Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 19 de abril de 2003
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Política

Gustavo Leal F.*

šNo! al Seguro Popular

Como advierten Sartori y Habermas, el reto de la democracia deliberativa y la calidad de la labor parlamentaria residen en el aprendizaje recíproco entre los ciudadanos y sus representantes. La buena comunicación política abre oportunidades radicales a unos y a otros y a su opinión pública. En el México posterior al 2 de julio de 2000 esta tarea resulta insoslayable dada la reducida visibilidad del "cambio" que pretendió adjudicarse el foxismo.

El 14 de abril la Comisión de Salud y Seguridad Social del Senado de la República me convocó al foro Perspectivas de la salud pública en México. Este encuentro puso punto final a la "ruta crítica" emprendida por esta Cámara, para otorgarle curso a la iniciativa de reformas a la Ley General de Salud para el Seguro Popular, que remitiera el Ejecutivo federal en noviembre pasado y que, inexplicablemente, se pretende someter al pleno próximamente.

Después de manifestar que esa "ruta crítica" debió haber sido mucho mejor participada al gran público, destaqué mi sorpresa por la ausencia, en el foro, de la voz más relevante de la política pública en esta materia: la de los médicos mexicanos.

Y subrayé que, al día de hoy, lo único que ha ganado genuinamente el Seguro Popular es un franco y estructurado disenso sobre la eventualidad de su aprobación. El Ejecutivo inició su operación sin consultar al Legislativo. A pesar de las solicitudes de ambas cámaras, no fue sino hasta el arribo de la iniciativa que los legisladores contaron con una visión de los propósitos del Ejecutivo.

Pero para la gran mayoría, la información básica es virtualmente inexistente. Y entre los que disponen de alguna, mal comunicada y dispersa, las opiniones son divergentes.

El disenso sobre la iniciativa resulta del diseño arriba-abajo con ausencia de consulta social, la discutible identificación del asunto público, la formulación sesgada, y el diseño inadecuado y la instrumentación centralista, poco operativa y que recarga los costos decisorios, económicos, organizacionales y médico-clínicos sobre las entidades federativas.

A ello habría que agregar los siguientes siete elementos, correspondientes al "color" del diseño mismo: visión de la salud y del prepago en salud promovidas por la Organización Mundial de la Salud de la doctora Gro Harlem Brundtland, con fuertes énfasis financieros; poca visibilidad en los impactos sobre la atención de daños y el nivel de salud de la población; formulación de un paquete básico esencial "plus" preventivista y dotado de baja capacidad resolutiva médico-clínica; enfoque hacia la mercantilización de la atención con subordinación de la práctica médico-clínica; ausencia de adecuada perspectiva clínica y clínico-hospitalaria; base financiera poco definida, y falta de evidencia internacional sólida.

Y eso no es todo: el principal cuerpo del disenso consiste en que el Seguro Popular postula una oferta de atención cuyo cumplimiento implica disponibilidad de calidad médica, recursos e infraestructura con los que no se cuenta. Crea expectativas que no podrán ser cumplidas. Lo demuestran los procesos de no reafiliación en Guerrero y el estado de México, como ya reconoce el coordinador federal del programa.

Lamentablemente, aun contando con todos y los mejores recursos humanos, físicos y de infraestructura, el mismo diseño del Seguro Popular irá al fracaso. ƑPor qué? Muy sencillo: además de que su viabilidad depende del magro ingreso disponible de las familias, su mejor puesta en operación sólo generalizará la "cultura" del "seguro" (que defienden la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de Francisco Gil Díaz y el Programa Nacional de Salud 2001-2006 de Julio Frenk); una "cultura" que se traduce en estigmatización de los "pobres" (al estilo Progresa-Oportunidades de Santiago Levy) y selección adversa. Es decir: su mejor operación, aun en óptimas condiciones, sólo premiará a aquellos que puedan pagar algo y sacrificará, consecuentemente, a todos aquellos que no puedan: a los jóvenes, los enfermos crónicos y los adultos mayores, entre otros.

Así, la tercera estrategia del Programa Nacional de Salud de Frenk, "protección financiera", termina enterrando a la primera estrategia del mismo programa: la de "equidad". El Seguro Popular fracasará en la misma medida en que pretende operar la segregante "cultura" de la "atención administrada" (managed care) y sus "grupos relacionados de diagnóstico". Después de una década de operación, de ello da ya cabal prueba la Ley Cien colombiana y, tarde que temprano, lo reafirmarán los costosos experimentos de Tailandia, Indonesia y China. La mejor operación del Seguro Popular sólo agregará el nombre de México a la enroscada cola de una evidencia internacional de fracasos contundentes: ni es "seguro", ni es "popular".

ƑSe puede aprobar, en estos términos, una iniciativa con tal nivel de disenso? Pobres de aquellos que la aprueben: Ƒquién se los perdonará?

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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