas de los asistentes.
Y como esto ya se volvió costumbre, el funcionario, con amplia y
nerviosa sonrisa, expresó: "Gracias por la porra".
Y la "porra" se repitió en varias ocasiones a lo
largo de su intervención, hasta que dijo que "es necesario reconocer
la diversidad de las realidades que conviven en el campo mexicano, al circular
acciones que atiendan puntualmente las necesidades tanto de los productores
tecnificados como de los tradicionales, con posibilidades de mejorar su
competitividad". Fue entonces cuando los chiflidos del ala izquierda del
patio se convirtieron en un unánime "¡Fuera, fuera!" El secretario,
sonriente, regresó a su lugar, cerca del presidente Fox.
En seguida, inesperadamente el campesino Gustavo Guerrero
rompió el protocolo y se subió al podio para hacerse del
micrófono y agradecer su apoyo al mandatario federal. Entonces éste
se levantó, se dirigió al hombre que, al igual que Javier
Usabiaga, recibió innumerables y constantes chiflidos del público,
además de los señalamientos de "¡palero panista!" El
jefe del Ejecutivo lo abrazó, le dirigió unas palabras y
Guerrero bajó del estrado.
En la mente de muchos estaba el próximo proceso
electoral, y fue reiterada la mención tanto por el gobierno como
por los productores de no hacer uso político del acuerdo. Y por
eso, ya casi de salida, el líder panista Luis Felipe Bravo Mena
se detuvo para decir a los reporteros que varios de los que aparecían
en el presídium "andan de candidatos" -entre ellos Ramírez
Cuéllar y Víctor Suárez, aspirantes a diputados por
el PRD-, y "debemos cuidar que el acuerdo no sea instrumento de manipulación
electorera".
Como en diversas ocasiones durante los pasados cuatro
meses de negociaciones, estuvieron sentados otra vez líderes y secretarios,
pero ya no frente a frente, sino codo a codo, para firmar con sonrisas,
rápidamente y al mismo tiempo, el Acuerdo Nacional para el Campo.
Atrás quedaron los rostros descompuestos de los
secretarios por la insistencia de los representantes agrarios en que se
modificara el artículo 27 constitucional, y atrás quedaron
las manifestaciones y protestas campesinas de los años recientes.
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