Jornada Semanal,  domingo 13 de abril del 2003                 núm. 423

RACHEL, EL UNICORNIO

Para P. Bordes


En el ensayo "El pudor de la Historia", incluido en el libro Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges escribe con clarividencia asombrosa que, en abierto contraste con aquel 20 de septiembre de 1792, en el que Goethe, al ver a las milicias napoleónicas derrotar al ejército más importante de Europa, dijera: "En este lugar y el día de hoy, se abre una época en la historia del mundo y podemos decir que hemos asistido a su origen", en nuestros días estas jornadas históricas se simulan o fabrican "con acopio de previa propaganda y persistente publicidad". Es evidente para los que vemos la televisión o leemos los periódicos, que en esta guerra se manifiesta el deseo del presidente Bush de pasar a la historia como un protagonista importante y que este deseo ha encontrado su expresión en la propaganda y la publicidad. Los años dirán si, como creemos muchos, pasará como el genocida inmoral, lerdo e irritable que lanzó a su ejército a una guerra injusta y cruel; o como cree él, en el papel del libertador del pueblo de Irak. Continúa Borges, como si estuviera hoy entre nosotros: "Tales jornadas, en las que se advierte el influjo de Cecil B. de Mille, tienen menos relación con la historia que con el periodismo: yo he sospechado que la historia, la verdadera historia, es más pudorosa y que sus fechas esenciales pueden ser, asimismo, durante largo tiempo, secretas. Un prosista chino ha observado que el unicornio, en razón misma de lo anómalo que es, ha de pasar inadvertido. Los ojos ven lo que están habituados a ver."

De acuerdo con este razonamiento formidable, hay algo en esta guerra, la más obscenamente manoseada y al mismo tiempo la más censurada, que tal vez escape a nuestra atención. Algo que, como el unicornio del que habla el escritor chino, sea lo realmente extraordinario pero, por razón de su rareza, pase inadvertido. Algo o alguien que se revele a lo largo de lo años que vengan como el verdadero protagonista del cambio histórico. Yo quiero pensar que ese unicornio son los pacifistas que se han manifestado en el mundo contra la mentira y la violencia de esta guerra que ya ha cobrado demasiadas víctimas. Es verdad que no han pasado completamente inadvertidos: hace apenas unos días leí con cierto estupor estas líneas: "Es indignante que a buena parte de los intelectuales, ayer estalinistas, hoy pacifistas, que se oponen a la guerra de Irak, les sean indiferentes los crímenes de Hussein contra su propio pueblo, ampliamente documentados desde hace décadas y que no admiten ninguna justificación. El pacifismo a ultranza, como la voracidad belicista, nos parecen igualmente inaceptables" (editorial de la revista Letras libres, abril 2003). ¿Qué es el "pacifismo a ultranza"? Yo no sé. No sé, porque no tengo idea de cuál orientación moral podría ser tan reprobable como la "voracidad belicista". Por otra parte, José Stalin murió en 1953, así que los "estalinistas de ayer y pacifistas de hoy" han de ser gente mayor a la que ya le da flojera escribir, pues no he leído ningún artículo en el que se justifiquen, por ejemplo, la guerra contra Irán (auspiciada por Estados Unidos), las matanzas de kurdos o la tortura de los disidentes del partido Baaz, todos crímenes de Hussein. En las manifestaciones pacifistas, fuera del mundo árabe, nadie lo defiende. Las víctimas, y en eso coincidimos todos, hasta los dirigentes del Pentágono, son los habitantes de Irak. Por supuesto que hay sectores en los países musulmanes en los que Hussein, sobre todo recientemente y gracias a esta guerra, se está convirtiendo en un héroe. Como dice Uri Avnery, el pacifista israelí –me temo que Avnery aceptaría la acusación de ser un "pacifista a ultranza"–, ante esta invasión, un ataque unilateral, sin la sanción de la onu, cada día que el gobierno corrupto de Irak resista, será un día de propaganda invaluable a su favor. Todo esto está sucediendo ante nuestros ojos.

En otro lugar, casi fuera de nuestro campo visual, se levanta la figura solitaria y frágil de Rachel Corrie, miembro de la organización International Solidarity Movement. Está de pie frente a la casa del doctor palestino Samir Masri para impedir que los bulldozers israelíes derriben la casa. Un bulldozer no se detuvo: Rachel murió unas horas más tarde en el hospital al-Najar en Gaza. Unos días después de su muerte, sus padres hicieron pública una carta en la que ella decía: "esta es apenas la punta del iceberg, hay mucho trabajo solidario por hacer […] estoy aprendiendo apenas, en lo que imagino será una experiencia muy intensa, que la gente es capaz de organizarse aun con todo en contra, y de resistir con todo en contra". Rachel Corrie, el unicornio.