La Jornada Semanal,   domingo 13 de abril del 2003        núm. 423
Fernando Estrada Gallego

Los Estados en Colombia

 

Así, la naturaleza de la guerra consiste
no ya en la lucha actual, sino en la disposición
manifiesta a ella durante todo el tiempo en que
no hay seguridad de lo contrario.
Todo el tiempo restante es de paz.
Thomas Hobbes
Collage de Marga Peña¿Qué nos puede aportar el reflejo teórico hobbesiano al análisis actual de crisis que vive Colombia? ¿Cómo interpretar las paradojas y dilemas de seguridad? ¿Qué hacer para reducir los niveles de temor creciente entre los ciudadanos? ¿Cómo cogobiernan la insurgencia armada y el paramilitarismo?, ¿Qué preparación debemos tener frente a la creación efectiva de Estados por parte de los grupos armados? Estas preguntas y sus posibles respuestas constituyen sin duda parte de la agenda más apremiante en Colombia. El asunto espinoso será, para cada caso, desde qué tipo de perspectiva, método o enfoque resulta relevante el análisis que se proponga. Más aún, interesan las proyecciones que pueda tener el estudio sobre cada problema en términos de la solución formal y sustantiva de los mismos.

Aquí se busca hacer un análisis sobre el problema de la anarquía y sus implicaciones para el desarrollo económico y político de Colombia. Se analiza qué tipo de estrategias proyecta la insurgencia y el paramilitarismo de cara al dominio territorial y qué impacto tiene esto sobre la institucionalidad política colombiana.

TRES NOTICIAS DE LA ANARQUÍA

Primera noticia. En el diario El Tiempo del 28 de junio de 2002 se lee:

Alcaldía, bajo la ley del eln. En el Peñol (Departamento de Nariño) la guerrilla dirige obras con funcionarios. Los subversivos obligan desde el miércoles a los hombres del pueblo a echar pico y pala en la carretera y a las mujeres a cocinar. Las oficinas de la Alcaldía están desocupadas porque los 27 funcionarios tuvieron que dejar a un lado lapiceros, registros y computadores para coger el pico y la pala. Guerrilleros del frente "Comuneros del Sur", del ELN (Ejército de Liberación Nacional) irrumpieron en el palacio municipal a las 8 de la mañana del miércoles, con la orden perentoria de cerrar la Alcaldía y obligaron a sus empleados a trabajar en el mejoramiento de una carretera veredal.
Segunda noticia. Mismo diario, mismo día:
Paras amenazan a corruptos. Los jefes políticos de las autodefensas de Bucaramanga advierten que acabarán con las mafias de corrupción en esa ciudad. Las amenazas de los "paras" que el lunes empezaron contra los delincuentes y drogadictos y que el miércoles pasaron a doce sindicalistas y líderes populares de Bucaramanga, ayer se dirigía contra los funcionarios que en su concepto están comprometidos en la corrupción. "Pedro" aseguró que si no se contrarresta la corrupción y los enemigos de la sociedad por los métodos de la persuasión y la conciliación, se entrará a solucionar todo por la vía militar. Vamos a acabar con muchas de esas mafias del Estado aquí en Bucaramanga, como se está haciendo en el resto del país. Para nosotros es muy irónico que nuestros gobernantes se roben la plata que corresponden a obras, salud, educación y servicios públicos.
Tercera noticia. Mismo día:
Bloqueo contra el alcalde. Indígenas impiden el paso de personas por la carretera panamericana. Los paeces exigen la renuncia del mandatario de Caldoso, a quien acusan de irregularidades en la administración. Acusan al mandatario local de presuntas irregularidades en el manejo de los recursos públicos y de generar enfrentamientos entre las comunidades indígenas. Los manifestantes dicen que están dispuestos a tomar las riendas de la administración de este municipio, en donde un 80 por ciento de la población es paez.
Las tres noticias constituyen un conjunto ejemplar de lo que viene sucediendo en Colombia durante los últimos años. La primera enfatiza detalles sobre la cogobernabilidad que tienen en algunas regiones la insurgencia armada y las instituciones legalmente constituidas. Varios aspectos saltan a la vista: el control de la insurgencia, la vía de la amenaza como mecanismo facilitador del cumplimiento de promesas, la ausencia de la fuerza pública, la impotencia de los organismos de justicia y, lo más evidente, el desamparo de la población civil ante el dominio estratégico y territorial de la guerrilla. Un fondo social y político que surte efectos de dominio por la fuerza cercanos al Estado de naturaleza aunque procurados por una larga historia de relaciones contingentes entre la anarquía y un Estado históricamente inconcluso, representado en una vacua presencia simbólica. Estamos frente a un caso que ilustra la cotidianidad del municipio colombiano desde tiempos remotos.

En el segundo caso, la realidad del conflicto armado tiene arraigo en el corazón mismo de las ciudades. También se trata de la instauración de un poder militar intimidatorio que saca a flote las debilidades del propio sistema de gobierno y las autoridades. Un grupo armado paramilitar ejerce control sobre el imaginario de los ciudadanos. Cumpliendo como sustituto una función propia del sistema de justicia, el grupo amenaza a los "corruptos". La declaración de uno de sus comandantes resulta ilustrativa: "Vamos a acabar con muchas de esas mafias del Estado aquí en Bucaramanga como se está haciendo en el resto del país." ¿Qué idea de Estado subyace en el fondo?,¿Cuáles características presenta "su noción de justicia"? Ante los ojos del ciudadano común, el paramilitar trasmite un ejercicio de autoridad directa que suelta con desenfado un vínculo pernicioso entre el Estado y la mafia. Los destinatarios de la amenaza son sindicalistas y líderes populares, delincuentes y drogadictos, funcionarios del gobierno municipal. La consolidación estratégica de los grupos armados ilegales en las principales ciudades del país –Cali, Medellín, Bogotá, Bucaramanga– es ahora un plan cumplido que expande fenómenos acumulados de violencia calculada e instrumental.

En el tercer caso vemos también un hecho repetido en las diversas regiones rurales del país. Las comunidades que afrontan crisis locales acuden a las vías de hecho para darle solución a sus problemas, generando acciones cuya repercusión tiene connotaciones del orden nacional. El bloqueo de una vía que comunica al país internacionalmente, que retiene productos básicos de la economía y ocasiona pérdidas cuantiosas, es causado por un motivo político. Las comunidades no se sienten representadas por sus gobernantes, los gobernantes no resuelven sus problemas primarios. La sordidez de los funcionarios ante las condiciones reales de las poblaciones, la falta de compromiso con sus problemas, arroja estos resultados. Del mismo modo, los ciudadanos repelen con desconfianza los malos manejos de la función pública, la desconfianza en la administración de los mínimos recursos que deberían estar destinados a solucionar condiciones precarias en la vida de la gente.

REGIONES DE LA ANARQUÍA

Collage de Marga PeñaHan crecido en los últimos años las ofertas de organizaciones paraestatales ofreciendo seguridad y servicios de protección. Empresarios, políticos, ganaderos, artistas, deportistas y periodistas, pagan por quien proteja sus vidas y sus intereses. El fenómeno de seguridad privada se ha extendido geográficamente hacia todas las regiones del país. ¿Qué sucede cuando en un municipio varios grupos se disputan la competencia de sus clientes? Sencillo: no hay problema si el cliente provee la tributación a cada grupo. Pero sabemos que las cosas no funcionan así de simple. Si en un territorio de predominio paramilitar, como está sucediendo, la insurgencia decide competir militar y políticamente, pueden pasar por lo menos tres cosas:

Primero. Paramilitares e insurgencia entran en confrontación. Una de las agrupaciones despliega mayor fuerza y mejores estrategias de intimidación sobre los pobladores. Como los simpatizantes de la agrupación contraria están indefensos frente la fuerza dominante, dejarán su preferencia y entrarán en arreglos con los ganadores. Este fenómeno tiene fuerte apoyo empírico, principalmente en el paramilitarismo, que ha incorporado durante los últimos años a muchos miembros desertores de la guerrilla.

Segundo. Una agrupación ejerce control y poder militar en una región o municipio; otras agrupaciones hacen lo mismo pero en regiones y municipios separados. Cada confrontación que se lleve a cabo dentro de su ámbito de dominio irá expandiendo el área de poder de cada agrupación, estableciéndose una suerte de espiral creciente. Los ciudadanos o pobladores que se reconocen bajo el control de uno de los grupos pero que simpatizan con otros tenderán a solicitar el apoyo militar y la protección de la agrupación más fuerte, causando con ello el incremento multiplicador de los factores de conflicto e inestabilidad. Existen regiones en disputa como los Montes de María, Puerto Boyacá, el Urabá antioqueño, el norte del Valle, por mencionar sólo algunos, en donde la escalada de dominio territorial se ha adelantado con las características previamente reseñadas.

Después de la ruptura de las negociaciones con las farc y de los evidentes fallos en los acercamientos de paz con el eln, el conflicto colombiano ha renovado un viejo dispositivo de la clásica movilización estratégica de la guerra de guerrillas, que consiste en copar progresivamente territorios claves generando acciones que dejen huella en la conciencia de los pobladores. Se agrega un manejo oportuno de la intimidación radical con la amenaza a todos aquellos funcionarios que representen el sistema de gobierno. En ninguno de los casos va quedando mucho territorio ni espacio geográfico entre los diferentes bloques de la insurgencia, el paramilitarismo y las fuerzas armadas. Asistimos a un fenómeno bastante peculiar de opacidad entre los grupos que se disputan el predominio de zonas y regiones claves de la guerra, con la siguiente consecuencia:

Tercero. Las agrupaciones insurgentes, farc y eln, han entrado en alianzas específicas para llevar a cabo determinados movimientos en las zonas bajo influencia de las agrupaciones paramilitares. A su vez, las acciones de confrontación entre los paramilitares y la insurgencia ha tenido la asistencia y el apoyo del Ejército, con lo cual veremos hacia el inmediato futuro la agudización y opacidad de conflictos en zonas estratégicas como el Norte de Antioquia, el Cesar, Valle y el Magdalena Medio, amén de otros sectores del país que por tradición han sido corredores geográficos bajo el mando de la insurgencia o el paramilitarismo.

GOBERNABILIDAD SIN ESTADO

La dinámica del proceso de contienda militar y política presentará un cierto equilibrio de fuerzas y unas relaciones de solapamiento entre agrupaciones no fácil de especificar en toda su dimensión. Insurgentes desertores, paramilitares desertores y alianzas no previsibles, constituirán el fondo dentro del que se va a desarrollar la guerra en Colombia. Después de continuas confrontaciones en el terreno militar y la imposibilidad de un dominio absoluto por una de las partes, veremos acuerdos parciales que reducirán los costos y las bajas del conflicto. Dependiendo del margen de maniobra que los operativos militares permitan sobre el terreno, la insurgencia estará en disposición de revertir su propósito hoy contundente de crear la mayor zozobra posible.

Evidentemente la anarquía en algunas regiones y departamentos del país se acentuará en la medida en que el Estado no cuenta con los suficientes recursos de fuerza y apoyo para garantizar la estabilidad. En cada uno de los casos estratégicos a los que hacemos alusión, casi toda la población se encontrará bajo algún sistema común que juzgará sus pretensiones contradictorias y aplicará su Ley.

De la anarquía en estos territorios bajo el régimen insurgente o paramilitar surgirán modalidades de gobierno peculiares con una determinada división del trabajo, presión del mercado y la producción, economías privadas con capitales rentables cuya procedencia será por supuesto ilícita. Tendremos dentro del Estado la coexistencia de Estados en miniatura, Estados mínimos o grupos de Estados mínimos geográficamente diferentes. ¿Por qué hablar de que esta economía es diferente? ¿Por qué surgirá un virtual monopolio en este mercado sin la intervención gubernamental que en otro lugar lo crea y lo mantiene? No se especula aquí sobre el vacío, por supuesto; la economía de la guerra en Colombia ya presenta estas distinciones desde hace algunas décadas.

Pero esta economía de la protección contra los enemigos en contienda es relativa: siempre va a depender de lo fuertes que sean las demás agrupaciones. Sin embargo, a diferencia de otros productos que pueden ser comparativamente evaluados, no pueden coexistir unos servicios de protección máxima en competencia. Las agrupaciones en armas no sólo competirán por el predominio de las poblaciones y los territorios sino también por las posibilidades de combatir duro a los contendientes. El conflicto armado tendrá intensificación militar y política.

Esta representación del presente inmediato de la guerra en Colombia, supone que cada agrupación en armas dispuso de operaciones estratégicamente adaptadas al estilo del nuevo gobierno que asumió plenas funciones el pasado mes de agosto de 2002. Todo este panorama sobre las condiciones de gobernabilidad de un país en crisis dependerá también de la legitimidad, o las pretensiones de la misma que tenga el Estado. Dependerá de cómo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez induzca a una mayoría de ciudadanos a creer que ellos tienen cierto deber de respaldar sus políticas, pagando las tributaciones propias de la guerra, entregando voluntariamente su apoyo para constituir un cinturón de seguridad en el caos reinante. Se trata, sumando, de saber qué tan dispuesto está hoy el país nacional a cooperar en la construcción de un modelo de sociedad cuyos conflictos violentos no sigan desbordando las capacidades de respeto y dignidad de la vida humana en un Estado de Derecho. Ponerse de parte del Estado no es una obligación moral y política incondicional, pero resulta preferible a mantenerse bajo la protección particular de una agrupación armada para la cual, en lugar de ciudadanos, seremos víctimas.